El deseo de no ser cucarachas
Todos los que hemos emprendido algo sabemos cómo es esa ilusión, esas ganas y esa voluntad de que nada puede pararnos. El problema es que mientras nos retroalimentamos y nos regocijamos con lo fantástica que es nuestra idea, y muchas veces en ese proceso perdemos de vista el objetivo: crear una empresa rentable.
Hay una gran variedad de metodologías para plasmar la idea y empezar a trabajar en ella para crear la empresa de nuestros sueños, siendo las más famosas el Business Model Canvas y la Lean Startup. Independientemente de como llevemos el producto al mercado y qué herramientas utilicemos, al final lo que vamos a tener es una empresa. Una empresa que necesita de un equipo y de unos recursos específicos para funcionar adecuadamente. A veces la idea es, tan rocambolesca, novedosa e innovadora que nos olvidamos que al final lo que vamos a tener no es la idea, sino una empresa. Una idea única, tan rara y tan valiosa que una vez la pongamos en marcha alguna gran empresa se fijará en nosotros y seremos millonarios, hemos creado un unicornio que todo el mundo quiere tener. Pues a lo mejor hemos metido la pata, porque el unicornio después de un tiempo, a lo mejor come mucho y necesita más billetes para funcionar de lo que pensábamos. Y hay que cuidar su salud, por lo que necesita también unas cuantas inyecciones de efectivo. El problema es que los unicornios son tan especiales que encontrar lo que necesitan para que puedan sobrevivir es extremadamente complicado. Y puede ser que con el tiempo, el unicornio en realidad no lo sea, tal y como parece estar sucediendo con Job and Talent.
Derechos de la foto: Jean and Fred
No estoy diciendo que aspirar a ser una gran empresa o una empresa con un alto potencial de desarrollo y crecimiento sea algo malo o un despropósito. Nada más lejos de la realidad, está bien tener ambición y querer llegar lo más lejos posible. Pero hay que pensar también que nuestra empresa tendrá menos problemas nada más comenzar su actividad si en vez de ser un unicornio comienza imitando a una cucaracha. ¡Qué asco! A lo mejor piensas que se me ha ido la olla o que no tiene sentido lo que estoy diciendo. Déjame explicártelo. Las cucarachas son rápidas, fuertes, flexibles. Aguantan sin beber una sola gota de agua un mes, y si no encuentran agua, la consiguen de la humedad ambiental; pueden vivir en casi cualquier ambiente y como muchos sabemos, son capaces de sobrevivir a una radiación muy superior de la que soportamos las personas. Como dato curioso y que quizá no sepas, es que las cucarachas cooperan con sus competidores en la administración de recursos tan importantes para ellas como son sus alimentos y refugios.
Por eso, esta comparación no es baladí: si tenemos una fantástica idea y además logramos ponerla en práctica a través de una empresa capaz de adaptarse rápidamente a los cambios en el entorno, con una infraestructura que le permita en determinados momentos afrontar una escasez importante de ingresos y que pueda desarrollar su actividad en cualquier lugar del mundo, tendríamos la empresa perfecta. Suena de película, ¿verdad? Pues eso es una empresa cucaracha. Una empresa que se adapta y que sobrevive pase lo que pase gracias a su flexibilidad y capacidad de cooperar con otros agentes de su entorno para seguir adelante. Las cucarachas para algunos pueden ser asquerosas, y estar por todas partes, pero las empresas que se parecen a ellas realmente son escasas y maravillosas.
"Una empresa que se adapta y que sobrevive pase lo que pase gracias a su flexibilidad y capacidad de cooperar con otros agentes de su entorno para seguir adelante".
Esta acertada comparación la leí hace tiempo en un post de Caterina Fake, y desde ese entonces el concepto de empresa "cucaracha" ha tomado un especial valor para mí, porque es a lo que todas las empresas, independientemente de su tamaño, novedad o carácter innovador deberían aspirar a ser.
¿Y tú qué prefieres, cucarachas o unicornios?