El dolor es inevitable
Vivimos en un organismo biológico que es nuestro cuerpo.
Y este organismo normalmente está atraído al placer y a su vez tiene una aversión natural hacia el dolor.
Y si bien no podemos negar la naturaleza biológica, esto a veces puede presentar un problema cuando queremos tomar una decisión elevada en la vida.
Porque nos lleva a hacer el cálculo hedonista “¿cuál es el camino que me va a llevar hacia más placer, con el menor dolor posible?”.
Es decir, solemos caer en la trampa de la evitación del dolor. Peleamos más por evitar el dolor, que por conseguir el placer. Significa que para nuestra mente un kilo de dolor no es lo mismo que un kilo de placer (utilicé la palabra kilo, pero puede ser cualquier unidad de medida).
Si la paridad fuera de 1 a 1, serían más fáciles las decisiones y no pelearíamos tanto por evitar el dolor. La realidad es que esto no sucede así. Generalmente somos más aversos al dolor que cautivados por el placer. Son distintas las ponderaciones que tenemos en nuestra mente sobre un factor y el otro.
Y la realidad es que el dolor es inevitable.
Si cambiamos es doloroso. Si no cambiamos es doloroso.
Si tomamos la decisión de casarnos y formar una familia es doloroso. Si decidimos quedarnos solteros para tener una sensación de mayor libertad, es doloroso.
Si vamos al gimnasio todos los días es doloroso. Si elegimos no hacer actividad física es doloroso (más a largo plazo).
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Si nos capacitamos y formamos es doloroso. Si no estudiamos es doloroso.
Sea lo que sea que decidamos, va a haber dolor.
Entonces acá lo recomendable es que abracemos y aceptemos lo inevitable del dolor. En lugar de que el dolor sea nuestra guía en la toma de decisiones, pensemos en todo caso en el placer o en los beneficios de enfrentar ese proceso doloroso.
Las próximas veces que nos encontremos en una bifurcación donde no sabemos qué camino tomar, que la decisión sea pensando en los resultados positivos de largo plazo. Es lo que más gratitud y plenitud nos va a traer.
Que no sea pensando en el miedo al dolor, sino en lo que finalmente queremos lograr. ¿A dónde queremos ir realmente? ¿Cómo pueden los beneficios de largo plazo compensar el dolor inicial de un proceso de cambios?
Es la única manera en que podemos tomar decisiones que estén alineadas con nuestros intereses y objetivos en la vida. Hacer las paces con el dolor es quizá la forma más razonable de tomar acción ante los desafíos.
Gracias por leer. Espero les sirva.
Saludos.
Gaston.