El Hígado Graso y la Obesidad.
El hígado graso es frecuente en personas con obesidad. La causa del hígado graso es el exceso de azúcar. Este es un carbohidrato que daña y llena al hígado de grasa. También, el azúcar engorda porque libera mucha insulina y esta es una hormona que acumula grasa en el cuerpo.
El azúcar es un carbohidrato que se absorbe en el intestino y solo se metaboliza en el hígado. Cuando el azúcar se metaboliza, el hígado se llena de grasa y se libera glucosa a la sangre. Entonces el páncreas produce insulina para sacar el exceso de glucosa de la sangre hacia el hígado o hacia el tejido graso (subcutáneo o visceral).
De esta manera comer azúcar tiene dos efectos. El primero es llenar de grasa al hígado y el segundo es engordarnos. Por eso en personas con obesidad es frecuente el hígado graso. De hecho, el 80-90% de personas con obesidad mórbida tienen hígado graso (*1).
El azúcar de mesa, la miel y la panela son sacarosa. La sacarosa se compone de una molécula de glucosa y otra de fructosa. La glucosa circula libremente por la sangre y llega a los tejidos para proveer de energía a las células. La glucosa sobrante se guarda en el hígado o el tejido adiposo como grasa subcutánea o visceral.
La fructosa es distinta. A diferencia de la glucosa, el exceso de fructosa no puede almacenarse en el tejido graso (subcutáneo o visceral), tampoco puede salir a la sangre y proveer de energía a las células.
La fructosa sólo se metaboliza en el hígado y en pequeñas cantidades no causa problemas. Pero cuando llega mucha fructosa al hígado, se producen triglicéridos (grasas) que se acumulan dentro de este órgano.
Recomendado por LinkedIn
Esto no significa que las frutas sean malas. Las frutas aportan pequeñas cantidades de fructosa a la dieta (solo 15 o 20 gramos diarios) y -como dijimos antes- pequeñas cantidades no causan problemas.
Pero ¿cuál es la relación entre el hígado graso y la obesidad?
La obesidad se produce cuando tenemos mucha insulina. La insulina es una hormona que lleva el exceso tóxico de glucosa (de la sangre) hacia el tejido graso y así engordamos. Pero también, la insulina lleva el exceso de glucosa hacia el hígado.
Pero cuando el hígado está lleno de grasa ya no puede almacenar glucosa porque ya “no tiene espacio”. Pero el exceso tóxico de glucosa no puede quedarse en la sangre. Así que para retirar el exceso de glucosa de la sangre, el cuerpo produce insulina extra para que -al menos- un poco de glucosa entre al hígado.
Pero si producimos más insulina, guardamos más grasa, y engordamos más. Por eso el azúcar es el alimento que más engorda. De hecho en los años 90 se realizó el estudio INTERMAP que comparó las dietas asiáticas y occidentales (*2). Este estudio concluyó que los chinos comían más carbohidratos -en general-, pero tenían menos obesidad -que en otros países- porque comían menos azúcar.
Esto se conoce como la paradoja del comedor de arroz asiático. Aunque los chinos comen arroz (un carbohidrato muy procesado), son delgados porque comen poco azúcar.