El hombre blanco se cae del caballo... (reflexiones sobre el edadismo)
El “edadismo” es una de las más evidentes y documentadas formas de discriminación. Los testimonios de quienes la sufren son bastante similares: “Cumples 50 años y de manera brusca tu ascendente carrera profesional se ve paralizada, se te empieza a arrinconar, tu trabajo se pone en entredicho, se olvida tu contribución a la empresa durante muchos años, si hay un ERE entrarás en la lista, te despedirán y te será muy difícil volver a encontrar trabajo. La inseguridad se adueña de tu vida”.
Sin embargo (y aquí empieza mi reflexión) aunque extremadamente cruel no es la única discriminación que existe en nuestra sociedad. Muchas mujeres sufren discriminación desde el comienzo de su carrera laboral, así como integrantes del colectivo LGTBI+, personas con discapacidad, minorías raciales y étnicas… injusticias tan evidentes y documentadas como la del edadismo.
En los últimos meses he asistido a diversos eventos relacionados con el tema en el que suele participar un ponente de estas características: varón, por encima de los 60 años, que ha desempeñado puestos de gran responsabilidad en la empresa y/o en la política, (CEO´s de empresas multinacionales, ministros…) que en sus propias carnes y de manera repentina vieron cómo su carrera profesional llegaba a su fin por el simple hecho de “envejecer”, y quieren denunciar (con toda la razón) semejante situación e instar a los poderes públicos y privados a “hacer algo”.
Esta situación me recuerda a esa escena de la Biblia cuando Saulo se dirigía a Damasco con la misión de encarcelar a los cristianos que allí se encontrasen cuando una fuerte luz le cegó, le derribó, y escuchó la voz de Jesús. A partir de ahí Saulo cambió totalmente y de perseguir a los cristianos pasó a convertirse en uno de ellos y encomendó su vida a anunciar el Evangelio, llegando a convertirse en San Pablo. (Curiosamente en el Nuevo Testamento no se menciona que se “cayese del caballo” aunque así ha sido reflejado en la iconografía religiosa e incluso mencionado en El Quijote).
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De la misma manera para muchos hombres que han gozado de privilegios durante su carrera profesional experimentar esta discriminación por simplemente tener más de 50 años tiene un efecto similar. De repente entienden el por qué de las demandas de colectivos minoritarios, o incluso de uno mayoritario como es el de las mujeres. De repente entienden que el éxito profesional no depende solamente del esfuerzo y el sacrificio sino que entran en juego muchos otros factores. Que muchas personas sufren este tipo de discriminación no al cumplir más de 50 años sino desde el momento que llegan al mundo.
Por eso, cuando escucho la queja (totalmente real y razonable) de estos empresarios y políticos que han tenido tanto poder, me dan ganas de levantarme y preguntar: “¿y cuándo usted mandaba, hizo algo para evitar esta situación?. ¿Era consciente cuando era CEO de esta gran empresa que el edadismo ya existía, así como la discriminación a otros colectivos?. ¿O el mundo acaso era absolutamente justo y meritocrático hasta que le tocó a usted?. Cuando reclaman con toda la razón a los “poderes públicos y privados” que hagan algo al respecto olvidan que hace una década ellos eran esos poderes.
Y continuando con estas reflexiones me gustaría saber (ojo, no es una pregunta retórica, me gustaría saberlo de verdad) si en las empresas que son dirigidas por mujeres o personas pertenecientes a alguna minoría (Oracle, Google, Apple, General Motors, City Group, Prosegur, Red Electrica…) se producen mayores avances en términos de diversidad que en el resto.
¿La moraleja de toda esta historia?: pese a los indudables avances, el camino que debe recorrer una niña que nace en una familia sin recursos, un persona con discapacidad o una mujer trans tiene muchos más baches que los de la mayoría que nosotros. No hay que esperar a sufrir en nuestras propias carnes la discriminación para, cuanto menos, quejarse de ello.