El horizonte de las editoriales

El 2020 no ha sido un año sencillo. Argentina lo terminó con la triste noticia del cierre de la Librería de Las Luces. Menos aún para las editoriales latinoamericanas que ya venían experimentando una caída en sus ventas. Como ya es sabido, el COVID-19 tuvo un gran impacto sobre la economía, pero hay industrias que fueron más permeables a la coyuntura debido a que acarreaban inconvenientes previos.

El mundo de los libros viene atravesando una crisis que ya advertían entidades como la Cámara Argentina del Libro en su Informe de 2019. Ahora bien, para diseñar un plan que permita afrontar la situación se requiere la formulación y ejecución de estudios que permitan echar luz sobre el origen del problema.

Hay algunas estadísticas en la región que sugieren que, en parte, la responsable sería la tecnología por su capacidad de ofrecer e-books en una sola pantalla y sin necesidad de ocupar espacio físico. Otros indican una merma en la cantidad de lectores, es decir, un creciente desinterés por la lectura y, otro culpable serían los Estados, por no buscar incentivar el hábito de la lectura a través de políticas públicas.

Desde el punto de vista de la editorial, la Comunicación y el Marketing tienen grandes aportes para hacer. Y, lo interesante de esto, es que el plan puede adaptarse a las necesidades y a la disponibilidad de recursos en cada caso.

En términos generales no hay que perder de vista la época en la que vivimos, es decir, estamos en la era de la comunicación a través de medios tecnológicos. Por ende, cualquier organización, tenga fines de lucro o no, no debería perderse la oportunidad de gestionar su presencia online. O sea, aparezco en Google, luego existo. Hay una oferta tan variada que, para no pasar desapercibidas, las organizaciones deben resaltar frente a los públicos. Tener una página web, un blog y redes sociales son herramientas bastante accesibles que colaborarán con los objetivos de imagen, identidad, posicionamiento y reconocimiento.

Luego, dependiendo de la estructura y recursos de cada editorial, se podrá evaluar distintas opciones como publicidad, envío masivo de ejemplares, preventas online, entrevistas a autores, cocktails, etc. Cuando el presupuesto sea escaso, se volverá necesario apelar a la creatividad, pero de ninguna manera, debe considerarse un impedimento.

De cualquier modo, más allá de lo que indiquen las estadísticas, hay que tener en mente dos puntos clave: si bien a muchos les sigue atrayendo el soporte papel, el libro electrónico llegó para quedarse y hay que ir abriendo ese nuevo negocio – porque lo que no se adapta no sobrevive, aunque suene darwinista decirlo- y, en segundo lugar, lo único que puede diferenciar a una organización en tiempos de masividad es la personalización de la experiencia del cliente: hay que generar un vínculo y despertar emoción.

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