El infierno de los juzgadores ciegos

Juzgar algo o a alguien es emocionalmente confortable: Por ello es lo primero que hacemos cuando se nos plantea una situación: Es rápido, nos permite “botar la pepa” que llevamos dentro y no nos sentimos solos porque obtenemos “likes” de otras personas que piensan igual que nosotros.

¿Pero realmente nos sirve? No. Precisamente por ser un comportamiento al servicio de nuestros fueros internos, juzgar no tiene un efecto positivo sobre la realidad: Decisiones basadas en el juzgamiento están fuertemente influenciadas con las emociones (especialmente el miedo), los estereotipos y los sesgos, haciéndonos caer en trampas mentales que con consecuencias negativas, además de terminar rodeándonos de personas iguales y alcanzando poca diversidad de opinión, lo que nos hace sumamente vulnerables frente a la realidad. 

¿Hemos sido juzgadores siempre? Por supuesto. El juzgamiento es una dinámica tan antigua como la especie humana. También es bien conocido que hay personas y grupos que han sacado provecho al juzgamiento y manipularon a las personas mediante información falsa o tendenciosa. Una información que sea falsa y verosímil con tus emociones es confundido, como una verdad y un reforzador para tu juzgamiento emocional. Pocos países han sido capaces de levantar una inmunidad educativa a prueba de estas noticias.

En una sociedad basada en el juzgamiento, no se siembra nada bueno. Los juzgamientos, por su naturaleza, “golpean” emocionalmente a otros, quienes a su vez “devuelven el golpe” juzgando a los primeros. Esta dinámica aleja a los individuos del diálogo y, sobretodo, de la construcción de nuevo conocimiento para responder a los nuevos desafíos. 

¿Entonces qué es lo que ha cambiado respecto al juzgamiento? El agravante en los últimos años son las redes sociales, cuyo modelo de negocio depende de la capitalización de la atención del usuario y opera por medio de la ingeniería de la persuasión emocional. En términos simples, las diferentes plataformas sociales te exponen información con resultados emocionales que generen mayor cantidad de horas en su plataforma, a costa de tu desconexión con la diversidad. Esto genera que el juzgamiento se vuelva una de las actividades más intensivas en redes sociales y en las sociedades. Si hay algo muy distante en esta nueva dinámica es el diálogo con la diversidad y la investigación.

Por ello, estamos en tiempos en donde “nos sentimos” polarizados entre nosotros, donde no podemos conversar con personas con ideas o valores diferentes a nosotros. Tanto en organizaciones como en sociedades, el diálogo es la única garantía de tomar acuerdos, regular expectativas y lograr eficientemente nuestros objetivos sociales. Por primera vez, se están produciendo dialécticas cuya raíz es más emocional y menos ideológica.

¿Cuál será el futuro? El destino ya lo estamos viendo en los cambios sociales que se están dando alrededor del mundo: el infierno de la intolerancia, un apagón de la ciencia en espacios de debate ciudadanos y sobretodo, un nuevo tipo de pobreza: la emocional. Tendremos un grupo de personas que serán capaces manejar sus emociones internas para mantener perspectiva sobre la realidad y tomar decisiones adecuadas y otro grupo que simplemente no podrá ir más allá de sus límites emocionales, manejados por otros. Como diría Yuval Noah Harari, una enorme competencia personal será el autoconocimiento junto con aprender qué ignorar y cómo.

Mi consejo: investiga, analiza, consulta fuentes diversas y conversa con gente distinta. Conoce tus límites emocionales, aquello que puede permitir que manipulen tu juicio. mejoras tú y ayudas a mejorar tu sociedad.