El latido del dólar
Rizzi
Más que un título de política, parece el título de uno de los capítulos de la serie del Comisario Montalbano que se puede ver por el canal Europa los domingos a las ocho de la noche y que de paso recomiendo.
Montalbano aparte, lo cierto es que la vida política argentina vive según el precio del dólar y el tipo de cambio es la única referencia válida para juzgar a los gobiernos.
Si el dólar está barato, estamos de buen humor y en la medida que se encarece nuestro humor cambia y el mal humor se impone, a tal punto que la devaluación posterior a las PASO marcó el fin de la gestión MACRI.
Las elecciones del 27 de octubre fueron importantes para determinar la diferencia, pero no había duda alguna del resultado final
Poco importaba el eventual regreso de Cristina disfrazada de Alberto Fernández. Asi como en algún momento Isabel Martinez de Perón nos pareció “razonable y sencilla”, nos hicimos a la idea de que había cambiado y era una persona diferente, había mutado a la bondad y a la sociabilidad. No tuvimos en cuenta que el ADN es inmodificable y su análisis nos permite descubrir la identidad de las personas.
“La doctora” como la llama Jorge Asis se adueñó del consejo de la Magistratura y desde esa posición de poder, comenzará la tarea para obligar a varios jueces para que respondan a sus preguntas y paguen por sus respuestas, como lo dijo en uno de los juicios en el que está siendo juzgada.
El Ministerio de Seguridad también está bajo su órbita y ya se propusieron revisar pericias judiciales como si los jueces fueran secretarios del poder político.
Sin embargo estos hechos que pueden ser decisivos en este momento que nos toca vivir, pasan inadvertidos mientras nos preocupamos por esta ley de la solidaridad y la reactivación productiva que es la expresión más cabal de la superficialidad y la desaprensión con la que actúan nuestros políticos, tanto oficialistas como opositores. Todos tienen motivos para creerse caballeros, unos por haber obedecido y otros por haber colaborado con la democracia y la república.
“Las democracias pueden fracasar en manos no ya de generales, sino de líderes electos, de presidentes o primeros ministros que subvierten el proceso mismo que los condujo al poder”, como dicen Levitsky y Ziblat en su libro “Cómo mueren las democracias”.
Nuestros legisladores optan por delegar facultades y hasta diría “atribuciones” en el Poder Ejecutivo, declarando con total alegría “emergencias” inexistentes y de ese modo eluden el ejercicio de sus propias responsabilidades para las que fueron elegidos y esconden la carencia de idoneidad que nos llevó a la "emergencia".
Así se sustentan las bases de la delegación en un manual de "buenas intenciones" que el beneficiario de la delegación deberá concretar y que se detallan en el artículo 2 de la ley 27541
El Poder ejecutivo como si fuera una suerte de dios o de mago supremo deberá “proponer” (sic) una reducción de la carga tarifaria real sobre los hogares, comercios e industrias para el año 2020 de los servicios de provisión de energía eléctrica y gas, claro está no se dice que esas rebajas se deberían financiar con subsidios, es decir impuestos de donde, como dijo de Pablo, habría que comenzar a abastecernos de agua, velas y leña.
En otro artículo se faculta al Poder ejecutivo a establecer estímulos para facilitar “… comportamientos vinculados con la formalización de la economía y el cumplimiento tributario”, sin advertir que ese treinta o más por ciento de marginalidad es consecuencia de la feroz presión fiscal y de esta manía regulatoria en la que sierpe falta un “papel” para obtener la resolución respectiva.
Se impone un impuesto al “dólar” del 30%, en verdad es un impuesto que grava operaciones en las que el pago se debe hacer en moneda extranjera, dólar o euros y lo peor es que para que la gente no viaje al exterior también se gravó la venta de billetes de los respectivos servicios de transporte. Lo dijo el propio presidente con clara sinceridad, quien quiera viajar deber pagar el impuesto, sin advertir que se trata de un impuesto que grava la salida y entrada del país, que es un derecho constitucional.
Es obvio que no existe un derecho específico o “humano” a la compra de dólares, pero si hay un derecho a tener moneda que según explicó Roberto Cachanosky en ochenta años nuestra inflación acumulada fue de 257.710 billones por ciento, visto en esta perspectiva hasta el “dólar” sería un derecho equivalente a poder embarcar en el “arca de Noé” ya que quien queda afuera se ahogará en el brioso torrente de la inflación.
En fin “el latido del dólar” ya está acercando el “blue” un apodo simpático del “dólar black”, al “oficial +30%” y cuando lo pase ya nos era tan caro salir al exterior y el humor social mejorará hasta que la presión del cepo no aguante más y se imponga un nuevo “sincericidio”
En este verano habrá un “veranito” que nos hará creer que esta vez la embocaron, hasta que nos demos cuenta que los “embocados” fuimos nosotros y el dólar seguirá con su latido, ajeno totalmente a nuestras ilusiones y desilusiones.
Pero ese veranito debería ser el prólogo de ese invierno pendiente parafraseando aquello de la “revolución pendiente” que nunca fue.
Seguimos siendo una sociedad inmadura con los caprichos propios de la infantilidad y de eso no tiene la culpa nadie en particular, sino "todos nosotros" como se llama el programa de Willy Kohan en "La nación+"