El magis de servir
Foto: Diario Cambio (Salto)

El magis de servir

En mi trayectoria en la Universidad Católica del Uruguay , primero como estudiante y después como docente, más cuando diseñamos o dictamos cursos de liderazgo, traemos al aula el concepto de Magis, que en latín significa "más" o "mayor", por ser un principio central de la espiritualidad inspirada por San Ignacio de Loyola. Simboliza el camino hacia una vida plena, buscando siempre la mejor elección para tener un mayor impacto en el mundo. Se trata de esforzarse continuamente por hacer más para contribuir al bienestar de los demás, priorizando siempre el dar antes que el recibir.

Este espíritu de servicio se manifiesta en la idea de "dar de sí antes de pensar en sí" y "servir y no ser servido", que en paralelo fui encontrando en Rotary International . No es una actitud heroica que dependa solo de nuestras fuerzas, sino que se realiza con humildad y aprendiendo a ser flexibles y abiertos. Así, no nos quedamos atrapados por las circunstancias de la vida, sino que elegimos y aceptamos incluso aquellas que, a simple vista, no parecen beneficiosas, buscando "lo más grande desde lo más pequeño".

Pero... ¿por qué hablamos de esto Santiago? Esta unión de ideas me viene gracias a un ejemplo cotidiano que bien puede ilustrar esta diferencia en actitudes hacia el servicio que observo en la actitud de un par de cuidacoches. Estos dos están situados a pocas cuadras de distancia, pero con enfoques completamente distintos hacia su tarea.

-No hacer nada por otros es la perdición de nosotros mismos. Horace Mann.

El primero, un hombre de aspecto descuidado, con un chaleco reflectivo de una agrupación política, que no es el que otorga la municipalidad a quienes están registrados; aparece solo cuando te retiras con el auto, muestra una especie de amabilidad que se desvanece una vez recibe unas monedas, que él considera siempre insuficientes para el esfuerzo que entiende ha realizado, y desaparece sin dar mayor ayuda u orientación. Alguna vez creo que le pregunté si me cuidaba el auto, o si cuidaba que no me fuera sin dejarle algo. Su actitud es propia una mentalidad transaccional: su amabilidad y disposición están condicionadas por la expectativa de una recompensa.

Un par de cuadras más adelante, una mujer, que parece estar hablando sola o en una conversación imaginaria con cada vehículo que por allí pasa. Luce bien, es menuda, y con lluvia o sol, está allí. Su dedicación va más allá de su tarea principal. Además de cuidar los coches, se para en la esquina de un cruce que, por la visibilidad y la velocidad de una de las calles, podría denominarse peligroso. Ella va señalando a los vehículos cuándo avanzar y cuándo esperar, a pesar de que un cartel de "PARE" ya cumple esta función. Su actitud no está impulsada por la espera de una compensación, sino por un deseo de servir a los demás y garantizar su seguridad.

Esta mujer ejemplifica el espíritu del Magis. Su compromiso con el bienestar de los demás, incluso en aspectos no relacionados directamente con su tarea, refleja una entrega desinteresada y una voluntad de hacer más, de dar más, sin esperar nada a cambio. Su servir va más allá de lo requerido, transformándose en una manifestación tangible de afecto y cuidado por la comunidad.

El contraste entre estas dos actitudes da relieve a la diferencia entre servir y ser servido. Mientras que el primero se centra en lo que puede obtener, el segundo se centra en lo que puede dar. En la diaria, es fácil caer en la trampa de medir nuestros actos por lo que recibimos a cambio. Sin embargo, el espíritu del Magis invita a superar esta visión limitada y abrazar una actitud de servicio auténtico y generoso.

Hoy, donde suelen valorarse más las recompensas materiales que el auténtico acto de servir, el ejemplo de esta mujer cuidacoches me recuerda cada vez que paso por su esquina, que el mayor impacto viene de aquellos que dan de sí mismos sin reservas. Siguiendo ese camino, podemos encontrar en nuestras propias vidas oportunidades para hacer más, para dar más, y para servir a los demás con generosidad y desinteresadamente.

-El más pequeño acto de amabilidad vale más que la más grande intención. Oscar Wilde.

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