El Misterio del Trabajo de Papá
Había una vez una niña llamada Adriana, una pequeña llena de curiosidad y energía. Un día, Adriana decidió que quería saber y entender en qué trabajaba su papá. Su mamá le dijo que su papá trabajaba en Recursos Humanos, específicamente en el área de selección y talento, pero eso no le decía mucho a Adriana.
— Mamá, ¿ qué significa trabajar en Recursos Humanos ? —preguntó Adriana con ojos curiosos.
— Oh, es un trabajo muy importante. Papá ayuda a encontrar a las personas adecuadas para los trabajos y se asegura de que todos tengan la oportunidad de mostrar sus talentos, los que se ven fácilmente y los que no se ven a primera vista y están más ocultos.
Adriana no estaba muy segura de entender, así que decidió preguntarle directamente a su papá. Esa noche, después de la cena, se acercó a él con su pregunta.
— Papá, ¿tú en qué trabajas?
El papá de Adriana sonrió y le explicó:
— Trabajo en Recursos Humanos, en el área de selección y talento. Mi trabajo consiste en encontrar a las personas más increíbles para trabajar en nuestra empresa y ayudarlas a mostrar y dar lo mejor de sí mismas.
Adriana frunció el ceño, aún confundida. Su papá decidió que quizás un día, ella podría acompañarle para ver en acción lo que hacía cuando estaba tantas horas delante de su ordenador y hablaba con esos "señores extraños". Juntos fueron a su lugar de trabajo, donde vio a su papá entrevistando a personas y hablando sobre sus habilidades, sus experiencias, sus miedos y sus sueños.
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A medida que Adriana observaba, comenzó a darse cuenta de que su papá no solo seleccionaba a personas para trabajos, sino que también les brindaba la oportunidad de crecer y aprender. Les enseñaba todas las cosas buenas que tenían, y les decía en las que tenían que mejorar. Comprendió que su papá era como una sembradora de talento.
Finalmente, una tarde, su papá la llevó a un parque y le dijo:
— Adriana, mi trabajo es más o menos como ser un pescador. Pero no de peces, sino de talento. Busco personas especiales con habilidades y talentos únicos y las ayudo a brillar en lo que hacen.
Adriana sonrió, sintiéndose orgullosa de su papá.
— Eres como una sembradora de talento, ¿verdad?
— Sí, exactamente, algo parecido... —respondió su papá sonriendo—. Y tú, si quieres algún día, podrás ayudar a muchas personas a comprender lo buenas que son.
Adriana abrazó a su papá con fuerza, feliz de haber descubierto el misterio de su trabajo. Desde entonces, cada vez que le preguntaban a Adriana qué quería ser cuando creciera, respondía con una gran sonrisa:
— ¡Quiero ser una sembradora de talento, como mi papá!