El mundo ya es un lugar mejor

La generosidad es una de las cualidades que casi con seguridad a todos nos gustaría poseer, y es que no en vano dicen de ella que determina al ser humano perfecto. ¡Cuántas veces habremos escuchado eso de “el mundo sería un lugar mejor si las personas fuesen más generosas con los demás”. Bueno, pues si tenemos en cuenta una de las vertientes de lo que implica ser generoso, precisamente aquella que hace referencia a anteponer a los demás a nosotros mismos, puede que ya no hablemos nunca en condicional.

A lo largo de más un mes hemos comprobado que es esto lo que ha sucedido en este Hospital, al igual que en otros muchos hospitales (también en residencias, centros sociosanitarios…) de España y del mundo: hemos visto y vemos rostros exhaustos, pero felices; felices al ver a otros que también lo son por el esfuerzo realizado, siendo éste el combustible que aviva las fuerzas para estar ahí un día más, dándolo todo, porque en el acto mismo de dar radica precisamente su fuerza.

Quizás una de las cosas importantes que hayamos aprendido con esta crisis sea que la generosidad también es dar más de lo que puedes. Es cierto que algunos ya lo sabían, pero esta terrible pandemia lo ha puesto más de manifiesto. Y puede que por esto mismo, cuando todo termine, cuando finalmente veamos la luz al final de túnel, también seamos más sabios, al habernos desprendido de muchas cosas superfluas y haber comprendido que cuanto mayor es la ayuda, más beneficiados somos, porque más obtenemos en el cómputo final. 

Sí, ya no hablaremos en condicional al haberse producido un hecho crucial en la mayoría de nosotros: hemos sufrido y sufrimos por la desgracia ajena, y algunos incluso lo han hecho hasta el extremo de renunciar a aquello que tanto necesitaban, buscando resultados siempre en los demás.

 Después de todo, esta nefasta experiencia no solo nos deja dolor, sino que también nos permite conocer que de verdad existe mucha gente buena, personas que ofrecen aquello que albergan en su inmenso corazón, de forma silenciosa y con una sonrisa la mayoría de las veces, aquella que arrancan, sin pensárselo dos veces, de su alma maltrecha por tanto dolor y cansancio.

Y otro rasgo fundamental de la generosidad de estas personas es la oportunidad, el dar a tiempo, en ocasiones, antes incluso de que se les pida, siendo buenos entendedores de la necesidad y el sufrimiento ajeno. Sin importar si es mucho o poco lo que puedan perder al hacerlo. Con humildad y con gesto de extrañeza incluso cuando ponemos en valor su gesto, indicándonos que sacamos consecuencias muy grandes de una cuestión tan pequeña. Qué grandeza la suya!!!

Por último, también quiero hacer especial mención a la generosidad de los que reciben, “al agradecido, más de lo pedido”. Porque quizás también sea otra de las múltiples enseñanzas que nos deja el momento actual: reconocer la valentía con la que están recibiendo los más vulnerables, aquellos con los que se ha cebado especialmente la desgracia. Es curioso: en una época en la que se ha   impuesto el distanciamiento social es cuando más murallas estamos derribando, sobre todo, alrededor de nuestros corazones, comprendiendo algo que a veces resulta difícil de entender, como saber que algunas bondades no se deben pagar nunca, sin que ello nos convierta en seres egoístas. Todo lo contrario, somos seres alegres y felices por tener la oportunidad de otorgar a otros la preciada oportunidad de dar. “Es en dar que recibimos”, escribió San Francisco de Asís.

Gracias a todos, compañeros. Normalmente, las decisiones que uno toma   determinan nuestro futuro para siempre, pero las vuestras, vuestro empeño en seguir al pie del cañón sin importar el miedo, el cansancio, la pena o el desaliento, esas decisiones han determinado también el destino de muchas otras personas.

No, no cabe el menor género de duda: el mundo entero reconoce hoy vuestra grandeza y es que gracias a vosotros el mundo es ya un lugar mejor.

Mª Laura Vicente Vallejo

Responsable Dpto. de Comunicación

Hospital San Rafael de Madrid