El poder de creer en uno mismo
El otro día, me di cuenta de algo muy importante que hacía un tiempo que no experimentaba. Por tendencia normal, soy una persona bastante positiva e intento que los de mi alrededor estén en la misma tónica que yo, al igual que si estoy yo en un momento malo, mi entorno me dé ánimos y creencia en que lo que voy a hacer es importante.
Llevo pocos días en el Máster de Dirección de Comunicación y Asuntos Públicos, en la Universidad Europea de Madrid. Allí estoy conociendo a compañeros de distintos lugares de España o del mundo que creo que nos estamos ayudando mutuamente a sacarnos lo mejor de nosotros mismos.
El otro día en la clase de Almudena Rodríguez estuvimos hablando de la gestión de equipos, a través de una actividad en la que nos pedía saber cuáles eran nuestros "días buenos y malos" y esos atributos positivos y negativos se encontraban cada uno en cuatro tonalidades. Estaba el color amarillo, verde, azul y rojo y cada uno teníamos que decir con qué color nos sentíamos identificados y elegir piezas de las famosas construcciones que hacíamos cuando éramos pequeños.
En mi caso me tocó el color verde y tenía atributos como "fiable" y "tranquila" dentro del buen día y "obstinada" y "reservada", adjetivos dentro del mal día. Como construcción elegí el cilindro, sin pensarlo. Tras esto, Almudena nos pidió que, en grupos de cuatro personas, hiciésemos como una especie de logo. En el caso de mis compañeras, eligieron verde triángulo, rojo cilindro y rojo triángulo. Cuando nos dispusimos a elaborar el logo, se me ocurrió una idea: montar cilindro verde con triángulo rojo y cilindro rojo con triángulo verde. Mi cabeza empezó a pensar que, de forma metafórica, con la ayuda de un cilindro (denotativo) y con un cilindro (connotativo) y un triángulo (denotativo) o tejado, si lo miramos desde un lado connotativo, podíamos construir una casa. Metafóricamente pensé en que eso para mí tenía el significado de "con cimiento (formación) y con tejado (perseverancia y creencia en sí mismo) conseguiríamos lo que nos propusiéramos",
Cuando llegaba a mi casa, me puse a reflexionar sobre la clase del otro día en el metro y dije "cuánto tiempo llevaba sin creer en mí misma y qué poco tiempo me ha hecho falta para darme cuenta de ello". Mientras cenaba y como cualquier persona de la “Generación Z", le conté el día a una amiga y le dije "no sabes la lección que me he llevado hoy de clase. Creo que es una de las más importantes del máster". La reacción de mi amiga, cito textualmente fue, "gracias Lucía por darme uno de los aprendizajes más importantes de la vida”.
Por eso, a través de esta experiencia que estoy viviendo me estoy dando cuenta de la gran capacidad que tengo para creer en sí misma, sin yo saberlo. Mis compañeros, sin saberlo, me lo han hecho descubrir. Podemos tener multitud de diferencias, pero sé que tenemos muchísimas ganas de trabajar los unos con los otros para poder potenciarnos esto. Y, sinceramente, ¡qué bonito tener compañeros así!.