El Poder del Storytelling: El Ejemplo de Mi Abuela Pacita
Hoy quiero compartir con ustedes mis queridos lectores, una parte especial de mi historia, una lección valiosa que aprendí de mi abuela, María de la Paz Pontón de King (Pacita) una mujer cuya vida estaba impregnada de la riqueza de las historias. Mi abuela, nacida y criada en el encantador pueblo de Mompox, Colombia, era una maestra en el arte del storytelling, y a través de sus relatos, me enseñó la profunda conexión entre las historias y el cambio en el mundo. Cuando escuchamos historias, nuestra curiosidad innata se activa. Curiosidad por: querer saber más, conocer más del tema y sobre todo, ver cómo terminará el cuento.
Un Vínculo Intuitivo con las Historias de Mompox:
Mi abuela siempre tuvo una intuición innata para tejer historias que capturaban la esencia de Mompox, un lugar donde el río Magdalena abrazaba las calles empedradas y las historias resonaban en cada esquina. Desde mi infancia, me sentaba a su lado mientras me envolvía en las narrativas mágicas de la rica cultura costeña, caribeña, la cual mezclaba con tradiciones, sabores y personajes propios de su tierra natal. A través de sus palabras, el pasado cobraba vida, y Mompox dejaba una impresión indeleble en mi corazón.
Aprendizaje a Través de las Historias:
Mis lecciones más valiosas no vinieron de libros de texto ni de conferencias formales, sino de las lecciones de vida que mi abuela transmitía a través de sus cuentos, anécdotas y todo el aservo de la tradición verbal tan potente que tenemos en Colombia. Cada historia llevaba consigo una moraleja, una sabiduría ancestral que se transmitía de generación en generación. Las historias no solo eran entretenimiento, sino un medio para transmitir valores, lecciones y perspectivas únicas sobre la vida. También, son una excusa más para aprender a ponernos en los zapatos del otro, y, sobre todo: entender mucho más nuestra cultura, compartiendo.
El Poder Transformador de las Historias:
Las historias tienen la capacidad de cambiar el mundo, y lo he visto de primera mano a través de mi abuela. Las narrativas de resistencia, esperanza y comunidad en Mompox inspiraron a las personas a preservar su patrimonio cultural y a enfrentar los desafíos con valentía. Así como tenía cuentos de sus días de colegio, donde defendía a sus hermanitos de compañeritos abusivos como "gata bocarriba", también contaba historias maravillosas sobre entierros llenos de oro puro de la época de colonia, ubicados en lugares insólitos a los cuales nadie podía tener acceso. Mi abuela usó sus historias para construir puentes entre generaciones, promover la comprensión y fomentar un sentido de identidad arraigado en la rica historia de Mompox.
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Cómo las Historias Pueden Cambiar el Mundo:
Mi abuela me enseñó que cada historia vale y que, colectivamente, pueden generar un impacto significativo en el mundo. Las historias humanizan, conectan y construyen puentes entre diferentes culturas y experiencias. Al compartir nuestras historias, no solo preservamos nuestro legado, sino que también creamos una base para la empatía y la comprensión mutua.
Conclusión:
En el cierre de esta reflexión sobre el poder del storytelling, me encuentro agradecida por las lecciones tan tremendas que mi abuela me legó. Su habilidad para entrelazar las historias de Mompox revela la capacidad única de las narrativas para transformar no solo individuos, sino comunidades enteras. En un mundo donde la conexión humana a menudo se ve amenazada por la distancia física, la independencia excesiva y las diferencias percibidas o imaginadas, las historias se erigen como un puente que une corazones y mentes. Sigamos el ejemplo de mi abuela, celebrando nuestras historias, compartiéndolas con el mundo y reconociendo que, en cada relato, yace el potencial de cambiar la forma en que vemos, entendemos y nos relacionamos con nuestro entorno. La herencia de mi abuela no solo reside en sus historias, sino en el recordatorio perdurable de que nuestras propias narrativas tienen el poder de trascender el tiempo y el espacio, moldeando el futuro mientras honramos el pasado.
Luisa F. Echeverría-King, PhD.