El poder la música
Benjamín Zander es un director de orquesta británico nacionalizado estadounidense, considerado uno de los más prestigiosos del mundo y el mayor especialista en la obra de Gustav Mahler. Destacado por brindar conferencias ilustrativas antes de sus conciertos. Comparte las historias que se esconden detrás de las composiciones y en las que, además, transmite su amor por la música. “La música clásica eleva al ser humano para ser la mejor versión de sí mismo”, asegura. La comunicación metafórica que planteó como smart speaker para TED a través del preludio en MI menor opus 28, Nro. 4 de Frédéric Chopin, resultó en una búsqueda personal por entender el misterio de lo que él llamó, la larga línea del SI al MI.
Al escuchar esta sencilla y conmovedora pieza descubrí el largo proceso que supone la pérdida, y la ulterior aceptación de lo inevitable. La sutil alusión del término “smorzando”, muriendo, extinguiendo, propuesta por el compositor en la partitura, nos revela el tormento del proceso creativo y su afán por perpetuar en el tiempo tan solo unos breves acordes, sosteniendo la melodía tanto como fuera posible, a través de cadencias engañosas, hasta finalmente “llegar a casa”, a un puerto conocido y seguro como el pájaro que vuela por el campo sin preocuparse por los cercos bajos.
Zander propone entender la motivación de la obra a través de nuestras propias vivencias, pensar en alguien que se adora y que ya no está presente; recordar un amor ausente, la pérdida de un ser amado y solo así seguir la larga línea por todo el camino del SI al MI escuchando todo lo que Chopin tenía para decir. Todos, sin distinción alguna, podemos confrontar nuestra capacidad de escuchar, entender y emocionarnos; es por eso que creo que la música clásica es para todos. A ese primer nivel, el de la emoción, todos estamos invitados; es verdad que existen otros niveles como el argumental o el simbólico, pero en ese primer nivel, como alguna vez le escuche decir a Ramón Gener, prolífico divulgador musical y artístico, todos tenemos algo que decir. Todos somos capaces de percibir e identificar con una alta precisión, las emociones propuestas por los artistas, sumergirnos en los sentimientos que dieron origen a sus obras o composiciones, entendiendo que el arte no podrá dejarnos nunca indiferentes.
“Si no fuera físico, probablemente sería músico. A menudo pienso en música. Vivo mis sueños en música. Veo mi vida en términos musicales. No puedo decir si habría podido hacer alguna pieza creativa de importancia en la música, pero sí sé que lo que más alegría me da en la vida es mi violín”.
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(Albert Einstein 1879 - 1955).
Su labor como músico y director, tras reconocer que no emitía sonido alguno en los conciertos, fue entender que su poder dependía de su habilidad por hacer poderosos a otros, y esa sola idea cambiaría todo en su vida. Descubrió que su propósito era despertar posibilidades, y solo así generar lo que él llama el éxito; la sencilla y a la vez compleja capacidad de causar un impacto perdurable en el otro. Por supuesto que quería saber si lo estaba logrando y, empezó a descubrirlo en el brillo de los ojos de cada persona a su alrededor.
Así que me atreví a preguntar cuántos ojos brillantes hay en mi mundo, quién estoy dejando de ser para que los ojos de las personas de mi vida no brillen, en mi hogar, en mi empresa, en mi propia comunidad. Quizás esta sea la más hermosa definición de éxito que he escuchado en mucho tiempo por el impacto profundo que es capaz de generar no en los demás, sino en uno mismo.
¿Cuál sería la última pieza que le gustaría dirigir? En la respuesta de Benjamin Zander se resume su pasión como una actitud ante la vida: "La ‘Novena Sinfonía de Mahler’, porque es una despedida que expresa la gratitud por estar vivo”.
Si quieres ver la charla TED que inspiró esta publicación, puedes mirarla aquí