El primer caso de inclusión: La equidad de Género
Analizando en detalle el vocablo equidad de género vemos que se ha convertido en un tema en boga; sin embargo, si ahondamos en la historia de la humanidad, vemos que el tema ha sido tratado durante gran parte de ella. Tanto así que el 10 de diciembre de 1948 se incorporó la equidad de género a las normas internacionales de los derechos humanos. Además, los estados parte, miembros de las Naciones Unidas (ONU), han realizado una serie de convenciones para erradicar la violencia contra la mujer como la de Belém do Pará.
Tan importante es la equidad de género hoy en día, que es el quinto de los objetivos del milenio (ODS) y a pesar que se han conseguido avances importantes en esta línea; aún se observan casos de abuso y violencia contra el “sexo debil”(como se ha clasificado a las mujeres), sobre todo en países de Asia, Africa y Latinoamérica. ¿A qué creen que se debe el hecho de estos avances irregulares y paulatinos? Pues para mi la respuesta está en nuestros modelos mentales.
Hablamos de equidad en el colegio, las noticias, el trabajo, los amigos, en fin en todos lados. Empero no sirve de mucho, si cuando llegas a casa ves una imagen estereotipada y aceptada por la sociedad en la cual el hombre es de la calle y la mujer de la casa. Dentro de la realidad que nos han vendido el hombre trabaja porque es la cabecera del hogar y la esposa solo lo “ayuda” si este es su deseo; o, si es que las finanzas no alcanzan. El hombre es el que alza la voz para imponer su decisión, eso sin mencionar los hechos violentos (físicos, como psicológicos).
Además, estoy seguro que todos tenemos más de una amiga que es madre soltera y otros somos hijos de padres divorciados. A pesar de toda la información a nuestro alrededor sobre equidad, lo cierto es que aun hoy en la actualidad, miramos diferente a las personas de sexo o color diferente al nuestro. ¿Se han preguntado la razón?
Una vez más, la respuesta es clara, en escritos anteriores le comentaba como los modelos mentales hacen las veces de brújula interna porque no sirven de guía, además de ser nuestro piloto automático para evitar saturarnos de información. Es así cómo se forman los hábitos. Sin embargo, al responder de forma mecánica, por así decirlo; en ocasiones solemos perder información valiosa, sobre todo cuando dialogamos. Ya que en el mundo de las ideas todo es posible.
Entonces, ¿de qué sirve que hablemos sobre tópicos como este, si nuestra conducta va a decir todo lo contrario?; recordemos que se aprende con ejemplos. Es decir, que si queremos una sociedad más inclusiva debemos revisar nuestros actos, ¿cómo nos comportamos en público y en privado y qué clase de pensamientos poseemos? ¿Dónde aprendimos? ¿Cuál es su utilidad? No cree el lector que ya es hora de cambiar de perspectiva y evaluar ¿En qué se basan nuestros fundamentos? Aquellos que defendemos a cabalidad en cualquier debate.
Para establecer un criterio uniforme es importante esclarecer ciertas definiciones básicas. Por un lado tenemos la igualdad de género que es la normativa constitucional en la cual se establece que todos los seres humanos somos iguales y por ende poseemos igualdad de derecho sin distinción de ningún tipo (algo aparentemente evidente). En cambio la equidad son todas aquellas iniciativas y prácticas sociales con la cual se refuerza la igualdad de género. Por último el género está ligado al tipo de sexo.
Y a estas alturas varios compañeros del género masculino dirán porque es importante hablar sobre la equidad de género si hoy en día las mujeres cuentan con privilegios que no contaban antes. Pues precisamente al hablar de igualdad de derechos no existirían fenómenos como el techo de cristal, machismo, feminismo, clasismo y toda una serie de variables resultado de creencias sostenidas a lo largo del tiempo. Lo que denominaba Jung el inconsciente colectivo.
Por ejemplo, una creencia sostenida por la humanidad es que la mujer debe velar por el hogar y además trabajar, con lo cual debe desempeñar doble rol en la sociedad. Demanda que suele ser minimizada cuando se cuenta con la pareja adecuada. En efecto, frente a la realidad de teletrabajo vivido el año pasado, la mayoría de las mujeres se vieron afectadas con crisis de ansiedad, ataques de pánico y estrés, producto de la sobrecarga a la que se vieron expuestas resultado de la pandemia.
Sin duda alguna el tema es generoso para hablar sobre él, sin embargo más interesante resulta actuar. Por ende, aprovecho la oportunidad para hacer extensa la invitación al lector a evaluar y redactar un listado de iniciativas a su alcance para fomentar la equidad de género en lo laboral, comunitario y social.
Como segundo paso, luego de realizar el listado de acciones, responda a las preguntas: ¿Qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿por qué?, ¿para qué?, ¿con quién? Recuerda, si deseas trabajar este interesante tema con tu capital humano solo hazmelo saber al cragestores@gmail.com o al (593)967901020.