El principio de Simpson (H. Simpson)
Aunque no lo sepamos, las decisiones ambientales en nuestro planeta hace ya mucho tiempo que se adoptan de acuerdo al "principio de Simpson", concretamente, al de Homer Simpson. Estamos acostumbrados a ver a este orondo y amarillo personaje al frente de su panel de mandos, tocando botones alocadamente, sin tener ni la más remota idea de su funcionamiento ni de las consecuencias de apretarlos, tan solo deseando obtener el resultado esperado (normalmente evitar que Springfield, esté donde esté, desaparezca del mapa, borrada por una explosión nuclear).
En el caso de la humanidad, el panel de mandos ha sido la naturaleza y los objetivos de lo más diverso: producir cosechas, obtener energía, disponer de minerales, ... explotar los recursos naturales para el desarrollo de nuestra especie. La diferencia principal radica en que cada uno de los botones que han sido apretados, ha tenido sus propias y, a veces, inesperadas consecuencias. Se han obtenido cosechas eliminando bosques y reduciendo la diversidad de especies, las fuentes de energía han contaminado el planeta, extraemos recursos, cada vez más baratos, destruyendo ecosistemas enteros, ... Fruto de esta filosofía, a ciegas unas veces, actuando sin escrúpulos otras, hemos llegado a una situación que, cada vez más, nos parece crítica.
Hace unos meses tuve el privilegio de asistir al Congreso Mundial de la Naturaleza de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) celebrado en Hawái. El lema de este encuentro era "Planeta en la encrucijada", un eslogan que, bien mirado, no deja de ponerte los pelos de punta. Tras días de ponencias magistrales, grupos de trabajo, mesas redondas, ... a todos nos quedó claro que el momento es ahora, mañana será demasiado tarde para actuar. Sin embargo, meses después, la implantación de soluciones no parece que se esté acelerando, de hecho fenómenos como la presidencia de Trump, podrían incluso frenarlas.
No son necesarios nuevos "profetas del Apocalipsis", creo que ya existe suficiente información para valorar el estado de degradación ambiental actual. Ha llegado el momento de la acción. Cada persona, desde su esfera de poder y capacidad, está obligada a hacer todo aquello cuanto esté en su mano para detener el deterioro de nuestro planeta y recuperar los ecosistemas y los valiosos e indispensables servicios que nos brindan a todos los seres vivos que poblamos la Tierra. Hay ejemplos en todos los ámbitos y esferas, tanto de políticos que se han comprometido con el medio ambiente, hasta iniciativas de acción ciudadana con resultados sorprendentes y magníficos para la conservación.
Sigue siendo precioso y emocionante aquello de que "no heredamos la tierra de nuestros antepasados; solo la tomamos prestada de nuestros hijos", pero no es suficiente. Todos queremos lo mejor para nuestros hijos y la Tierra, en su estado actual, no es la herencia que soñamos entregarles. Por eso, es la hora de ponernos manos a la obra, para que cuando nos toque abandonar este maravilloso planeta, oasis en la infinidad del universo, podamos irnos con el orgullo y la satisfacción del que ha luchado hasta el final.