Humanidad 5.0
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Humanidad 5.0

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¿De qué se trata este artículo?

  • El impacto del virus en nuestras vidas.
  • Las advertencias de los sabios de otros tiempos.
  • Los líderes que necesitamos para el futuro.

60 millones de años le llevó al caballo evolucionar a lo que es hoy. El ser humano lleva apenas 1 millón de años; para los tiempos del universo somos una especie que apenas está en su etapa infantil.

En el clásico de la ciencia ficción “La guerra de los mundos” de H.G. Wells, los extraterrestres llegan a la tierra con sus poderosas tecnologías y empiezan arrasar con la humanidad sin que los humanos pudiéramos hacer algo para defendernos. ¿Qué los detuvo? Una simple gripe, un virus. 

Ilustración original del libro de H.G. Wells

Viendo todo lo que sucede con la pandemia me pregunto si no seremos víctimas de nuestra propia ambición como especie. Si este virus no será un anticuerpo del planeta para protegerse de nosotros. Después de todo, lo único que estaría haciendo la tierra es lo mismo que haría nuestro cuerpo: proteger su vida. 

La vida protege a la vida.

diría el Dr.Viktor Frankl, el creador de la logoterapia que se inmortalizara con su libro “El hombre en busca de sentido”. Y lo que está sucediendo en el mundo con esta pandemia, no es más que otra reacción de este gran ecosistema llamado tierra. Este maravilloso planeta que pende de un equilibrio muy frágil y del cual hemos inclinado la balanza demasiado en pro de nuestro estilo de vida y en detrimento de la naturaleza. 

Alguna vez tuve el privilegio de entrevistar a una Bióloga que trabaja en el proyecto para preservar a la vaquita marina, una de tantas especies en peligro de extinción. Recuerdo bien que me hizo una explicación muy clara del impacto que tiene la pérdida de algunas especies sobre la tierra. Me explicaba que el equilibro de nuestro planeta es como si jugaras Jenga, el clásico juego de mesa que apila pequeños cuboides de madera en una torre. En el juego tienes que extraer esos cuboides sin que se caiga la torre. La bióloga me explicaba que hay especies que sostienen el equilibrio del planeta más que otras y que cuando desaparecen es como si quitaras el soporte estructural de la base de la torre. Es decir, cuando mueren ciertas especies, alteramos nuestro ecosistema de tal forma que se genera una reacción en cadena que tendrá un impacto en todo el planeta difícil de calcular. Me ponía como ejemplo lo que sucedió en los pantanos de Lousiana en Estados Unidos. Los locales empezaron a cazar castores para comercializar sus pieles. Cuando acabaron con los castores los pantanos dejaron de producir peces. ¿Qué tienen que ver los castores con los peces? Sucede que los castores se alimentan de lirios y mantienen la cantidad de lirios necesaria en balance. Cuando ya no hubo castores los lirios plagaron los pantanos y los dejaron sin oxígeno, acabando con la vida de los peces. 

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Somos una especie infantil, todavía no entendemos bien el impacto que tienen nuestras acciones y nuestro consumo desmedido sobre nuestro ecosistema. Lo que sí sabemos es que la tierra se está manifestando en virus, en incendios, en terremotos, en cambios de clima y muchas otras cosas más.

No es necesario ver las raíces del árbol para ver que el fruto está podrido.

Nos dice T- Harv Eker. Y creo que como especie deberíamos entender de una vez que no importa lo que los científicos y luchadores de causas sociales nos digan, ni los datos que nos presenten. El fruto está cayendo podrido y eso debería de ser suficiente para llamarnos a cambiar de una vez por todas nuestra manera de vivir. 

Hoy en la mañana me invitaron a participar en un programa de radio para responder una pregunta fundamental para el futuro de nuestro planeta: ¿Qué tipo de líderes necesitamos para estos tiempos? De inmediato me vino la respuesta a la mente: necesitamos líderes estoicos. Hace apenas unos meses revisaba el estoicismo de Séneca. Me sorprendió ver que la mayoría de los líderes que hoy están definiendo nuestro destino son lo opuesto. Uno de los principios de los estoicos, que ha sido olvidado por la mayoría de estos líderes y por nosotros sus seguidores, nos dice:

Somos parte de la naturaleza, no sus dueños.

Esto los sabían los primeros pobladores pero el hombre moderno se ha olvidado por completo de este principio fundamental de vida. Una y otra vez hemos escuchado este mensaje con el pasar de las generaciones, una y otra vez hemos hecho caso omiso de las advertencias de los sabios sobre esta manera de vivir, de consumirnos el mundo. Como lo haría en 1855 el jefe Seattle de la tribu Duwamish cuando, Franklin Pierce entonces presidente de Estados Unidos, ofreció comprar sus tierras. En este video Joseph Campbell da lectura a esa carta ilustrándola con imágenes de la vida en el planeta 👇

Lo sabía también Séneca, cuando en un párrafo lapidario, nos dejó la advertencia en los principios del estoicismo.

 Cuanto más se prolonguen los pórticos, cuanto más altas se eleven las torres, cuanto más ampliamente se extiendan los barrios, cuanto más hondas se excaven las residencias de verano, cuanto más recargados sean los techos de los comedores, tanto más cielo queda oculto a su vista.

Hoy tenemos todo tan fácil que se nos ha olvidado todo lo que tiene que suceder para que la vida sea posible. Nuestra arrogancia como especie nos ha hecho sentirnos dueños de la naturaleza pero se nos olvida que “la vida, protege a la vida” y lo hará a pesar de nosotros si no empezamos a cuidar la vida.

De corazón espero que esta pandemia y todos los mensajes positivos que están circulando sean la chispa que encienda la luz de la conciencia en nosotros. Te invito que a partir de hoy empecemos a cuidar la vida en este planeta de manera equlibrada... nadie más lo va hacer.

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