El propósito de mi vida

Hoy a las 8:00am, la temperatura en la calle Goya era de 0 grados. Al bajar de la moto, he soltado un "J***r, que frío" que me ha salido del alma.

Mientras encaraba el paso de cebra para cruzar ha habido algo que me ha llamado tanto la atención que he tenido que mirar varias veces.

Al otro lado de la calle había una monja, de unos 65/70 años, con los pies descalzos tapados por unas sencillas sandalias, y un hábito blanco que parecía más bien fino. Ha cruzado la calle y ha entrado en la Iglesia de la Concepción.

Como te imaginarás, me he arrepentido de mi queja al instante.

Esta escena, cotidiana y extraordinaria a la vez, me ha hecho reflexionar sobre lo que es capaz de hacer el ser humano por un bien mayor. Si esta señora no tuviera un sentido a ese sufrimiento, ese acto sería más masoquista que heroico.

De alguna manera, el sufrimiento deja de ser sufrimiento en el momento en que encuentra un significado... un propósito.

¿Te suena esta palabra? A mi también. Está de moda. Tener un propósito para tu vida es pasar de ver en blanco y negro a ver a color.

Tener un propósito para tu vida es pasar de ver en blanco y negro a ver a color.

Durante el Máster en Dirección de Personas, Alvaro Lleo nos enseñó (en otras cosas) que el propósito de la empresa estaba ligado, de alguna manera, a encontrar el propósito personal. Muy resumidamente, la empresa prospera más cuando es canalizadora e impulsora del propósito de cada persona. Se trata de generar una sinergia que favorece a empresa y empleado.

El hábito de esa monja revela cuál es el propósito que ella ha elegido para su vida. Pero para ti y para mi, es distinto (o no). Yo lo que intento es que te plantees cuál el tu propósito, a qué has venido los años que se te han dado para vivir y hasta dónde estás dispuesto a llegar para cumplirlo.

Por si te sirve de ayuda, Víctor Frankl sugería que es el amor la meta más alta a la que puede aspirar el hombre. Y yo creo que es verdad.

Ojalá te ayude.

D.O.G