El verdadero rol de un CEO en una multinacional: 
             Liderazgo vs. Autopromoción

El verdadero rol de un CEO en una multinacional: Liderazgo vs. Autopromoción


El verdadero rol de un CEO en una multinacional: Liderazgo vs. Autopromoción

En las grandes multinacionales, el papel de un CEO va mucho más allá de la toma de decisiones operativas o la representación de la marca. Un CEO debe ser el guardián de la visión y los valores de la empresa, impulsando una estrategia sostenible a largo plazo que beneficie no solo a los accionistas, sino también a los empleados, clientes y la sociedad en general. Sin embargo, en un mundo donde el poder y la visibilidad personal son cada vez más valorados, hemos visto el auge de una tendencia preocupante: los CEO que, en lugar de centrarse en los objetivos corporativos a largo plazo, usan su posición para autopromocionarse.

Este tipo de CEO ve a la compañía como un trampolín, una marca que explotan para aumentar su perfil público y posicionarse para su siguiente "gran oportunidad". Desvinculan sus intereses personales de los intereses de la empresa, buscando obtener beneficios inmediatos para sí mismos. Esto puede traducirse en decisiones cortoplacistas, que priorizan resultados rápidos, la cobertura mediática personal y, en ocasiones, decisiones arriesgadas que ponen en peligro la estabilidad a largo plazo de la empresa. Al final, este enfoque erosiona el valor y la confianza en la marca que deberían proteger y fortalecer.

El rol de un CEO no es estar en el centro del escenario para ganar influencia personal, sino liderar desde el frente para inspirar a otros y guiar a la empresa en un camino de crecimiento sostenible. Los grandes líderes son aquellos que, cuando se retiran, dejan un legado tangible: empresas más fuertes, con estructuras sólidas y valores claros. Su influencia no se mide en la cantidad de titulares que generan, sino en el impacto positivo y duradero que dejan en su empresa y sus empleados.

Un CEO comprometido con su compañía entiende que el éxito verdadero no llega de la autopromoción, sino de un liderazgo que inspire, que sea transparente y que construya un futuro mejor para todos los stakeholders. El enfoque no debe estar en lo que el CEO puede obtener de la empresa, sino en lo que el CEO puede aportar a ella para generar valor a largo plazo.

Al final, el tiempo siempre pone a cada CEO en su lugar. Aquellos que ven su puesto como un paso hacia una recompensa personal efímera se desvanecerán de la memoria corporativa. Los que lideran con visión, integridad y compromiso perdurarán en el éxito de las empresas que ayudaron a crecer y transformar.

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