Elon Musk demanda a OpenAI por lucrarse.
Es verdad que al polémico fundador de Tesla le gusta una demanda como a mí unas vacaciones, pero creo que esta demanda presentada frente a OpenAI en California tiene miga por muchos motivos. Es un movimiento que tiene fuertes implicaciones en pleno panorama de ebullición en el mundo de la inteligencia artificial, ya que cuestiona la actuación de OpenAI desde su constitución como entidad sin ánimo de lucro hasta su actual relación con el gigante tecnológico Microsoft.
En este contexto es en el que Elon Musk, CEO de Tesla y propietario de la plataforma X (anteriormente Twitter), ha decidido presentar recientemente una demanda contra OpenAI y sus cofundadores, Sam Altman y Greg Brockman, por incumplimiento de contrato y deber fiduciario.
No obstante y antes de que lancemos las campanas al vuelo, varios expertos en este tipo de procedimientos en EEUU cuestionan la solidez del caso, sobre todo debido a la ausencia de un contrato escrito y firmado por todas las partes involucradas. No es lo mismo "traicionar" los principios no escritos de un pacto que violar un contrato, especialmente en un ordenamiento jurídico como el estadounidense.
La demanda de Musk se centra en la alegación de que el equipo de OpenAI en sus inicios tenía como objetivo desarrollar una Inteligencia Artificial General (AGI, por sus siglas en inglés) "para el beneficio de la humanidad", pero que el proyecto se ha transformado en una entidad con fines de lucro controlada principalmente por Microsoft.
Musk aprovechó gran parte de la demanda de 35 páginas presentada el viernes para contar su versión de los hechos y recordar al mundo su posición central en la creación de una empresa que se ha convertido en una de las startups más prometedoras del planeta, en gran parte gracias a la viralización de ChatGPT.
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Sin embargo, Kevin O'Brien, socio de Ford O'Brien Landy LLP y ex fiscal federal, cuestiona la solidez legal de la demanda. "Una cosa que me llamó la atención es que no hay contrato", dijo O'Brien, quien no está involucrado en ningún caso con Musk.
En la demanda, los abogados de Musk solicitan que OpenAI regrese a su trabajo como laboratorio de investigación y deje de existir para el "beneficio financiero" de Microsoft. Musk, cuya fortuna supera los 200.000 millones de dólares, no parece preocuparse por los costes legales de presentar una demanda de dudoso mérito y sin un claro beneficio económico personal.
Por su parte Shannon Capone Kirk, directora global de e-discovery e IA de Ropes & Gray LLP, sugiere que Musk podría estar buscando forzar la divulgación de más información al público sobre cómo ha estado operando OpenAI y cómo han cambiado sus objetivos comerciales en los últimos años.
En resumen, la demanda de Musk contra OpenAI presenta una serie de interesantes cuestiones jurídicas debido a la ausencia de un contrato escrito y firmado. Independientemente del resultado, la demanda brinda a Musk la oportunidad de contar su versión de los hechos y podría forzar a OpenAI a revelar más información al público sobre sus operaciones y objetivos comerciales. Esto en sí mismo hace de la demanda de Musk contra OpenAI un recordatorio de la importancia de contar con contratos claros y firmados por todas las partes involucradas para evitar posibles disputas y malentendidos en el futuro.
En el mundo de la tecnología y la IA, donde las empresas y los proyectos se desarrollan y evolucionan rápidamente, es fundamental contar con acuerdos sólidos y claros para proteger los intereses de todas las partes involucradas. En conclusión, la demanda de Musk contra OpenAI es un caso interesante para seguir de cerca y ver cómo se desarrolla en los tribunales.
Independientemente del resultado, es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de los contratos claros y firmados en el mundo empresarial y tecnológico.
¿Y qué ha dicho OpenAI de todo esto? Pues muchas cosas, os las cuento en otro artículo próximamente!