Emoción, inspiración y enseñanzas de un gran equipo

Todavía embriagado de la emoción, me pongo a escribir sobre lo que me produce el mejor equipo argentino de la historia. Han pasado 17 años desde que empecé a admirarlos y la selección argentina de básquetbol sigue emocionándome, inspirándome y enseñándome.

No es sólo por sus logros deportivos, que han sido impresionantes. No es sólo por su gran juego, de gran despliegue colectivo. No es sólo por su contagio de alegría e intensidad. No es sólo por todo el esfuerzo y trabajo que realizan. No es sólo por su inteligencia. No es sólo porque el equipo es superior a la suma de sus integrantes. No es sólo por su mentalidad ganadora y de superación. Creo que es por la suma de todo lo anterior y especialmente por los valores que transmiten y como los han podido mantener independientemente de los integrantes de cada momento. Y lo hicieron transcender a la “Generación Dorada”, la generación de jugadores que ha obtenido la medalla dorada de los juegos olímpicos de 2004.

Esto quizás sea su mayor legado como equipo. Se trata de valores.

De los valores de un equipo en el que sus integrantes prefieren perder con sus compañeros a ganar con otro equipo. De un equipo que hace un culto del trabajo y del proceso. Un proceso que comenzó con el mundial sub-22 de 1997 en Australia y todavía no ha terminado.

Un equipo que tiene respeto, deja los egos de lado y suma talentos para hacer un mejor equipo. Por ejemplo, Julio Lamas (ya técnico reconocido) fue ayudante técnico de Sergio Hernández y luego intercambiaron roles cuando fue le tocó dirigir la selección a Julio Lamas.

Es el mismo quipo donde el jugador estrella no es el capitán y el capitán es valorado y respetado por jóvenes y experimentados. Un capitán experimentado que no descansó en sus pergaminos y se preparó 3 meses antes del primer entrenamiento con la selección para aprender cosas nuevas y tener el mejor nivel que pueda alcanzar.

Un equipo inteligente que no se engaña.

Que es capaz de declarar que no se ganan los partidos sólo con coraje. También hay que jugar bien.

Otro de los valores del equipo es que no tiene miedo a perder, aún sabiendo que puede pasar. Hay que asumir los desafíos y no paralizarse por el miedo a lo que pueda suceder. Hay que levantarse e intentarlo nuevamente. Hay que dar todo lo que uno tiene. Un buen ejemplo puede ser la actuación del equipo en los juegos olímpicos de Río 2016, donde los resultados no fueron buenos pero se dio todo lo que tenía y se transmitió una energía y emoción pocas veces vista. El éxito no significa lo mismo que ganar.

He aprendido lo que es tener mentalidad ganadora y creer en el equipo. El video motivacional previo al partido de cuartos de final con Serbia es un buen ejemplo (link en el primer comentario).

Este equipo y esta generación de jugadores y cuerpo técnico ya cuenta con toda mi admiración y no dudo que

seguirá emocionándonos, inspirándonos y enseñándonos.

Gracias por todo lo que transmiten!

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