EMPATÍA LABORAL

La empatía es una capacidad innata en todos los seres humanos, aunque hay personas que la tienen más desarrollada que otras.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), la empatía es “la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro”. O lo que es lo mismo: la empatía es aquella capacidad o habilidad que permite a una persona entender el estado de ánimo de otra, sin necesidad de que se lo digan, y ponerse en su lugar en distintas situaciones. Ser empático es importante en todas las facetas de nuestra vida, tanto la personal como la profesional.

Una gran parte del día la pasamos en el trabajo. Nuestros compañeros y jefes son, seguramente, la gente con la que compartimos más horas al cabo del día. Y allí debemos convivir con personas con las que somos afines, otras con las que no y algunas, con las que no nos llevamos bien. Por eso, ser empático (y evidentemente, respetuoso) es una cualidad importante para gestionar ese día a día, en el que pueden aparecer conflictos que deben ser solucionados de manera eficaz y evitar problemas mayores. Si sabemos ponernos en el sitio del otro y comprender sus reacciones, el entorno laboral será más sano y ésto repercutirá directamente sobre nosotros.

En la comunicación eficaz, la empatía es importante para situarse en el lugar del otro. De hecho, la empatía es una de las habilidades sociales más importantes, porque es necesaria para convivir con los demás. Aunque no estés totalmente de acuerdo con un compañero de trabajo, con un empleado o con un amigo, es necesario entender su punto de vista, porque también tiene sus necesidades. 

Hay algunas cosas que debemos tener en cuenta:

  • Lo principal para ser empático es saber escuchar. Y hacerlo de forma activa. La escucha activa implica no sólo oír, sino comprender lo que nos dice nuestro interlocutor, no interrumpir cuando nos están explicando algo, mostrarse atento en todo momento, no centrarse en los detalles, etc.
  • No debemos juzgar a la persona y debemos comprenderla. Es fundamental que la persona se sienta comprendida y no se sienta juzgada. Pero no se trata tan sólo de no verbalizar ese juicio y prejuicio sino aprender a no hacerlos, porque aunque no se verbalicen, en nuestro comportamiento corporal pueden transmitirse.
  • Evitar expresiones como “no te preocupes”, “déjalo pasar”, “no es importante”, “hay gente que está peor que tú”… Relativizar el problema de una persona no es sinónimo de ser empáticos. Además, si lo hacemos, esa persona se cerrará en banda.
  • Para ser empáticos también deberemos ser capaces de sentir lo que siente la otra persona, pero siempre dentro de unos límites, saber mostrar cómo nos sentimos nosotros, ser sinceros y respetuosos.


Sarita Murillo.



Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Otros usuarios han visto

Ver temas