Empoderando la educación con el Proyecto CREAR: El desafío de cerrar la brecha educativa en el Perú
Hasta el año 2019, admito que no era una persona con gran destreza tecnológica. Cuando surgían problemas de conectividad o algo en las redes internas no funcionaba, solía pedir ayuda antes de siquiera intentar resolverlo. Sin embargo, mi perspectiva cambió radicalmente en 2019 cuando me embarqué en un proyecto educativo junto a uno de mis aliados colombianos, AVATICS.
AVATICS, un ambiente virtual de aprendizaje diseñado para gestionar una escuela completa como un ecosistema virtual, no solo se enfoca en el docente y el alumno, sino que involucra a toda la comunidad educativa, incluyendo a los directores, padres de familia, y hasta niveles superiores de gestión (UGEL, DRE - Si es que lo entendieran). Además, es una solución que trabaja de manera eficiente con un mínimo de dependencia de Internet. Esto la convierte en una solución perfecta para escuelas en áreas con acceso limitado a Internet, realidad que afecta tanto a zonas rurales como urbanas marginales.
Inicialmente desarrollado para escuelas de élite en Colombia, mi padre fue el que dijo: ¿por qué no podríamos implementar esto en Perú? a lo que respondí con un "hay que hacerlo". Fue así que comenzamos a dar forma a nuestra iniciativa educativa. En 2019, la denominamos CREAR, un acrónimo que significa Conecta, Resuelve, Enseña, Aprende y Retroalimenta. Nuestra visión era clara: empoderar a educadores y estudiantes en áreas carentes de tecnología y recursos adecuados, y cerrar la brecha en la calidad educativa.
Luego, en 2020, llegó la pandemia, y fue una gran oportunidad para desarrollar pilotos. Trabajamos con tres instituciones educativas en Cajamarca y una en Lima, desde zonas urbanas hasta remotas, y el impacto fue profundo. Equipamos a más de 300 profesores con AVATICS, permitiéndoles enfrentar los desafíos de la enseñanza a distancia durante una crisis.
Sin embargo, con la llegada de 2022 y el declive de la pandemia, la perspectiva educativa cambió drásticamente. Todos deseaban volver a la normalidad, con la salvedad que esta nueva normalidad arrastraba 2 años de enseñanza limitada, que afectaría a un grupo de estudiantes, que dada la normativa vigente, de todas maneras iban a pasar al siguiente año escolar, aún si no estuvieran en el nivel adecuado.
Hoy, en 2023, nos encontramos con una generación de estudiantes con brechas educativas significativas. Si, hasta el sector privado, que estuvo financieramente preparado y listo, tuvo inconvenientes; imaginemos el caos en las instituciones educativas públicas, quienes deben cumplir con las expectativas del Ministerio, con recursos limitados y conectividad casi inexistente.
La gran pregunta persiste: ¿cómo ayudamos a los estudiantes rezagados sin sobrecargar a los profesores? Este desafío se vuelve más apremiante en áreas con conectividad limitada. En algún momento intentamos hablar con PRONATEL, la entidad gubernamental encargada de la conectividad rural, solo para descubrir una maraña confusa de esfuerzos desconectados por parte de múltiples organismos gubernamentales, cada uno luchando por su parte del pastel de Internet, contratando con proveedores dinosaurios, que lo único que han logrado es mantener el statu quo.
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Los intentos de involucrar a las autoridades llevaron a respuestas frustrantes. Parece que proponer soluciones provoca una reacción automática: "Ya estamos trabajando en esto". Dentro de las escuelas, la situación permanece sin cambios, con educadores luchando valientemente por administrar aulas grandes con herramientas limitadas. ¿Cómo podemos exigir que nuestros docentes se motiven, si la cabeza no funciona?
Esta desconcertante dicotomía plantea interrogantes sobre la eficacia de nuestro sistema educativo. ¿Están nuestras autoridades desprevenidas o apáticas ante la realidad? En cuanto a los estudiantes rezagados, ¿podemos esperar razonablemente que se motiven por sí mismos cuando se enfrentan a disparidades marcadas y recursos limitados?
Sin embargo, hay esperanza. Las escuelas cuyos educadores comprenden verdaderamente el potencial de herramientas innovadoras que proponemos están ansiosas por colaborar. Juntos, podemos navegar por las complejidades, trabajando dentro de las normas establecidas mientras creamos un cambio positivo.
Le debemos a nuestra comunidad y a las futuras generaciones demostrar que es posible una realidad diferente. A medida que avanzamos con el apoyo de aliados del sector privado y socios globales, el día en que ya no podamos ignorar la necesidad de cambio se acerca. Juntos, convertiremos nuestra determinación colectiva en un progreso tangible, y pronto, las palabras por sí solas no serán suficientes para justificar el statu quo. El cambio es inevitable cuando trabajamos juntos.
Una idea más: Tal vez deberíamos enviar a todos los encargados de la conectividad a trabajar una semana en uno de los colegios públicos con la conectividad que ellos contratan, y exigirles que cumplan todo su trabajo sin quejarse. Tal vez así, se preocuparían por solucionar los problemas de manera sostenible.
Referencia:
Resolución Ministerial 149 – 2023 – MINEDU “Modifican la Norma Técnica denominada “Disposiciones para la prestación del servicio educativo en las instituciones y programas educativos de la educación básica para el año 2023”