Emprendedores marxistas, una contradicción en los términos.
"Innovar es decir no a mil cosas." Steve Job
Es imposible la coexistencia de la filosofía marxista con el espíritu emprendedor.
La argumentación no se basa en simples postulados o ejemplos anecdóticos, sino en un examen riguroso y sistemático de los principios fundamentales que rigen ambos mundos. Esta elaboración no se limita a ofrecer un mero diagnóstico superficial, sino que se adentra en las contradicciones intrínsecas que tornan irreconciliables estos dos paradigmas.
Tiene que ver, no solo con las incompatibilidades evidentes, sino con las sutilezas y matices que a menudo pasan desapercibidos en discursos más simplistas. En lugar de recaer en condicionamientos ideológicos, esta postura, pretende dejar de manifiesto cómo el marxismo y la filosofía emprendedora operan bajo premisas mutuamente excluyentes; una perspectiva desafiante que obligará a reexaminar la viabilidad y la coherencia de intentar amalgamar en los sistemas educativos imperantes dos tradiciones de pensamiento que, a primera vista y tras un análisis más profundo, evidencian ser “el agua y el aceite”.
Emprender y la empresarialidad es un modo de vivir que solo algunas personalidades con un fuerte compromiso con el aporte y la captura de valor pueden abordar. Esto ocurre por la propia naturaleza de los contratiempos que implica esta noble actividad que es la real creadora de todos los bienes y servicios como los conocemos sujetos a la adquisición voluntaria de las personas, a las que se suele llamar cotidianamente como "mercado". Los referentes de la empresarialidad requieren ciertos rasgos que son comunes entre los emprendedores y que escasean a nivel global, de allí su necesidad de procurar blindarse ante ideologías antitéticas que los combatan; algunas aptitudes son por ejemplo la combinación entre el alto grado de autonomía, la tolerancia al riesgo, la búsqueda del logro, la creatividad y la capacidad para innovar, entre otras virtudes.
A continuación y en forma de decálogo se presentarán los argumentos para profundizar:
1. El desprecio por la propiedad
La propiedad privada es el pilar sobre el cual se construye la libertad de prestar un bien, un servicio y el consiguiente emprendimiento. El marxismo, por otro lado, propugna la abolición de la propiedad privada en favor de la propiedad comunitaria. Este contraste fundamental socava la posibilidad de emprendimiento, y aunque sin llegar al extremo de su abolición, los ataques paulatinos a esta institución, destruyen el sistema de precios, los incentivos y atentan en diferentes grados contra los objetivos de todo emprendedor.
2. La destrucción de incentivos
En el marco de la teoría marxista, la riqueza y los recursos son distribuidos, idealmente, de manera igualitaria, “re-distribuyendo” lo asignado de manera voluntaria por un tercero ajeno al proceso de mercado. Esta situación tiende a suprimir los incentivos individuales para innovar y asumir riesgos, elementos clave en el trabajo de un emprendedor, en donde los beneficios son asignados proveyendo voluntariamente bienes o servicios, pero nunca re distribuyendo.
3. Centralización vs autonomía
El marxismo promueve las economías planificadas y centralizadas utilizando el medio político, o el monopolio de la fuerza para cumplir el cometido, lo cual está en contradicción con la autonomía y flexibilidad que requiere un emprendedor para la consecución de sus fines.
4. Colectivismo vs individualismo
El marxismo valora un supuesto bienestar del colectivo sobre las aspiraciones individuales. Esto es incongruente con la naturaleza de la creatividad, que es una virtud individual de cada emprendedor, y que busca la realización personal, así como también el aporte de valor al prójimo capturando el mismo descubriendo con la información dispersa, precios subvaluados respecto de los de mercado
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5. Uniformidad vs competencia
La competencia es vital para la innovación y la mejora en el mundo empresarial. Sin embargo, bajo el paradigma del marxismo, la competencia es generalmente vista como un aspecto negativo que conduce a la explotación, lo cual está en desacuerdo con los valores empresariales y con las acciones que en todos los casos está condicionado un emprendedor.
6. “Redistribución” de la riqueza
En un sistema marxista, la riqueza generada por los emprendedores o empresas es redistribuida por medio del poder político. Este modelo desalienta la creación de proyectos, y en caso de ser rentables, los beneficios no se acumulan en los genuinos ideólogos de la iniciativa, sino que se dispersan.
Esta cuestión, incluso sin contar con megalómanos intermediarios, como suele ocurrir con personajes de gobiernos intervencionistas, es altamente perjudicial ya que, en el mundo emprendedor, los recursos no se distribuyen, sino que se asignan de manera voluntaria en el día a día.
7. La falsa lucha entre capital y trabajo
El marxismo sostiene que existe una lucha intrínseca entre capital y trabajo, ignorando por un lado cómo el emprendedor puede ser tanto el inversor capitalista como el trabajador, y el aportante de recursos; y por otra parte desconociendo la sociedad tácita en el crecimiento de empleadores y empleados vías las tasas de inversión, único motivo de los aumentos de salario en términos reales.
8. Atrofia de la innovación
El sistema marxista no tiene un mecanismo efectivo para fomentar la innovación, que es un elemento clave para cualquier emprendedor exitoso. La falta de incentivos y la estructura burocrática tienden a crear un ambiente hostil para las ideas innovadoras; de allí que las naciones que han intentado implementar esta filosofía en sus culturas parecieran estar detenidas en el tiempo, incluso décadas más atrasadas que otras sociedades más abiertas.
9. La negación del valor subjetivo en las decisiones de compra y venta voluntarias
El marxismo, al abogar por la eliminación del sistema de precios determinados de manera voluntaria por los oferentes y demandantes, destruye el único indicador eficiente para localizar la necesidad (siempre relativa) y la asignación de recursos, lo cual es vital para el éxito de todo emprendedor.
10. Una barrera ideológica
La divulgación de las ideas marxistas, base de las socialistas y fundamento de las estatistas destruyen los principios y virtudes de la mentalidad emprendedora. Estas ideologías chocan de manera profunda con los principios y elementos de la empresarialidad, como los incentivos, la propiedad privada, la autonomía, la competencia y la eficiencia. Esta incompatibilidad ideológica no solo obstaculiza, sino que socava de manera sistemática el desarrollo de proyectos, y como consecuencia, tiene un impacto profundamente negativo y devastador en la prosperidad económica a largo plazo, principalmente de los sectores más postergados.
La propagación del marxismo en los sistemas educativos quizá represente una de las tragedias más grandes en términos del fomento de mentalidades empresariales, porque instala una falsa dicotomía entre la iniciativa individual y el bienestar colectivo que destruye valor, consume el capital y deteriora los consiguientes niveles de acceso al bienestar de las personas en las geografías víctimas de estas pseudo culturas.
“Puja distributiva”, “clase social”, “bienestar colectivo”, “igualitarismo”, “teoría de la explotación”, “plusvalía”, subterfugios y trampas dialécticas que cultivan los valores de los anti-emprendedores. Nuevamente: “innovar es decir no a mil cosas.”