En defensa de los corruptos caídos
Juzgar es, tal vez, la actividad más popular y deliciosamente atractiva en nuestro país. Claro, juzgar al otro. De un tiempo a esta parte, nos hemos convertido en sagaces detectores de la “incoherencia”, del otro; de la doble moral, del otro; de la corrupción, del otro.
Y como toda actividad que determina un placer culposo, una vez que tomo consciencia de lo realizado, viene el remordimiento. El asunto es que, si volvemos a repetir la conducta sin percatarnos del error y enmendar la ruta, irremediablemente, caeremos en esa tentadora y apetecible acción; ¿de qué vamos a conversar entonces en nuestros encuentros cotidianos? Sin raje y juicio no hay gusto.
Con esto no quiero decir -para todos aquellos que leen solamente lo que quieren leer- que defienda a los corruptos o que apañe la corrupción o la medianía con la corrupción. Que quede claro, y lo remarco para mis amigos y no tan amigos que me tildan de ingenuo cuando escribo de esto, que quien delinque debe asumir las consecuencias correspondientes. Por cierto, para eso es importante que exista un sistema de justicia como debe ser (y no lo que tenemos actualmente, con sus excepciones claro está).
Perseguir a quien comete corrupción, no se iguala a su lapidación, a su cancelación. Esto no acaba con la corrupción; acaba con la persona en cuestión. Siendo ello así habría que preguntarnos ¿se castiga la corrupción o más bien el haber sido descubierto? Porque, digamos, quien no ha cometido alguna forma de corrupción, activa o pasiva, que levante la mano o tire la primera piedra. Pasarse la luz roja por apuro, poner las luces intermitentes y dejar el carro mal estacionado, pagar por la cita coimera para sacar pasaporte, sobornar a un policía, etcétera. Podría ser más extremo en esta lista y abarcar cualquier conducta que determine una incorrección en el sentido cabal de la palabra.
Lo mismo aplica con todos aquellos que han delinquido. Entonces viene otra vez el cuestionamiento ¿esto determina ser “suavecito” o indulgente? No, por Dios, no. Significa actuar con justicia y equilibrio. Incluso, si corresponde con un sistema de justicia adecuado y luego de un buen debate para medir proporciones, por qué no aplicar la pena de muerte.
El gran asunto es que quizá lo que nos atrae es el morbo detrás de la acción corrupta. Algo así como ver los “vladivídeos” comiendo “canchita” solo para ver cómo cae alguien y quién cae ¿será que eso es lo central de nuestras luchas contra la corrupción o realmente nos interesa aminorar las conductas de corrupción? Si es así entonces deberíamos preguntarnos ¿qué estamos haciendo para que esto no se repita más? ¿cuál es la lección aprendida? ¿o simplemente estamos esperando al próximo domingo?
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Comprendo la sensación de frustración ante la impunidad, pues es la frustración -con un mal manejo de la emoción- la que genera ganas de ajusticiamiento. Cuando veo los dominicales tengo las locas ganas de romper con un bate de beisbol el televisor y al corrupto del caso. Otras veces simplemente renuncio y me refugio en alguna película que me “aleje de la realidad”. Aún así la solución no está en matar al corrupto a pedradas. Está en mostrarle que podamos actuar mejor que ellos y sancionarles drásticamente con altura y coherencia (legitimidad dicen algunos). Por eso, quien está libre de pecado -ahora- que me juzgue.
Acerca del autor de esta nota:
Eduardo Herrera Velarde es Consultor e investigador en compliance penal y análisis de riesgos penales. Asesor en manejo de crisis y estrategias legales con experiencia como consultor de empresas por más de 15 años.
Director de Escudo Azul S.A. la primera empresa especializada en compliance penal.
Director Ejecutivo del Consejo Privado Anticorrupción (CPA).
Abogado por la Universidad de San Martín de Porres con Postgrado en Finanzas y Derecho Empresarial por ESAN y Magíster en Derecho Penal por la Universidad de Santo Tomás (Colombia) y la Universidad de Salamanca (España) con la Tesis titulada "Aspectos penales del Buen Gobierno Corporativo" catalogada como la primera investigación de la materia a nivel Latinoamérica.
Para más información sobre Eduardo Herrera Velarde, puedes visitar https://www.eduardoherrera.pe/
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