Con Kaïs Saïed se marchitan los Jazmines
El pasado domingo se celebraron las primeras elecciones presidenciales desde la llegada de Kaïs Saïed al poder en 2019; y por lo tanto ha sido la primera prueba directa a su gestión. El por entonces candidato Kaïs Saïed había conseguido notoriedad gracias a su aparición como experto constitucional en las televisiones tunecinas. El candidato se presentaba como independiente que, pese carecer de un proyecto político definido, se alejaba de los principales partidos políticos. Tanto los demo-islamistas conservadores de Ennahda como los seculares de Nidaa Tounes y Qalb Tounes se habían repartido el poder tras el derrocamiento de Ben Alí en 2012. El régimen democrático post revolucionario se basó en el poder del parlamento y del primer ministro frente al presidente, quien quedó reducido un título representativo y ceremonial. La Revolución de los Jazmines (2011-2012) fue el primer (y único) movimiento revolucionario que tuvo éxito de la Primavera Árabe, al menos temporalmente. Para más información sobre la historia política reciente de Túnez: Breve historia de Túnez y el islamismo político
La llegada de Saïed a la presidencia de Túnez fue un toque de atención para los partidos políticos. Por primera vez en la joven democracia la jefatura del estado estaba ocupada por alguien sin representación en la Asamblea de Representantes del Pueblo (ARP). Eso se suma a la creciente desafección de grandes sectores de la población con el sistema político parlamentario. Más del 70% de los tunecinos decían entre 2021 y 2022 que bajo un sistema democrático la economía iba peor, encontrándose solo tras Iraq en una encuesta comparada realizada a los países del Norte de África y Oriente Medio (Arab Barometer). Seguido por una mayoría similar (67%) de tunecinos que creían que los regímenes democráticos son indecisos y sinónimo de problemas.
En ese suelo fértil, incrementado con la crisis del Covid-19, en el verano de 2021 Kaïs Saïed dió un golpe de estado civil por el cual se adjudicó amplios poderes, que sustrajo de la ARP. Se amparó de una interpretación torcida del artículo 80 de la Constitución de 2014, destinado a regular el estado de excepción, para disolver a la ARP, perseguir a sus miembros, convocar un referéndum constitucional y gobernar por decreto. El proceso constituyente estuvo plagado de irregularidades, así como que más que una constitución, tuvo más similitudes con una carta otorgada. La nueva constitución le hace un traje a medida a Saïed. Esta otorga al presidente de la república amplios poderes ejecutivos, entre ellos el de elegir al gobierno sin necesidad de validación del Parlamento (que pasa de ser unicameral a bicameral). El control político que le permite la constitución al ejecutivo se reduce a presentar una moción de censura que, para ser exitosa, requiere el voto favorable de 2/3 de ambas Cámaras. Elige al poder judicial directamente y su mandato es irrevocable e incuestionable.
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Estas elecciones presidenciales han estado lejos de poder considerarse libres, competitivas y en definitiva, democráticas. Solo dos candidatos, aparte de Saïed, han sido autorizados para presentarse. Por un lado está Zouhair Maghzaoui, candidato del Movimiento Popular que apoyó públicamente a Saïed durante el golpe de 2021; rompió con él hace un año y ha optado por tener un perfil bajo en la campaña para evitar ser arrestado. El otro candidato es Ayachi Zammel, que formó parte de las listas de Qalb Tounes en 2019 y ahora se presenta por el Movimiento Azimoun, un pequeño partido liberal. Sobre Zammel pesan varias penas de prisión (que cumple de forma efectiva desde septiembre) de hasta 20 meses por presuntamente falsificar papeles de su candidatura y sobre él hay pendientes más sentencias que pueden sumar hasta 12 años extra. De los dos candidatos "opositores", Zammel era el que más se podía parecer a una oposición real a Saïed pero las condenas que pesan sobre él reducen considerablemente sus posibilidades. En definitiva son dos "hombres de paja", candidatos sin posibilidades reales elegidos para dar una apariencia de legitimidad a las elecciones. Tanto es así que no hubo debate entre los candidatos, ni Saïed ha hecho mucha campaña. Al fin y al cabo se vota pero realmente no se elige.
La Alta Autoridad Electoral Independiente (ISIE), que en el pasado fue un aval de los procesos electorales democráticos; tras las reformas que introdujo Kaïs Saïed en 2021, se eliminaron las garantías de independencia de la institución. En estas elecciones ha tenido un papel similar al que ejerce el Consejo de Guardianes de Irán en los procesos electorales, ya que ha descalificado a 14 de los 17 candidatos que pretendían hacer frente al presidente de la república. Entre ellos se encontraba el candidato del Partido Destouriano Libre, uno de los herederos del bourguibismo histórico, así como diferentes ramificaciones del movimiento. Nombres tan relevantes como el expresidente Marzouki (2011-2014) han pedido el boicot del proceso electoral y Ennahda, cuyo líder Rached Ghannouchi se encuentra en prisión desde 2023, no han participado y han criticado duramente la legitimidad de la convocatoria.
Si la situación de las elecciones ya parecía asegurado, al régimen de Saïed no quiso dejar ningún cabo suelto. El Parlamento aprobó una ley que inhabilita a los órganos judiciales competentes de resolver sobre las disputas post-electorales y esto ocurrió a solo 8 días de la votación.
En este contexto se celebraron las elecciones del domingo, donde salió reelegido Saïed con casi el 90% de los votos según los sondeos a pie de urna. Al igual que el resto de elecciones celebradas desde que es presidente, el referéndum constitucional de 2022 contó con una participación del apenas el 30% y elecciones legislativas en el mismo año contó con solo el 11%, estas también tuvieron una participación muy baja del 27,7%. Por delante quedan, salvo sorpresa, 5 años de mandato presidencial irrevocable. Los principales retos de la sociedad tunecina en este nuevo mandato están los de superar la crisis económica que es estructural de Túnez, así como hacer frente a la crisis migratoria o a la desafección política. Ya que la preocupante deriva autoritaria de la que prometía ser referente democrático a seguir para el mundo arabo-musulmán es un problema que difícilmente será abordado por el actual titular de la jefatura del estado.
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2 meses¿Hay alguna explicación de por qué han fracasado todas las revoluciones de la Primavera Árabe?