En Trabajo Social debemos escribirnos más

De acuerdo con la Federación Internacional de Trabajadores Sociales (FITS), nuestra profesión está presente en 104 países de los 195 existentes; es decir que como campo de conocimiento nos estamos pensando y actuando en el mundo, somos una profesión de acometida global, pero con un fuerte compromiso local.

Cuando pienso en esto, me imagino todo el conocimiento que hemos logrado construir por medio de nuestra praxis profesional, también pienso en todas las personas que hemos apoyado en pro de potenciar sus vidas, pero, así mismo, pienso en todos los errores que hemos cometido y por tanto en lo mucho que debemos aprender de ellos.

Cuando aludo al ejercicio de escribirnos, hago relación al compromiso ético político colectivo que tenemos como profesionales para con la sociedad misma, pero, también, con nuestras y nuestros colegas, que involucra tanto a quienes ya estamos transitando este camino, como aquellos y aquellas que apenas se van aventurar.

Escribirnos como Trabajo Social, implica más allá del hecho de hacer publicaciones científicas, y no hablo, de ninguna manera, de que este tipo de publicaciones no sean importantes, al contrario, son muy importantes, pero quiero considerar una escritura más amplia, mas inclusiva y, sobre todo, más expositiva. Una escritura donde podamos contar, en el formato y estilo que deseemos, todo aquello que aprendemos en nuestro ejercicio profesional, en especial aquello que vislumbramos como urgente de ser tratado.

Los y las profesional de Trabajo Social realizamos demasiado trabajo de campo, vivimos entre las realidades sociales más problémicas de la especie humana. Somos, sin lugar a dudas, una profesión que llega a la realidad profunda de las relaciones humanas entre humanos y con su entorno. Por tanto, tenemos demasiado por contar, pues nuestro quehacer se fundamenta en la cotidianidad de la narrativa de la experiencia humana en el desafío de la vida.

Pero, este ejercicio de escribirnos implica asumir unos retos, que por fáciles que sea enunciarlos al momento de agenciarlos demuestran un universo de obstáculos, en especial por las dinámicas estructurales de como la misma humanidad ha venido configurando la construcción del conocimiento.

Dichos retos son:

• Romper con la idea de que para escribir es necesario ser un escritor experto, y que además se debe seguir un único formato y estilo.
• Desnaturalizar las intervenciones sociales, esto parte por el hecho de entender a cada acción profesional como una forma de comprender cada vez mejor a la humanidad.
• Redefinir la forma como comprendemos la investigación, lo cual implica reconocer que podemos generar conocimiento de gran valor colectivo desde diferentes prácticas más allá de las tradicionalmente conocidas.
• Dejar de creer que la generación y circulación del conocimiento es tarea exclusiva de la academia.
• Crear nuevos escenarios de divulgación de nuestros conocimientos y reflexiones sobre las realidades que habitamos en nuestro quehacer.
• Desmentir la idea de que el ejercicio profesional y la escritura solo tienen una relación técnica.

Escribirnos desde nuestras experiencias de ejercicio profesional implica reconocer a la escritura como una forma de poder, que nos permite crear y proponer opciones de construcción de realidades donde la vida en pro de un bienestar común sea posible.

Escribir desde el Trabajo Social, implica reconocer a la escritura como una acción que posibilita exponer el poder del impacto positivo de lo que hacemos, pero, también, la pertinencia de aprender de los errores que cometemos. No se escribe solo lo bonito, sino todo lo que permite potenciar.