Encontrarnos en las diferencias
Hay un fastidioso dicho que asegura que “todo entra primero por los ojos”. Nuestro primer contacto con el otro suele ser visual: nos reconocemos mirándonos, intentando conectar. La mirada puesta en el otro nos interpela, porque también nos habla de la imagen que tenemos de nosotros mismos. Por eso vamos buscando lo que esperamos ver, lo que podemos reconocer con facilidad. El rechazo a lo diferente, cualquiera sea en la forma en que se represente, es en definitiva un miedo bien oculto a aceptar que el mundo es mucho más amplio y diverso que el recorte que hemos hecho para nuestra propia comodidad.
“Wonder” cuenta la historia de August “Auggie” Pullman, un niño que nació con el Síndrome de Treacher Collins, un trastorno genético que ocasiona malformaciones craneofaciales y que lo obligó a someterse a numerosas cirugías para poder reconstruir su rostro.
“Auggie” carga con un rostro lleno de cicatrices y una infancia llena de preguntas. Teniendo 10 años nunca pudo ir a la escuela y fue educado por su madre. Agobiado por el peso de las miradas del mundo, visita los juegos de los parques con un hermético casco de astronauta que lo protege del espacio exterior, mientras se refugia en su propia galaxia, en donde su familia gira a su alrededor como si fuera el sol.
Hasta que un día, la red de protección familiar de Auggie se desvanece cuando es llamado a concurrir al colegio por primera vez y su casco de seguridad emocional se queda en la puerta del aula: los primeros pasos del aspirante a astronauta en el mundo real.
Y el camino es duro, muy duro. Bullying, discriminación, intolerancia, ignorancia. Todas caras de una misma moneda, jugando juntas entre si. La narrativa acompaña los pasos de Auggie y nos va mostrando la historia desde la visión de todas las personas que forman su entorno: la impotencia y el miedo de sus padres, el padecimiento en silencio de su hermana, los sentimientos de sus compañeros.
“Wonder” es una película que se presenta como cálida e inofensiva, pero que tras esa apacible estética, tiene la capacidad de sacudir las emociones sin necesidad de recurrir a golpes bajos y envuelve al espectador en un mar de sentimientos.
“La lección de August”, como reza el nombre original del libro de Raquel Palacio que dió origen a la película, es un camino de aprendizaje en el que el podemos acompañar a Auggie en la construcción de su propia identidad y de su mundo. Un mundo lleno de matices y desafíos, muy diferente del que diseñaba en Minecraft cuando su habitación era el límite de su protegida vida social.
Wonder es una invitación a pensar la vida desde la mirada de quien se presenta como diferente en una sociedad y es también una invitación a cambiar nuestra propia mirada, a mirar con ojos nuevos y, fundamentalmente, a aprender a encontrarnos en las diferencias.
Vanina Troya