Envidia

Envidia

Una sola palabra para este título: ENVIDIA.

Como si esa palabra hablara por sí sola…

Como si con solo nombrarla todos supiéramos de qué se trata.

¡Porque si hay una emoción con mala fama, esa es la envidia!

Parecería que no hay peor insulto que decir “sos un envidioso” o “sos una envidiosa” …

A pesar de eso, es muy probable que la hayas sentido… Es muy probable que hayas estado en el lugar del “envidiador” … ¡Resulta muy incómodo!

Y es muy probable que hayas estado también del otro lado, del lado del “envidiado”. ¡Nada cómodo, a su vez!

Yo he estado en ambos lados…

Confieso que he sentido envidia en algunos momentos de mi vida. Y en esas ocasiones no tenía idea de qué hacer con ese sentimiento… Y eso aumentaba la incomodidad que de por sí sentimos como envidiadores…

Esa incomodidad (inicial) la asocio a la mención de “emociones negativas” de la frase de Rubin que elegí para el inicio de este número, aunque en rigor sabemos que las emociones no son ni positivas ni negativas…

Algunas son placenteras y otras displacenteras. La envidia se encuentra, cómoda, integrando este último grupo.

¿Qué hacer con la envidia cuando la sentimos? Vaya pregunta…

 ¿Taparla? No está bueno estar embotellando emociones, como afirma Susan David… Sin embargo, uno de los grandes problemas con la envidia, desde su mala fama, ha sido justamente la tendencia a taparla en lugar de gestionarla.

Tampoco está bueno ser caviladores, es decir, quedarnos atrapados en ese profundo pesar que nos causa la envidia.

Probablemente la envidia que yo sentí era de la “sana” … Porque me imagino que oíste hablar de “sana envidia”.

¿Cuán sana habrá sido? ¿Existirá la envidia “sana”?

No queda más remedio que indagar acerca de la información que nos trae esta emoción y aprender a gestionarla. ¡Allí vamos!

De la mano de Norberto Levy en La sabiduría de las emociones y de Susana David en Agilidad emocional para saber qué nos dice “esta luz” en el tablero de las emociones.

Y hoy, prometo: “cortito y al pie” … ¿Lo lograré? Mmm…. No lo sé aún …


Si la envidia tuviera sabor, ¿Cuál sería?

Y yo diría que un sabor amargo, en especial si conecto con esas situaciones en las cuales pude darme cuenta de su presencia en mí y no supe qué hacer con ella ni con su mala fama, aún desde el supuesto de que era de la sana…

Volviendo a mi antigua costumbre de revisar la definición de la Real Academia, me encontré con las siguientes:

1-     f. Tristeza o pesar del bien ajeno

Y si esto es envidia, el sabor amargo resulta claro ante la situación que se nos presenta: un deseo propio que no hemos alcanzado y que un otro nos lo muestra concretado… ¡Esta situación puede conducir al enojo!

Y así es cómo, detectando lo que sentimos, la culpa suele pegarse a la envidia (y al enojo). Esto lleva a que el amargor se profundice y genere dolor… ¡En ocasiones insoportable!

Y de la mano de ese dolor, pueden aparecer rápidamente las máscaras y las corazas con las que se busca esconder este sentimiento de envidia. Así es como se suma al combo emocional, la vergüenza de sentir envidia.

¡Combo tremendamente incómodo!

Ahora bien, había una segunda definición algo más halagüeña que puede darnos esperanza acerca de nuestra mirada sobre la envidia:

2-     f. Emulación, deseo de algo que no se posee.

Ya con más entusiasmo, busqué emular: Deseo intenso de imitar e incluso superar las acciones ajenas. Usado más en sentido favorable…

Y esto sí se pone interesante: ¡alguna información valiosa nos debe traer este sentimiento!

Y aquí empiezo a vislumbrar la importancia de escuchar la información que nos trae esta emoción, para que resulte sana y no destructiva … ¡Porque que la hay destructiva, la hay!


Envidia destructiva

Norberto Levy señala que, por mucho tiempo, se ha definido la envidia como “la reacción de dolor y enojo que intenta destruir al otro o lo que el otro tiene cuando percibimos que ese otro ha alcanzado algo que deseamos y que no hemos logrado”.  

Se la considera también como una forma de odio a la que se le atribuye esa intención destructiva.

Sería algo así como ojo x ojo, muy asociado al enojo, desde la perspectiva (imagino yo) de que lo que se interpone a nuestro deseo ES ESE OTRO QUE SÍ LO HA LOGRADO.

Desde esa mirada buscamos descargar nuestro enojo sobre esa persona con agravios, ofensas o con una terrible indiferencia ante sus logros.

Esta es la manera en que se transita la envidia destructiva, que puede alcanzar distintos niveles de expresión, de lo que no siempre somos plenamente conscientes. Por esa causa, resulta difícil de gestionar.

Quizás te haya pasado alguna vez que compartiste con alguien un logro, o una distinción, una buena nueva, y, del otro lado, todo fue silencio…

No hubo comentarios de ese otro acerca de tus “buenas nuevas”.

Tampoco compartió tu alegría…

No pudo hacerlo…

Seguramente su aspecto envidiador estaba dolido y enojado…

 

Una emoción compleja

Ese deseo no satisfecho puede estar en nuestra vida desde hace tiempo.  

Incluso, con tanto tiempo de espera, puede estar “anestesiado”.

Podemos no tenerlo muy en claro… Me refiero a no tener en claro lo que quiero…

Quizás todo esto se deba a la sensación de no merecimiento, de la mano de una baja autoestima y una alta exigencia (la que no ayuda a conectar con lo que queremos).

Y cuando, repentinamente, ese otro pone su logro frente a nosotros, conectamos (ya sin anestesia que en un segundo pierde su efecto) con nuestra carencia.

Puede allí aparecer un sentimiento de inferioridad respecto a ese otro que logra lo que yo no logro… ¡Y eso duele! ¡Y cómo duele! Y puede visitarnos tristeza.

Además, al conseguirlo el otro, puede ocurrir que veamos aún más lejanas nuestras posibilidades de alcanzarlo también.

Desde una mirada escasa percibo que mis chances disminuyen indefectiblemente si el otro lo consiguió. ¡Qué injusticia!, podemos pensar… ¡

Sin embargo, la causa del dolor NO ES EL OTRO: comprenderlo es esencial para elegir otro recorrido cuando la envidia nos habita.

Ese dolor tiene que ver con el CONTRASTE entre lo que el otro logra, y lo que yo deseo, pero no alcanzo.


Envidia: una emoción compleja y de gran riqueza potencial

Emoción compleja, sin dudas…

Ahora bien, ¿Quién dice que la envidia tiene una gran riqueza potencial?

Lo dice Norberto Levy, quien explica que hay una nueva visión sobre la naturaleza de la envidia y de su razón de ser.

¿Qué información nos trae entonces nuestro aspecto envidiador, entonces?

¿Pueden ser buenas noticias?

¡SI! Y hace mucho que no digo ¡BRAVO!

Para escuchar esa información necesitamos salirnos de la “reacción”, del automático, de nuestro programa que entra en funcionamiento por default, facilitado por el enojo que se desata.

Eso nos permitirá comprender la causa de nuestro dolor, comprender que NO ES EL OTRO.

¡Esa es la clave para no descargar en él o ella nuestro enojo!

El dolor que sentimos tiene que ver con nuestra mirada sobre ese contraste entre lo que el otro logra y lo que nosotros no (es decir, nuestro deseo insatisfecho).

Como señala Rubin en la frase de apertura de este número del Newsletter, la envidia nos informa esencialmente que algo debe cambiar… Y ese cambio está en nosotros y nos acerca a nuestro deseo …

Sin dudas, la información que nos trae la envidia es muy valiosa, especialmente para los que como yo han estado mucho tiempo parados en el paradigma de la exigencia: ¡cuesta mucho en ese sitio conectar con nuestros quiero!

¡Y ahí está la envidia “sana”, que motiva, impulsa y motoriza a la acción para alcanzar ese deseo, en palabras de Susan David!

¿Qué podemos hacer cuando aparece ese contraste que resulta tan doloroso?

Levy propone el camino de la “doble reacción”.

Yo prefiero denominarlo el camino de la “doble respuesta”: sólo podremos avanzar por ese camino cuando salimos del automático, justamente. Cuando dejamos de reaccionar.

¿Es sencillo?

No.

Requiere permitirnos conectar con nosotros mismos y con el otro.

Y requiere de nuestra vulnerabilidad.

Y requiere salirnos del victimismo.

Y requiere conectar con nuestra responsabilidad en el logro de nuestros quiero.

Ahora bien, si lo entrenamos, puede convertirse en nuestro nuevo automático.

Cuando identificamos nuestro deseo insatisfecho y nuestra carencia frente al logro del otro es posible que una parte nuestra sienta alegría por ese otro.

Al mismo tiempo, también es posible que otra parte nuestra conecte con alguna emoción diferente (quizás tristeza) ante nuestra situación de no logro y nuestra sensación de carencia.

Tenemos la posibilidad, incluso, de expresarlo de esa manera a ese otro.

Por ejemplo, si una mujer desea tener un hijo y ha realizado distintos tratamientos sin éxito y se encuentra con una amiga que le cuenta acerca de su embarazo, es posible que la primera sienta ambas emociones y de ese modo, al conectar con ambas emociones, puede transitar ese contraste de una manera mucho menos dolorosa.

Envidia en las organizaciones

¿También es la envidia un elemento de la química del liderazgo?

Se trata de una emoción universal.

Por ende, también está presente en las organizaciones.

¡Y si es de la destructiva, puede ser terrible!

Y aún si fuera de la sana y no saben leerla, ¡También puede ser tremenda!

¿Y ese 187 que nos dice? Que es un elemento muy complejo y que, a su vez, tiene gran riqueza potencial…

Necesitamos identificar a esta emoción y poder así decodificar la información valiosa que nos brinda.

Es esencial reconocer que nos invita a conectar con nuestros deseos y a hacernos responsables de avanzar hacia ellos.

¿Cómo la están transitado?

¿Cómo la están gestionando en sus organizaciones?

¿Fue cortito y al pie?

No sé si fue tan cortito este número…

Sí deseo haya ido al pie, para que tomes la información y escuches a ese “quiero” que te trae la envidia…

Te acompaño en este recorrido

 

  


Alejo Castro Clavera

Coach Ontológico Profesional. Coach Ejecutivo. Estudiante avanzado de Abogacía en Universidad de Buenos Aires.

5 meses

Increíble Clau!! Gracias 🙌🏾

Marcia Kent

Docente Instructor en Escuela de Formación de Líderes. ACC Coach Ontologico Profesional. Director Depto. Ingles Children´s School-Boston College

5 meses

Imperdible!!! Gracias Clauuu

Matías Szyldergemajn

Creo contenido para que vendas en LinkedIn | ¿Contenido de valor? SÍ, para tu negocio | ¿Quieres aprender a crear contenido que venda? Te ENSEÑO | O puedo hacerlo por vos: Servicio LLAVE EN MANO 🔑

5 meses

Qué pedazo de artículo te mandaste, Clau! Disfrute muchísimo la lectura, y creo que traes un abordaje sumamente novedoso sobre la envidia. Mirar lo positivo que nos trae. Cuando lo leía, me quedé con la idea de que pasar de la envidia (la mirada en lo que tiene el otro) a la ambición (lo que YO quiero conseguir) puede ser una excelente manera de procesarla, no?

Monica Boga-Mentora Gerencial y de Equipos

☑️"Coach Empresarial y Consultora de Bienestar | Experta en Gestión del Talento y Comunicación Efectiva" Directora Ejecutiva de MBZ Sinergia EmpresarialⓂ️Mentoría Ejecutiva/Talleres/Coaching de Equipos

5 meses

Que linda está nota; clara y completísima. Me encantó Claudia. Gracias por lo que recibimos en cada newsletter. 👏🏻👏🏻👏🏻

Martín Intanno

Decision Partner - T4D (Talk For Decision) - Te acompaño en la toma de decisiones para que seas protagonista de tu vida.

5 meses

Sin dudas la envidia forma parte de nuestro esquema de referencia y nuestro campo emocional. Producto de la mirada sobre el otro, y más en sociedades estructuradas desde la educación en la competencia, es importante naturalizar la envidia como movimiento natural en nosotros mismos y aprender qué información valiosa nos trae. Tratar de que no esté es imposible! Muy buen post! Saludos

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Más artículos de María Claudia Degrossi

  • El coraje es contagioso

    El coraje es contagioso

    Y empiezo por contarles sobre mi deseo de volar… Lo hice en un breve posteo y eso me inspira a retomarlo y ampliarlo…

    10 comentarios
  • El mejor viaje de mi vida: el viaje de la vulnerabilidad…

    El mejor viaje de mi vida: el viaje de la vulnerabilidad…

    Como acostumbro, para este número también revisé bibliografía. Volví a leer “El poder de ser vulnerables” de Brené…

    12 comentarios
  • Líderes: curadores de la cultura

    Líderes: curadores de la cultura

    Confieso que hace ya varios números quería escribir sobre liderazgo y “el arte de liderar”, práctica artística que…

    7 comentarios
  • STROKES: Ningún hombre es una isla…

    STROKES: Ningún hombre es una isla…

    ¡STROKES! O simplemente “caricias” … Así se tradujo el término STROKES hace muchos años, en el marco del Análisis…

    13 comentarios
  • ¿Prisionero/a de tus pensamientos?

    ¿Prisionero/a de tus pensamientos?

    ¡Empiezo reflexionando sobre cuán importantes son nuestros pensamientos! Sin embargo, ¡muchas veces no les prestamos…

    12 comentarios
  • ¿Quién tiene la culpa? La importancia del autoconocimiento

    ¿Quién tiene la culpa? La importancia del autoconocimiento

    ¿Quién tiene la culpa? ¡Vaya pregunta! En la vida y en las organizaciones, hoy, el sentimiento de culpa y…

    4 comentarios
  • M.I.E.D.O: una emoción universal

    M.I.E.D.O: una emoción universal

    Esta vez soy yo la que elijo el tema. Es de uno muy especial, al menos para mí, más allá de tratarse de una emoción…

    2 comentarios
  • ¿Resistencia al cambio?

    ¿Resistencia al cambio?

    Y como ya saben, no elijo el tema de cada número de este Newsletter… Es el tema el que me convoca… Y eso ocurre en el…

    2 comentarios
  • Más allá del ego

    Más allá del ego

    Venía leyendo otro tema para este número. Sin embargo, no lograba avanzar… En esa búsqueda, mientras leía a Timothy…

    10 comentarios
  • Potencial humano Importancia de la seguridad psicológica

    Potencial humano Importancia de la seguridad psicológica

    ¡Un tema impactante! ¿Verdad? Hacía rato que deseaba desarrollarlo y, sin embargo, avanzaba por otros recorridos. Ahora…

    10 comentarios

Otros usuarios han visto

Ver temas