No es la carga la que te destruye, sino como la llevas.
¡Qué tal amigos! Deseo se encuentren muy bien.
Una persona que me hubiera encantado conocer es a mi abuelo Juan. Mi nombre es Juan Alberto en honor a él y sólo conozco de su vida por las historias que me contaba mi papá. Historias que me enseñaron que mi abuelo era un hombre amable, muy trabajador, él tenía claros sus valores y principios de vida.
Una de estas historias es que a mi abuelo le encantaban los trenes. De hecho, el tren que ves en la foto lo construyó mi abuelo. Es una de las cosas que él hacía en sus tiempos libres, por lo que entiendo era una persona detallista, un artista. El tren me lo heredaron a mí y lo resguardo con mucho cariño.
El legado más grande que mi abuelo nos dejó fue aprender a persistir ante la adversidad y la mentalidad de que a pesar de lo que esté pasando en la vida, hay que disfrutarla.
Mi abuelo estudió su preparatoria en la Ciudad de México y luego se especializó en el manejo de tranvías, un medio de transporte común de su época. De hecho, trabajó por muchos años en la empresa de tranvías. Mi papá me comenta que esto les daba para vivir muy bien. Después de muchos años de estar en la compañía y de regreso de unas lindas vacaciones que la familia se tomó. A mi abuelo Juan le dan la terrible noticia de que había perdido su trabajo, habían vendido la compañía.
Preocupado por su futuro y pensando en rehacer su vida laboral, mi abuelo Juan decide que quería estudiar para ser odontólogo. Cuando fue a inscribirse a la universidad, le dijeron que no podía estudiar porque sus papeles de la preparatoria no tenían la validez oficial de la SEP. En lugar de frustrarse lo que hizo fue tomar acción y retomar sus estudios. Terminó nuevamente la preparatoria y se puso a estudiar odontología. Ya con algunos años de ejercer, un día le cae una inspección en su consultorio en Azcapotzalco, en la Ciudad de México. Que, por cierto, ahí cerca hay un restaurante muy rico que se llama el Mesón Taurino. Mi papá nos llevaba frecuentemente de pequeños. Pero bueno, para sorpresa de mi abuelo, en la inspección le dicen que el instituto en donde estudió odontología tampoco tenía los permisos y validez oficial. Por lo que su certificado no le permitía ejercer la profesión y tuvo que cerrar su consultorio. Ya para esto estamos hablando de que él estaba cerca de sus 50 años…
Me comenta mi papá que el abuelo Juan pasó unos días triste y pensativo. Una vez que logró reencontrarse, decidió para asombro de toda la familia que iba a volver a estudiar la universidad. Para no errar se fue a la UNAM (Universidad Autónoma de México). Pasaron cinco años, terminó su carrera una vez más y volvió a ejercer, ¡increíble!
Durante esos cinco años, pasaron muchas cosas en la familia, entre ellos un gran reto económico. No había ingresos estables en la casa, mi abuelo Juan tenía que salir a pedir dinero prestado, pedirles a los vecinos algo de leche o comida en ocasiones. Mi abuelo llevaba una lista detallada de todos los préstamos y cuando termina la universidad y comienza a ejercer, dice mi papá que regresó a pagar cada una de sus “deudas”. Tanto de dinero como de comida, mi abuelo Juan también era una persona honorable.
Pocos años después muere mi abuelo por un problema que tenía en el páncreas.
El legado que nos dejó mi abuelo está relacionado con esta frase: “no es la carga la que te destruye, sino cómo la llevas”.
Amigos, ustedes ¿cómo están llevando su carga?
Desafortunadamente en la época en la que nos tocó vivir hay mucha discordia, enojo y frustración. Muchas personas viven en el “drama”, victimizándose de las circunstancias y lo entiendo, no es fácil.
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La realidad es que la vida nos va a seguir retando con problemas ¿Cómo los estas afrontando? Desde la aprensividad y el enojo, o con alegría, confianza y fe de que podrás salir adelante. La vida se va a encargar de ponernos problemas y no se trata de pedir por menos problemas, se trata de tener mejores habilidades para solucionarlos y para aprender las lecciones que conllevan.
En momentos de crisis es cuando más tenemos que voltear a ver nuestros valores, aferrarnos a nuestros principios para no cometer graves errores y mantenernos congruentes. Esto para mí es lo más difícil y es la verdadera valentía.
Se necesita de mucha fortaleza para poder reinventarte, ser adaptable y flexible y además mantenerte fuerte ante la adversidad.
Hay que recordar que nada es para siempre. Hay que aprender a mantener la calma y en medio de las crisis y los problemas hacernos la pregunta: ¿cuál es la oportunidad aquí?
Lo único que no tiene solución es la muerte. Mientras estés aquí con vida, el partido no se ha terminado. Con bienestar, manteniendo una gran actitud y rodeado de la gente correcta podemos salir adelante.
“No es la carga la que te destruye, sino cómo la llevas”— mi abuelo Juan.
Te mando un fuerte abrazo y deseo lo mejor para ti.
Es tu momento y es el ahora.
Beto
Chief Inspiration Officer y Coach en Alto Rendimiento
Especialista en Comercialización y Marketing
2 mesesQue historia más interesantes la de tú abuelo, gracias por compartir, muy motivadora
Senior Legal and Government Affairs Leader| Technology Counsel | Privacy (CIPP/E, CIPP/US) | Responsible AI | Compliance | M&A | Banking and Finance | Continuous Learner
2 mesesQue linda historia Beto. Un ejemplo de resiliencia, valores y determinación frente a los retos que nos impone la vida.
director
2 mesesUn relato lleno de enseñanza, mi padre trabajó también en los tranvias, sin duda les enseñaban valores , gracias por compartir
CEO en Kuragobiotek
2 mesesAmeno, didáctico, sobre todo lleno de amor por tu abuelo, lets go
Ingeniero de software | Desarrollo de soluciones informáticas | Análisis de datos | Full Stack developer | Angular | Java
2 mesesBeto, sin duda una de las fortalezas de tu abuelo, era su longanimidad... Sin duda, no es lo mismo llevar la carga con ánimos, que con desesperanza. Saludos