No es la economía, estúpido: es la educación.
La Asamblea General de la ONU ha declarado el 24 de enero como Día Internacional de la Educación, para concienciar sobre el papel que ésta desempeña en la creación de sociedades sostenibles y autosuficientes.
En las sociedades más avanzadas caminamos hacia la educación permanente (lifelong learning) entendida como un modelo abierto a cualquier etapa de aprendizaje de la vida de una persona, para que a cada uno le sea posible tanto recibirla como llevarla a cabo y mejorar conocimientos, competencias y actitudes.
Los expertos coinciden en que desde la educación obligatoria se deben trabajar las competencias que demandan las empresas cada vez más: comunicación eficaz, pensamiento crítico, capacidad para resolver conflictos, flexibilidad para adaptarse a los cambios, trabajo en equipo, y curiosidad por formarse y aprender.
El Consejo Económico y Social advierte de la necesidad de un mayor esfuerzo inversor para que el sistema educativo se convierta en el medio para proveer las cualificaciones requeridas por los trabajadores y para facilitar la adaptación a un entorno cambiante, global y digitalizado. Además, fortalecer los conocimientos sobre Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, junto al Arte y el Diseño, deberá estar entre las prioridades de cualquier Gobierno para reducir la brecha digital y evitar la expulsión de más trabajadores del mercado laboral.
Parece claro que no (sólo) es la economía, es la educación.