Es mentira.

Dentro de 10 o 15 años será totalmente imposible distinguir entre realidad y ficción. Esto quiere decir que no sabremos qué es verdad y qué es falso. Tampoco sabremos cuando alguien miente o cuando dice la verdad.

Este escenario que parece distópico o producto de una campaña electoral perpetua, es un axioma; no es discutible que la verdad y la mentira estarán al mismo nivel muy pronto. Creemos que ahora con la lógica de la posverdad la definición de la realidad que nos rodea corre peligro, pero no me refiero a eso exactamente. 

En 10 años el contenido generado de forma intencionada para construir verdades de plástico y que sirve para alimentar debates y orientar pensamientos en momentos críticos, o situaciones de enfrentamiento político, formará prácticamente el 100% de la capa superior de contenidos y material de consulta en Internet. Llevamos mucho tiempo enlazando conflictos locales y globales que se alimentan de contenido falso como sustituto de cañones y misiles. Al haber dado por supuesto durante los últimos diez años que la verdad, la razón y la única fuente de saber democrática es la Red, la mayoría de la población tendrá auto limitada la búsqueda de información a aquellos resultados que le sirvan los buscadores. 

La mentira estará mejor posicionada que la verdad y con el paso del tiempo dejará de albergar alguna duda de su condición de cierta. Como en capas geológicas, la capa superior, la que pisamos, cultivamos y habitamos, será la capa de la mentira. El resto, las capas sucesivamente inferiores, estarán muy lejos como para merecer una aventura y estudiarlas. Aunque alguien trate de decir que la verdad en realidad es mentira, no será escuchado ni tendrá atención relevante por un mero tema de peso; pesan físicamente más muchos años de contenidos, post, artículos, falsas citas, faltas anécdotas, falsos conflictos. La mentira-verdad será construida de forma primitiva; poniendo cosas encima hasta construir una masa compacta.

Será curioso comprobar como la ficción establecida afecta a la mente del ser humano. Parece que antropológicamente estamos construidos para recorrer el camino que lleva a la verdad, para buscar y buscar hasta encontrar la luz. Lo que es muy probable es que lo que encontremos sea una luz no real, que queme, ilusione, ilumine y tranquilice como la luz, pero que no sea luz. Esa luz encontrada de forma aparentemente instintiva, será una luz proyectada platónicamente contra una caverna que parece una caverna, pero que tampoco lo es y que por lo tanto el reflejo de su proyección, también será falso y como buena mentira, será asumido como verdad absoluta. 

A este escenario estamos contribuyendo todos, no solo los grandes, maléficos y ocultos poderes globales. Por cada contenido que creamos y que proviene de nuestro pensamiento más simple, compartimos, proyectamos en la caverna y hacemos explosionar, 100 contenidos no reales, que van a parar a la capa de las mentiras que nos van a arropar. 

Cuando no sepamos distinguir qué es verdad y qué es mentira, creeremos que todo es verdad. No podemos creer que todo es mentira porque no tenemos capacidad de vivir en la incertidumbre, no hemos evolucionado tanto o hemos evolucionado muy poco para eso. No lo tengo claro. Pero la búsqueda de certezas, la necesidad de equilibrios, es más poderosa que la búsqueda de la verdad o que la duda constante. 

El SEO de la mentira nos está ganando y si no creamos nuevos batiscafos que se sumerjan, crucen capas y emerjan con “lo antiguo”, aunque en su momento estuviera equivocado (no es lo mismo una tesis errónea que una tesis falsa), perderemos el sentido de muchas cosas.

¿Qué hacer para que esto no ocurra a nivel práctico? 

¿Tomar como falso todo lo proclamado en los últimos 20 años?

¿No usar internet para informarse?

¿Volver a las bibliotecas y al libro físico?

¿Vivir en una cueva?

Es posible que el mejor antídoto sea no hacer caso a esta humilde disertación y confiar en el SEO.