¿Es Rentable ser Ético?
Los directivos de las organizaciones se enfrentan de manera continua y necesaria a diversos problemas éticos en la toma de decisiones y en muchas ocasiones no saben cómo actuar. En otras, prefieren tomar las decisiones que produzcan los mejores resultados a corto plazo, no importando la eticidad de los medios para lograrlo.
Siempre que hacemos referencia al hombre aparece la dimensión ética de su actuación, es decir, aquella que le permite juzgar si sus acciones son correctas, no solo en la dimensión técnica sino también en su dimensión moral. Como bien dice Carlos Llano Cifuentes: “La invasión del tecnicismo nos convierte a todos, de una manera o de otra, en piezas literales de una máquina. La ética, en cambio, nos desarrolla como personas: cada decisión tomada bajo una óptica moral nos revive la conciencia de la responsabilidad de tener en las manos nuestra propia y única vida”.
De manera que no puede haber dos éticas, la de la obligación y aquella que nos lleva a vivir una vida plena. Vivimos una sola ética cuando nuestras acciones nos llevan a la plenitud. De allí la importancia de comportarnos conforme al verdadero bien según la naturaleza humana. Esto es especialmente retador para el directivo y la organización, de cara a todo el bien que están llamados a realizar en la sociedad a pesar de estar en situaciones extremas, al ponerse en juego tanto su trabajo como la reputación de la empresa.
En no pocas ocasiones se llega hasta un grado sublime al intentar solucionar los dilemas éticos porque toda solución conlleva la renuncia de otra posible solución quizá más cómoda y menos conflictiva. Aplicar criterios éticos a casos particulares y circunstancias concretas es uno de los mayores retos que enfrenta la inteligencia práctica.
Es común escuchar con nuestras amistades o colegas conversaciones relacionadas con este tema. Y salen preguntas interesantes: ¿Es factible que una empresa dirigida bajo principios éticos pueda hacer negocio en un medio en el que las prácticas ilícitas forman parte integrante de la cultura del país?, ¿será posible que una empresa que lucha por ser eficaz, al mismo tiempo que es honesta y transparente, pueda alcanzar niveles altos de competitividad?, ¿en qué grado se podría lograr?, ¿es rentable ser ético?
Hace seis años tuve la oportunidad de presentar los resultados de una investigación que realicé con el asesoramiento de otros tres colegas. Nos propusimos evaluar la competitividad de las pymes que incorporan principios éticos en su toma de decisiones. El estudio incluyó una muestra de 395 empresas ubicadas en la zona Centro-Occidente de México. Todas ellas iniciaron siendo pymes.
Se realizó un análisis comparativo de indicadores clave entre las pymes que incorporan la ética en su toma de decisiones con las empresas que no lo hacen. Entre los resultados más relevantes obtenidos destacan los siguientes:
Concluimos que no solo es compatible obtener mejores niveles de competitividad al tiempo que se vive una cultura ética, sino que esto último es un detonador para lograr mejores resultados. La ética es algo que vale la pena vivir porque, lejos de conformar un conjunto de normas impositivas que coartan nuestra libertad, más bien es un conjunto de orientaciones que nos guían hacia la felicidad.
Aparentemente, los que se esfuerzan en tener un comportamiento ético podrían estar en desventaja con aquellas personas que hacen mucho dinero o logran sus objetivos a través de medios no éticos; pero es posible que esas personas –en el fondo- no sean felices, mientras que los primeros sí lo sean.
Dr. Francisco Ertze Encinas
ICAMI, Centro de Formación y Perfeccionamiento Directivo, región Noroeste
Director General Adjunto y Profesor de Antropología y Ética
francisco.ertze@icami.mx