¿Es verdaderamente fácil hacer negocios entre argentinos e italianos?

¿Es verdaderamente fácil hacer negocios entre argentinos e italianos?

Centenares de veces he escuchado afirmar “es fácil hacer negocios entre Argentina e Italia”, “nos entendemos perfectamente”, “somos iguales”, por lo que he decidido intentar sustentar estas afirmaciones, que se han vuelto casi un “axioma subyacente” a todas las relaciones entre los dos sistemas empresariales.

Comenzando a rememorar mis experiencias para validar estas afirmaciones, me di cuenta que encontraba una infinidad de subjetividades, vivencias personales o familiares, como si todo se basara en un “vínculos ancestrales” que colaboraba para genera un “continuum espacio-tiempo” entre Argentina e Italia.

Asimismo todos los empresarios consultados consideraban que no era relevante la problemática del “cross-culture” al momento de comenzar una relación de negocios con sus pares,  

¿Pero entonces como se justifica el sorprendente hecho de que a esta profunda relación no corresponda una contrapartida significativa en término del volumen de intercambio comercial?

A raíz de estas primeras consideraciones he decidido encarar el presente “ejercicio reflexivo” desde lo vivencial, tratando de encontrar patrones que puedan conformar un “decálogo” que ayude al empresario argentino a aprovechar sus fortalezas y a no caer en los errores del pasado cuando se propone comenzar una relación de negocios con Italia.

Debo admitir, que resulta por demás fascinante la increíble dinamicidad e inquietud por un crecimiento socio y económico rápido que fluyen en toda la sociedad argentina (no así en Italia), por lo que casi todos, en algún momento de su vida, se han preguntado “¿qué negocio personal puedo armar?” (no es así en Italia) y desde aquí el“…con Italia” el paso es inmediato y diría casi obligatorio, por el legado histórico-familiar que cada argentino siente con “il bel paese”

Podríamos afirmar que dicha pregunta se casi un “deseo existencial” en las sociedad argentina, y lo confirma el hecho de que, aún las personas que no han tenido ninguna experiencia empresarial se plantean lo mismo que los empresarios con experiencia.

Algunos ejemplos de esta “pulsión empresarial” son las olas recursivas de emprendimientos personales que he visto en estas dos décadas, como la cría de caracoles, chinchillas, avestruz o también la producción de micro-algas, sin olvidar por supuesto las actividades económicas relacionadas más con el mercado nacional como “me compro un taxi”, “abro un negocio” (quiosco, videoclub, cancha de paddle, etc. según la moda del periodo), pero para involucrar al lector les propongo no aburrirlo, ampliar este listado de los “negocios infalibles” con sus experiencias personales.

Lo cierto es que, el “empresario en potencia” se siente estimulado por ese “ligamen atávico” que lo conecta con sus antepasados emigrantes y lo empuja hacia los actuales parientes, amigos o simplemente conocidos que viven o tienen relaciones más constante con Italia (u otro país europeo).

El primer posible desafío es la comunicación pero el “hilo invisible” del que hablamos hace que, los más precavidos, decidan comenzar a estudiar italiano (“la lengua de il Dante”) mientras que la mayoría se sientan ya ampliamente capacitado por haber hablado italiano con los padres o los abuelos -que comúnmente era una mezcla entre dialecto e italiano- o simplemente porque han viajado una o más veces para conocer Italia.

A este punto, les recomiendo volver a gozar del sketch donde Enrique Pinti (espectáculo “Pinti y aparte”) trata puntualmente este tema (“mozzo, mozzo …para la nena camone!”)

La historia de la inmigración europea es íntimamente ligada con el nacimiento de sus instituciones sociales, económicas y empresariales, que han sido las columnas vertebrales para el desarrollo de diversas economías regionales argentinas a partir del siglo XIX, como por ejemplo, las “Associazioni di Mutuo Soccorso”, los “Circoli Italiani” o la “Commercio Italiana nella Repubblica Argentina” (CCI), fundada en 1884 siendo la más antigua al mundo aún en actividad.

Por esta y otras razones, el “novello imprenditore” desde el llano dirige su atávica pregunta (“¿Qué puedo hacer con Italia?”) a la institución italiana más cercana o bien a la CCI que, por lo general, contesta “¡ir de vacaciones! es muy linda Italia y se come muy bien”.

Puede parecer cruel y algo insensible, pero la realidad es que es nuestro deber hacer reflexionar sobre el hecho de que “tirarse a la pileta para ver qué pasa” en los negocios y más aún en el comercio exterior, no es cosa fácil y tampoco es “indoloro” si uno se equivoca.

Encarar un proyecto de comercio exterior, es tarea difícil cualquiera más aún para alguien que nunca tuvo experiencias, ya que requiere de muchos conocimientos específicos y de una serie de proveedores de técnicos que no admite improvisación. Pero la aventura empresarial se vuelve un “desafío titánico” si no se ha identificado claramente, por lo menos, cuán real y concreta es nuestra idea de negocio, cual es el nicho que queremos atacar, nuestras fortalezas, y hasta dónde estamos dispuestos a invertir concretamente.

Como suele decir, Luigi Pallaro, uno de los empresarios PyME de origen italiana más relevantes de Argentina, “¿tenés un proyecto?” es decir “antes de mover el primer paso, reflexionaste sobre tu idea, te planteaste de donde arrancas y donde querés ir?” porque “aún las mejores ideas si no están bien planeadas fracasan”.

Los principales disparadores de estas aventuras son la infinita telaraña de relaciones humanas (“tengo un amigo, tengo un tío, tengo un primo”) conjuntamente con la gran movilidad de las personas entre ambos países (“cuando fui a visitar mis parientes me dijeron que” etc.).

Aquí les propongo que hagan otro pequeño ejercicio de memoria y enumeren “sus” oportunidades de negocios o bien las que en algún momento de su vida escucharon o generó su entorno cercano.

Considero que todo lo que se ha mencionado hasta ahora, es el mayor capital del que disponen los empresarios de los dos países pero que el mismo debe ser “capitalizado, ordenado, encausado y puesto en valor” en el marco de una “idea de negocio” que debe ser conceptualizada y desarrollada como si estuviéramos intencionados a trabajar con Turkmenistán, Lettonia, Swaziland o cualquier otro país del que no conocemos absolutamente nada.

Es decir que, con un gran esfuerzo de autocontrol, debemos imponernos de realizar un trabajo de análisis desde cero y no dejarnos llevar por los supuestos personales.

Es sabido que el sistema productivo argentino nace gracias a los aportes de los inmigrantes europeos (italianos y españoles “in primis”), pero inexplicablemente sólo en acotados periodos el sistema empresarial local supo y pudo capitalizar esta herencia por ejemplo para generar su propia tecnología, como está sucediendo, por ejemplo, en estas últimas dos décadas en los sectores ganadero, agrícola, biotecnológico o de las TICs.

El sistema empresarial argentino está compuesto por un 90% de PyME que, desde siempre han mirado a Italia (conjuntamente con Alemania, EEUU y Japón) como punto de referencia y fuente de tecnologías de punta, la aparición de los gigantes del extremo oriente, ha empujado a muchos empresarios a elegir estos últimos como proveedores de tecnologías y de productos, por obvias razones de costo.

Por otro lado, en el imaginario de los empresarios argentinos, el modelo italiano sigue significando indudablemente calidad, diseño, eficiencia, confiabilidad, flexibilidad y productividad.

La historia nos enseña que el sistema empresarial italiano ha creído en la Argentina desde sus primeros pasos, como lo demuestra el hecho de que hay diversas empresas italianas con más de medio siglo de actividad en el país (ej. Pirelli, Indunor, Binello Hnos, Pallaro Hnos, etc.) y, por supuesto, todas aglutinadas en la CCI que desde 132 años soporta la PyME de ambos países en el desarrollo de sus negocios.

A pesar de todo lo mencionado, debemos afirmar que Argentina e Italia no son un “unicum – continuum” sino que a través de los años se han caracterizado y distanciado a nivel social, culturar, político, económico-empresarial, por lo que al momento de encarar una relación de negocios no debemos olvidar que los dos sistemas empresariales “decodifican dichos y hechos” de manera absolutamente diversa y, en algunos casos, hasta opuesta.

El análisis de último medio siglo, nos muestra claramente que ambos países han recorrido caminos muy diversos donde Italia se ha acercado más a los modelos socio-económicos del norte de Europa –aunque teñidos por el espíritu latino en una mezcla “teutónico-latina”- mientras que Argentina se ha alejado del modelo traído por los emigrantes europeos y se ha acercado cada vez más a los modelos “latinoamericanos”, a pesar de que sigue siendo el país “más europeo” de la región.

Argentina es definitivamente un ejemplo único entre los países de inmigración (EEUU, Australia, Alemania, etc..),  habiendo logrado fusionar decenas de poblaciones y culturas diversas e incorporado posiciones sociales, culturales y políticas absolutamente antitéticas amalgamando fascistas y antifascistas, franquistas y antifranquistas, anárquicos y republicanos, semitas y antisemitas dado vida a un verdadero “crisol multi-cultural” que es la “argentinidad actual” merecedora de un serio y profundo y no sólo de este pequeño y personal comentario.

El sistema empresarial argentino ha sabido capitalizar esta peculiaridad adquiriendo una gran sensibilidad y capacidad de adaptación socio-cultural y económica, que es “conditio sine qua non” para sobrevivir antes los cambios de paradigma empresariales y la profundización del fenómeno de la globalización. 

Marcelo Roich

Eventos de Negocios para Aprender y Transformar - Italian Style

5 años

Excelente prólogo a un capítulo de "Cómo hacer negocios con Italia".

Cristián Billardi

Profesor Derecho Tributario Ph.D. Human Rights and Tax Law Diritto dello Sport. Tributación del deporte Resp. LATAM Studio Uckmar Assoc. Prof.

5 años

Excelente analisis Claudio, sobre todo cuando viene de primera mano de tu amplia experiencia. Es claro que los historicos vinculos de fraternidad son un presupuesto positivo para afrontar cualquier proyecto pero, como varias veces hemos visto en la CCI, sin el adecuado asesoramiento profesional no solo se frustran los objetivos empresarios sino tambien los vinculos humanos. Buon Lavoro!

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