Esclavos por decisión propia.

Esclavos por decisión propia.

Cuenta una historia que un perrito lloraba y lloraba lastimosamente sin ninguna razón aparente. Era tal su lamento, que la gente que lo escuchaba fue a preguntar al dueño qué era lo que pasaba con su cachorro. El dueño, sin mostrar la mínima preocupación, contestó que el lamento provenía del dolor que le causaba al perrito estar sentado sobre un clavo de 2 pulgadas que se le enterraba en el trasero.

 Las personas, sorprendidas con esta respuesta, cuestionaron: “¿Por qué, entonces, el perro no se levanta y deja de lastimarse?”  El dueño, tajante, respondió: “Porque este pequeño se comporta como muchos seres humanos: El dolor les resulta lo suficientemente grande para quejarse, pero no lo suficiente para moverse.”

¿Conoces a alguien en una situación similar? Aunque irónica, esta historia refleja la realidad de muchas personas en nuestro entorno; es posible que conozcas a personas que pasan la mayor parte del tiempo quejándose por problemas y situaciones que, a ojos de los demás, no son tan dramáticas y cuya solución parece evidente. Esta conducta es susceptible de presentarse en cualquier ámbito de la vida.

La pregunta natural, entonces, es: ¿Por qué no se mueven? Existen dos posibles respuestas. La primera es por auto compasión; porque es más cómodo quejarse que afrontar los problemas en búsqueda de soluciones. La segunda es porque no saben que tienen que moverse o no saben cómo hacerlo.

Si bien este fenómeno es fácil de identificar en los otros, resulta difícil detectarlo en nosotros mismos. Bien podríamos estar sufriendo dolor y no movernos; por ello, es importante contar con una técnica sencilla y fácil que nos permita identificar hasta dónde podríamos estar estancados en nuestra zona cómoda.

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Los seres humanos pasamos la mayor parte de nuestra vida construyendo un ambiente de seguridad al que conocemos como zona cómoda; el riesgo es que no percibimos que, al igual que nuestro entorno, la zona cómoda también sufre mutaciones que la alejan del confort inicial que nos hacía sentir y entonces ¡Peligro! Podríamos comenzar a quejarnos sin movernos, en un intento vano por salvaguardar ese entorno de aparente seguridad.

Por ello, hay 4 puntos que puedes analizar para evitar caer en quejas que te impiden mover:

  1.  ¿Te sientes victima? Si consideras que las circunstancias te son desfavorables, que no se te toma en cuenta o que se toman decisiones a tus espaldas, es probable que seas responsable de esta situación directa o indirectamente.
  2. ¿Encuentras culpables? Analiza qué tan fácil te resulta encontrar culpables en las situaciones que te aquejan hoy en día, aunque no visualizas soluciones que provengan de ti. Recuerda que, si no logras encontrar soluciones, es muy probable que tú seas parte del problema.
  3.  ¿Tienes dificultades? Puede ser que actualmente enfrentes retos que, a tus ojos, solo son dificultades o problemas y, aunque las personas a tu alrededor te lo comenten, no logras visualizarlos como nuevas oportunidades para crecer. Cuando todos están equivocados, probablemente tienen la razón.
  4.  ¿Dependes de otros? Hay ocasiones en que, bajo ciertas circunstancias, te encuentras dependiendo de otras personas, ya que no eres capaz de resolver los problemas por ti mismo. Seguro que tú estás evadiendo responsabilidades que podrías controlar.

Albert Einstein dijo que la definición de un problema es, incluso, más importante que la propia solución de este; entonces, reaccionemos ante los síntomas de un problema para avanzar en la solución del mismo.

Tomemos las decisiones necesarias para dejar atrás nuestra esclavitud.



Oladys Figueroa

EL EVANGELIO DEL TRABAJO Es un apostolado que busca fortalecer los talentos con valores cristianos, con base en las encíclicas que abordan temas sociales y laborales: Rerum Novarum y Laborem Exercens.

2 años

Qué tema tan interesante. Gestionar salir de nuestras zonas de confort es todo un reto. Esta es una publicación muy útil, de autoanálisis y reflexiva. Me llevo la tarea. Gracias! Saludos!

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