Escribir bien no le hace daño a nadie
Me preocupa que cada vez se escribe peor.
Ya no solo es un problema reducido al ámbito personal, de perfiles de redes sociales o el WhatsApp. Es que hasta en las “mejores familias”, es decir, en esos medios de comunicación de larga tradición por su prolija escritura, la redacción ha sido descuidada.
Al parecer, y esa es una teoría que he venido sosteniendo últimamente, la premura ahora “justifica” los errores gramaticales, la ausencia o mal uso de los signos de puntuación y la falta de empleo de sinónimos.
Creo que el escribir bien se ha relajado con el uso de las redes sociales. “Lo importante es que se entienda”, dicen algunos. ¿En serio? Entonces ¿una pregunta sin los signos de interrogación sigue siendo una pregunta?
Imagínate la misma situación en el lenguaje oral: si digo “¿tienes hambre?” es porque estoy solicitando información a la otra persona, quiero saber si quiere comer, hay una entonación específica que dispara en mi interlocutor una respuesta, positiva o negativa. Pero si digo “tienes hambre”, estoy haciendo una afirmación, el otro no tiene alternativa. Algún comentario o gesto me ha llevado a concluir que esa persona quiere comer.
Una vez casi hierve mi sangre cuando una persona, para más señas la responsable de la identidad corporativa de una gran empresa, me dijo que el signo de interrogación de apertura era innecesario, pues en la publicidad esto era visto como un estorbo. "¡Qué criterio!", pensé.
Si escribimos en español, obviamente tenemos que cumplir las reglas del idioma, aunque tengamos que "parir" un espacio para ese signo que nos demanda una frase. Es español, no inglés, portugués o francés, que son idiomas que no emplean el signo de interrogación de apertura.
Este ejemplo también es válido para las exclamaciones. Por algo se inventaron esos signos. Y si esto no te convence, mira ahora el teclado de la computadora o el de tu celular.
El asunto de los signos es apenas una evidencia de que cada día estamos peor. Es como si se menospreciara la redacción limpia, coherente.
Yo siempre sospecho de la calidad profesional de alguien que escribe mal y con errores ortográficos. Sí, quizás sea una exageración, pero para mí es parte de su marca personal. Postúlate a un empleo con un currículo pobremente redactado y espera a ver qué pasa. No es que con uno escrito por el mismo Mario Vargas Llosa tengas asegurado el éxito, pero grábate esto en tu cerebro: se trata de tu imagen como profesional.
Una redacción limpia y coherente sólo se logra leyendo de los mejores. Cualquier cosa que te consigas no te servirá. Tienes que leer novelas, ensayos, clásicos, estar atento a cómo se usan los signos de puntuación, cómo se plantean las ideas. Leer y, además, ser detallista al escribir no le hace daño a nadie.
Y tú, ¿qué piensas sobre esto? Me gustaría leer tus comentarios.
Periodista y correctora de textos
4 añosExactamente.