Escuchar: clave de un liderazgo auténtico
Del mismo modo, los investigadores dependen del intercambio de ideas para fomentar la innovación. Las universidades, por tanto, son el escenario ideal para enseñar, mediante el ejemplo, la importancia de la escucha activa
Vivimos tiempos de implacable sobrecarga informativa, donde las decisiones se toman a un ritmo vertiginoso y las distracciones abundan. En este contexto, un recurso esencial para el éxito de cualquier organización —y que a menudo pasa desapercibido— es la capacidad de detenerse a escuchar, atenta y activamente. Aunque parecería una habilidad sencilla, la escucha efectiva es una herramienta poderosa para construir liderazgo genuino, especialmente dentro de instituciones educativas como las universidades.
Escuchar implica mucho más que simplemente oír palabras. Se trata de comprender profundamente la perspectiva del otro, sus emociones, preocupaciones, aspiraciones y expectativas que moldean su visión del mundo. En el ámbito organizacional, esta práctica es fundamental para entender las necesidades de los distintos miembros, ya sean estudiantes, profesores o colaboradores. No se trata sólo de recolectar información. Hablamos de fomentar un diálogo genuino que permita identificar y abordar los retos y metas de la comunidad de manera adecuada.
A pesar de que la escucha organizacional no siempre ha recibido la importancia que merece, cada vez es más reconocida como una estrategia clave para el desarrollo integral de las instituciones. La escucha activa no sólo mejora la toma de decisiones, también refuerza la confianza y la lealtad dentro de una organización, generando un ambiente de reciprocidad y diálogo. Como señalaron grandes pensadores, desde Platón y Aristóteles hasta Hans-Georg Gadamer, el diálogo es el vehículo esencial para alcanzar el entendimiento mutuo.
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La escucha, institucional y profesional, va más allá de una disposición a conocer ciertas opiniones. Este enfoque se refiere al diseño de procesos, políticas y estructuras que aseguren una escucha activa y constante hacia los distintos grupos de interés. Es un antídoto contra la “escucha selectiva”, donde sólo se consideran ciertos temas o voces, ignorando perspectivas que también importan. Implica, además, una profunda humildad para advertir los errores y reemprender el camino. Se lee más fácil de lo que de fondo exige.
Valorar las voces de todos los miembros permite que la institución evolucione, se adapte a su entorno y fomente una comunidad más cohesionada y participativa. Es, en esencia, una estrategia de “ganar-ganar”, en la cual la institución crece gracias a su recurso más importante: las personas.
Desarrollar una cultura de escucha transversal representa un desafío, pero también una oportunidad invaluable para mejorar la gobernanza y la toma de decisiones, basándose en una comprensión más profunda de las necesidades y aspiraciones de toda la comunidad.
En un entorno donde el ruido y la superficialidad dominan, las organizaciones que se toman el tiempo de escuchar son las que establecen conexiones más auténticas y duraderas. Para los líderes organizacionales, escuchar no es sólo un gesto de cortesía; es una estrategia esencial que puede marcar la diferencia entre el avance y el estancamiento.
Secretaria Académica del Centro de Lenguas en la Universidad Panamericana
3 mesesDesafortunadamente en la actualidad, la escucha activa parece estar desapareciendo. Las interacciones de persona a persona son muy cortas y apresuradas, ya que se prefiere continuar aquellas que se realizan en distintos medios digitales. Concuerdo contigo Fernanda, que aquellos que tengan la habilidad de escuchar a los demás de manera atenta y activa, podrán desarrollar un liderazgo más humanista.