Esto también viene de Roma
Luis Rojas Ponce / @Soyluisponce
Mamá pregunto por segunda vez , "¿Sebastián eres gay?”, al parecer el silencio prolongado que le había dado en primera instancia no era suficiente,
“¿De verdad quieres que te responda?”, pregunté con mucho temor. “Sí Sebastián”, respondió mamá fuerte y claro. Yo respire profundo, me senté, me llene de valor y respondí: “Sí mamá, soy gay”. Sentí que me había quitado un gran peso de encima, una gran cruz que no había querido llevar pero que desafortunadamente llevaba, sin embargo, lo que estaba por venir era un viacrucis más intenso que el del Nazareno en su recorrido a la crucifixión.
“¿De dónde te salió a ti eso de ser gay?.. Tú no me puedes hacer esto, yo te he brindado lo mejor de mí, me he dedicado a ser madre y padre a la vez. Definitivamente con esto me has defraudado. ¿Qué van a decir los demás?, ¿Qué va a decir la familia y hasta tú mismo papá?”.
Mamá, se levantó del sillón y esbozó: “Tú no puedes ser gay, tan siquiera has tenido novias, tú no has probado a una verdadera mujer. ¿Con cuántos hombres duermes? dime Sebastián”.
En ese momento sentí que mí intimidad quedó en vulnerabilidad, al escarnio público. Mamá me desnudó con preguntas, me puso en evidencia y no dejó que tapara lo que por derecho me correspondía mi integridad como ser humano.
Volví a respirar había aprendido que inhalar y exhalar era lo mejor para esos momentos incomodos de la vida. Parpadee, en ese milisegundos quise entender a mi amada madre, pues uno no espera que su hijo único, el varón, el que viste de azul, le diga abiertamente que le gustan los hombres, que es gay, pensé.
“Mamá me genera mucho dolor que te sientas defraudada por mi condición sexual, mi intención jamás ha sido esa, por el contrario, lo poco que he realizado en mi vida siempre ha estado pensado en mi beneficio y a tus fructíferos consejos. Particularmente no es importante decirte el número de hombres con los que he estado, porque esa verdad es solo mía. Soy tu hijo y eso no podrá cambiar”, dije con un tono tenue, no era soberbio, pero no había entonación que suavizara semejante golpe a la dignidad de una madre machista.
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Surgieron ataques por parte de quien me tuvo 7 meses en el vientre: “De esta casa te vas, no permitiré que hablen mal de ti, no permitiré eso". Mientras mamá lloraba también dijo que no iba a tener nietos, "Te van a contagiar de Sida porque todos los patos, tienen Sida. Bien bonito, me dices si el día de mañana te quieres hacer lo senos, ahora sí me arregle yo. Yo parí un macho no una hembra”
La irá se apodero de mí, la rabia, me llene de cólera, me puse iracundo: “¿quién dijo que ser gay es cambiarse el sexo?, hasta donde mis estudios alcanzan eso es ser transexual, yo solo estoy manifestando que mi gusto es hacía los hombres, además mamá, ¿tú crees que los heterosexuales están exonerado de sufrir alguna enfermedad infectocontagiosa?... te equivoca madre todo aquel que no se cuide tiene el riesgo de padecerlo, es más mi primo…
“¿Tú primo qué?, ¿tiene Sida?
“No mamá”, Baje la cabeza y no dije nada.
“Ay catire, dime que paso con tu primo, ¿Qué hizo Alfonzo que tu no quieres decir nada?”
“Nada mamá, olvídalo”
“Dime Sebastián”
Entre el dolor y la rabia le grite que mi primo mayor, que su sobrino viril, padre de tres hijos y quien tenía más de ocho meses viviendo en casa, había sido mi primer contacto con hombres, no me quedaba claro sí yo era obligado, si le daba mi consentimiento, no sé cómo paso, pero sé, que fue por muchos años, fui desprovisto de mi inocencia, desposado por un Hércules en potencia, mamá no dijo nada, cerró la boca. a los pocos días, Alfonzo desalojo la casa, no hubo denuncia, solo hubo silencio; el marico de la casa, término peyorativo utilizado para definir a los homosexuales, continuó su vida estudiando Derecho en la Universidad de Buenos Aires (UBA), sin embargo, nunca logro entender, como las normas jurídicas que rigen a la sociedad proveniente de las 12 tablas romanas dejaron por fuera lo que él era, la tan señalada homosexualidad, ya que para la época era aceptable sino que lo diga la copa Warren, porque esto también viene de Roma.