Estudiar para seguir creciendo

Después de graduarme de mi especialización en Derecho Comercial, mi vida dio un giro maravilloso: me convertí en madre de Sebastián, quien hoy está por cumplir 16 años. En ese momento asumí dos nuevos roles en mi vida, ser mamá y la compañera de vida de Adolfo Bolivar , sumando estos roles a los que ya tenía como hija, hermana, sobrina, prima, amiga, profesional. Cinco años después me convertí en madre por segunda vez, Lucía hoy tiene 10 años.

Aunque durante todo este tiempo realicé algunos cursos y diplomados, mi rol de estudiante quedó muy relegado por un tiempo. En todo caso, siempre mantuve el sueño de realizar una maestría, inspirada por el ejemplo de mi madre, quien, a sus 41 años, con dos hijos adolescentes y con mi padre cursando su doctorado, realizó su maestría en el exterior, demostrándome que nunca es tarde y que no hay límites para alcanzar los sueños.

Mis hijos fueron creciendo y me propuse que cuando Lucía estuviera cursando segundo o tercero de primaria, comenzaría mis estudios de postgrado. El poder de Dios y de la mente siempre me han llevado a cumplir mis metas. Cuando Lucía comenzó primer grado, empecé a recibir señales que me indicaban el camino: era el momento de volver a estudiar.

Escuchando todas esas señales, tomé la decisión de hacer el EMBA en INALDE Business School , con muchas expectativas e incertidumbre, me preguntaba cómo una abogada podía estudiar una maestría en administración, cómo una mamá podía dedicar tantas horas de estudio a la semana, cómo me podría impactar esto en mi matrimonio, mi vida familiar y profesional, cómo sería la experiencia de volver a las aulas, cómo me iba a integrar con 90 profesionales de tan diversas profesiones e industrias, entre muchas otras dudas.

Hoy, después de más de 214 sesiones de clase, aproximadamente 200 casos leídos y preparados, y un sinfín de aprendizajes, sé que es posible incluir el rol de estudiante en la vida y que además esto fue un regalo para mí y mi familia. Esta experiencia era una deuda pendiente conmigo misma: seguir creciendo y formándome para servir cada día mejor.

Con mi maestría, además de divertirme de una forma que nunca imaginé, he adquirido la capacidad de hacer análisis desde varios puntos de vista, tengo herramientas que me sirven para tomar decisiones en mis ámbitos personales y profesionales, tengo un listado inmenso de aprendizajes que he ido recopilando en mi cabeza y en mi cuadro de Excel que algunos conocen … de ese listado resalto algunas enseñanzas que me han marcado, han sido tantas y tan profundas que me costó mucho escoger cuáles dejar hoy aquí:

• No hay una solución estándar para los problemas, entre más alternativas tengas mejor, el camino saldrá del análisis y los criterios utilizados. De hecho, hay momentos de la historia que pueden potenciar una u otra decisión; y la incertidumbre no es un problema, es una condición.
• Primero el análisis debe ser conceptual y después debe acompañarse de números.
• El directivo debe ser consistente; de hecho, el comportamiento más importante es cuando no nos están viendo, o cuando creemos que no nos están viendo.
• La productividad de un equipo es igual a las capacidades individuales más la coordinación de acciones (motivaciones, valores y promesas).
• La confianza tiene que ver tanto con la verdad, como con la capacidad.
• La empatía es cognitiva, no emocional, es racional, ponerse en el lugar del otro desde el otro.

Este agosto, Lucía comienza cuarto grado y yo mi segundo año de maestría. Agradezco profundamente el apoyo incondicional de mi esposo, mis hijos, mi familia, mis amigos y la Organización en la que trabajo. Gracias también a mis profesores y compañeros por este viaje juntos.

Hijos, espero que, así como los abuelos nos han dado ejemplo, este también sea un gran ejemplo para ustedes. Estudiar para seguir creciendo!!