No existen las ciencias sociales
No existen las ciencias sociales, nunca han existido y no deberían seguir existiendo. Es la causa más profunda de la corrupción, desigualdades y violencia institucionalizada que vivimos. Es consecuencia de unos horribles equívocos metafísicos y epistemiológicos que se fueron dando desde la reforma protestante por los genios de la modernidad al haberle hecho caso al proyecto de Lutero y no al de los humanistas, principalmente el de Erasmo de Rotterdam.
El empirismo, cinismo, escepticismo, dogmatismo y bullying reinante hoy en día, que consideramos inevitable e insoportable, obedecieron a no separar en la base del conocimiento entre teología y ontología aristotélica, como había advertido el Estagirita y venían descubriendo los humanistas desde el aristotelismo tomista dentro del cristianismo.
Observen que los científicos empiristas niegan la existencia de Dios y reducen los axiomas de Aristóteles a suposiciones, hábitos y costumbres de hacer las cosas de una manera en vez de otra, porque el trabajo de los humanistas quedó incompleto tras la reforma, que consistía en dejar la materia de fe al Papa (teología) e incrementar el saber o conocimiento (ontología). La mayor critica que dio de Rotterdam al proyecto luterano fue que volvió a confundir la divinidad con el libre albedrío del ser humano.
David Hume fue el filósofo responsable de introducirnos el exagerado escepticismo al mal interpretar la ley de identidad del Estagirita, como consecuencia que el calvinismo nunca hizo la explícita y respetuosa separación entre los dos saberes, y mandó a los científicos a probar la depravación moral y corrupción de la razón en el mundo natural. Hume niega la inducción científica al considerar que mediante ese método se había considerado que todos los cisnes eran blancos, pero aparecieron cisnes negros en Europa.
Este sociólogo y humanista escocés invita a la deducción científica recogiendo la mayor evidencia empírica, descartando el racionalismo, pero olvidó que tanto Dios como los axiomas para comprender el mundo natural no existen en la realidad, lo que existen son cosas y los axiomas son reglas o abstracciones que hacemos partiendo de los existentes (que creó Dios se hubiese entendido si seguimos el proyecto humanista, que era el descubrimiento que la sabiduría del Señor dejó dispersa en su creación) para hacer ciencia de una forma absoluta, jerárquica y contextual, como corrigió Ayn Rand en Objetivismo, una filosofía para hacer ciencia y vivir en la tierra, si reconoces el trabajo de los neotomistas y humanistas dentro del cristianismo.
La frase correcta partiendo de los hechos empíricos siguiendo las reglas de la lógica es: los cisnes son los cisnes, tienen una naturaleza y no pueden actuar contrario a su identidad, La diferencia entre cisne blanco y negro es en el atributo del color, un detalle menor e insignificante. Es como si negáramos la inducción científica porque todos los seres humanos son blancos absoluto y contextualmente, y de repente por observación de la realidad (empirismo) aparecen negros.
Y Hume realmente era racista: “Sospecho que los negros y en general todas las otras especies de hombres (de las que hay unas cuatro o cinco clases) son naturalmente inferiores a los blancos".
Impresionado por el racionalismo cartesiano y asustado y motivado a la vez por el escepticismo y empirismo de Hume, lo que hoy se conoce como la teoría analítica - sintética, Immanuel Kant consideró que Isaac Newton hizo ciencia porque desplazó implícitamente las ideas de Dios o ideal de la razón pura, paralogismos o ideas del alma y antinomias o idea de mundo o cosmología del conocimiento teórico y especulativo (bases de las ciencias naturales y exactas modernas) al conocimiento moral (la base de las supuestas ciencias sociales), pero luego este genio maldito las ató al deber como voluntad buena en la ética y sólo así el cristiano podía reclamar una fe digna, poniendo fin a la Ilustración y sentando las bases del conflictivo siglo XX.
Fue más fuerte su miedo a que los rudimentos de la racionalidad y empirismo invadieran los campos de la moral y la fe, completando en el mundo natural implícitamente el trabajo que inició Lutero, que continuar el trabajo de los humanistas de establecer claramente los linderos entre la fe y la razón.
El siglo XIX fue un "choque de ideas" como decía el preclaro prócer Justo Arosemena. entre las nuevas y viejas que se resisten a salir y que se convirtieron en las nefastas doctrinas de las ideologías de la nueva corporación política de la era industrial.
El médico, biólogo, físico, ingeniero, enfermero y otras profesiones liberales no tenían ninguna relevancia moral si no acataba el deber, todos los demás deseos humanos desaparecían de la moral, sea el deseo de hacer el mal o el deseo de hacer el bien, el vivir o morir.
Como los teólogos, filósofos y científicos creyeron que habían superado al más grande filósofo, Aristóteles. por eso que llaman mejorismo cientista, se olvidaron que la dialéctica no produce conocimiento científico y como inicia en opiniones establecidas o probables que comparten una mayoría o los eruditos llamó a buscar un método que sirviera para argumentar sin decir nada contradictorio. Y el deber es universal, en el sentido que se replica en cada país del mundo, pero no aporta ciencia.
Y como el ideal de la razón pura, el alma y las contradicciones del mundo estaban en la nueva ética que contaminaría toda la filosofía contemporánea, el anticoncepto del deber que sustituyó el vació que dejó Hume en el axioma de causalidad, resultó simplemente una secularización de la fe, que permitió que el argumento de autoridad mutara "socialmente" de la inquisición de los homenajes feudales a los nuevos dueños de corporación política de las constituciones liberales, los políticos. De los "monstruos coronados" que denunciaba Arosemena en su enorme "Estado Federal" de épocas precapitalistas, a los delincuentes legalizados, delincuentes comunes y criminales organizados con el pueblo en el medio.
"La visión de la moralidad es propagada por hombres que nunca han oído hablar de Kant: simplemente les proporcionó un prestigio formal, académico. Un sentido kantiano del “deber” es inculcado por los padres cada vez que dicen que un niño debe hacer algo porque debe. Un niño educado bajo el constante martilleo de “deberes” sin causa, arbitrarios, contradictorios e inexplicables, pierde (o nunca la adquiere) la capacidad de entender la diferencia entre necesidad realista y caprichos humanos, y se pasa la vida en abnegación, obedientemente haciéndole caso a los caprichos y desafiando a la necesidad realista. En el sentido más profundo del término, crece sin llegar a comprender claramente la realidad", siempre advertía Rand a una sociedad minada por deberes incomprensibles introducidos vía constitución.
Los teólogos, filósofos, intelectuales e ideólogos de la nueva corporación estatal no tuvieron ningún problema de sacar las implicaciones política de la filosofía kantiana, y fue así que aparecieron los dos movimientos apasionadamente más anti libertad que ha parido occidente, el comunismo y el fascismo, y todos las demás doctrinas del Estado del Bienestar, una enorme burbuja que pincha a cada rato por desconocer los axiomas para comprender el mundo natural, y con él, los derechos individuales inalienables, la catalactica o estructura de los precios o teoría del mercado y el patrón oro. Sólo podían conocer de él las tradiciones profesiones liberales y sólo como un Don de Dios para tener así derecho a una fe digna. Cómo se enredaron y cómo nos engañaron.
¿Nunca te habías preguntado cómo fueron posible dos guerras mundiales en pleno auge de la Ilustración y romanticismo? Estás obteniendo la respuesta dado que el brazo educativo de la corporación política jamás te lo iba a decir: primero debiste estudiar aristotelismo y sus variantes, para entender el mundo natural, la única ciencia, y luego escoger el área de especialidad. Otro mundo se construía antes de la Primera Guerra Mundial, y no era utópico porque el patrón oro existió.
"Estos profetas de una nueva época, que declararon haber descubierto por primera vez una ciencia del mundo social, no solo fracasaron en este campo que ellos declararon que era el campo propio de su actividad, sino que, sin vacilación alguna, decidieron destruir la historia de todas las ciencias que emplean el método histórico. Fascinados por la idea de que la mecánica newtoniana constituye el modelo de todas las auténticas ciencias, pretendieron que la historia empezara a levantarse al mismo nivel de una ciencia exacta mediante la construcción de leyes históricas", lamenta Ludwig von Mises en "Problemas epistemológicos de economía".
Y el primero de estos profetas pos kantianos fue Augusto Comte, quien construía su sociología sobre el supuesto de recoger la mayor evidencia histórica para deducir leyes universales, si universales en el sentido platónico, no aristotélico: no produce conocimiento científico dado que el mundo noumenal (ética) de Kant no lo es.
Esta destrucción moral, política y cultural que iba minando la Ilustración y romanticismo contaba con las advertencias en el Istmo de Panamá de las ideas de Justo Arosemena, Belisario Porras y Federico Zúñiga Feliú, en el contexto austro germánico de Carl Menger y dentro de la Iglesia Católica, las encíclicas del neotomista Papa León XIII, pero la corporación política tenía otros planes; intensificar la depravación moral y corrupción de la razón del mundo natural a los cristianos bajo la magistral argucia de la Voz del Pueblo es la Voz de Dios, y así donde debió nacer la bondad y el intercambio pacífico de ideas, bienes y servicios aparecieron las nefastas doctrinas de una supuesta ciencia de los fenómenos sociales, cuyos ideólogos sólo defienden los monopolios y prebendes que logran al obtener el poder político, y en la ciencia natural el burlón empirista que cree que negando a Dios está haciendo ciencia.
"Si un hombre quiere ser honrado no se merece ningún crédito moral; como diría Kant, esa honestidad es “digna de alabanza”, pero no tiene “valor moral”. Sólo un reprimido malvado, que sienta un profundo deseo de mentir, de engañar y de robar, pero que se fuerce a sí mismo a actuar honestamente por el puro sentido “del deber”, sólo él recibiría el reconocimiento moral por parte de Kant y los de su calaña", era enfática Rand.
"Están subiendo auténticos patriotas al poder acompañados de verdaderos analfabetas morales", lamentaba el Libertador de América, Simón Bolívar, antes de terminar siendo influenciado por esta nefasta filosofía. Hoy en día suben al poder plutócratas con ansias de enriquecimiento acompañados de violentos esbirros por la contaminación ideológica de los partidos políticos.
"Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? (Mateo 7: 15-16).
Basta ya de seguir a los falsos profetas de Platón, Lutero, Calvino, René Descartes, David Hume, Immanuel Kant, Augusto Comte, Friedrich Hegel, Karl Marx, Gustav von Schmoller, John Maynard Keynes, que son los que nos mantienen en esta corrupción y depravación moral.
Debemos barrer con todas esas doctrinas en el sistema educativo e instalar a la brevedad a Aristóteles, Tomás de Aquino, Tomás Moro, Luis Vives, Erasmo de Rotterdam, Isaac Newton, Justo Arosemena, Carl Menger, von Mises y Ayn Rand, para comprender el mundo natural como lo hacen los médicos e ingenieros, pero de una manera jerárquica, absoluta y contextual, y apoyándonos en la neurociencia y matemáticas.
Lo primero que debemos entender para encaminarnos a un nuevo renacimiento, incluso mejor que el anterior, es que el cristianismo es uno solo, igual que la ciencia y la corporación política, que simplemente nos hizo quijotescos tras la Revolución Francesa al partirse en dos lados opuestos, irreconciliables y contradictorios, en una época cínica y escéptica, que no supo captar los rudimentos de la racionalidad.