Experiencia en primera persona y reflexión profunda
Experiencia en primera persona y reflexión profunda
(Un par mágico para la buena vida)
A Norma Cristina, que la ama
Hay pares de conceptos muy poderosos que acompañan la vida de las personas. El de la escucha y la comprensión, uno muy potente, el de la planificación y la ejecución, uno necesario, el del respeto y la confianza, uno básico, el del amor y la compasión, uno imprescindible, entre otros, y uno mágico: el de la experiencia en primera persona y la reflexión profunda.
¿Qué significa el concepto de experiencia en primera persona? ¿y el de reflexión profunda?
El primero se refiere al necesario e imprescindible ejercicio de hacer la experiencia (cualquiera sea) en primera persona.
Por experiencia entiendo cualquier vivencia de percepción humana posible. Desde un ejercicio mental recostado en una playa de arena hasta escalar una montaña pasando por todas las ejecuciones que razonablemente una persona pueda realizar por sí misma.
Las claves de la experiencia en primer persona son:
1. La existencia de una motivación propia, obligatoriamente alejada del espejo social o de los mandatos familiares, profesionales, de clase y similares.
2. Una planificación deliberada alineada al propósito de vida de la persona.
3. Una ejecución personal (en primera persona) impecable.
4. Un tiempo (pausa) de regeneración de la energía física o psicofísica perdida eventualmente en la ejecución
Motivación propia
La voluntad debe ser propia, individual y libre de toda influencia de terceros lo que debe excluir toda imposición del espejo social así como cualquier mandato familiar, afectivo o influencia de orígenes similares.
En caso de existir deben ser gestionados y eliminados antes de intentar la experiencia. Su presencia, aunque sea residual, mínima, desvirtúa y tergiversa la motivación propia.
La motivación está presente en el par en un doble rol. Por un lado, es, la razón que define la energía para hacer la experiencia mientras que, por otro, es la fuerza que estimula a la persona a embarcarse en la misma en particular cuando la experiencia es desafiante, ya sea porque es la primera vez que se espera desarrollarla, como por su grado de dificultad inherente (por ejemplo escalar una montaña) o el estado psicofísico de quien desea ejecutarla (una persona joven, una persona madura, etc.)
Planificación deliberada y alineada
Un proceso de planificación riguroso y detallado debe poder imaginar la experiencia desde una perspectiva de alto nivel. Esta visión cumple con dos aspectos sinergizantes: a la par que aumenta la probabilidad de éxito de su ejecución estimula los sentidos de la persona potenciando su voluntad.
La planificación resultante del proceso debe necesariamente estar alineada al propósito de la persona como condición excluyente. Si no lo fuera, la experiencia podría entrar en una zona de extravagancia o de un pasatiempo sin más valor agregado que utilizar el tiempo en algo.
No corresponde al par mágico el tratamiento y definición del propósito de la persona, dicha gestión debe hacerse por afuera y es anterior a la vivencia de cualquier experiencia en el marco de este par.
Ejecución personal
La ejecución debe ser, en su mayor parte, desarrollada en forma personal. Es claro que pedir ayuda es una opción siempre y cuando se relacione con un déficit menor del ejecutante ya sea operativo (aptitudes físicas) o cognitivo (aptitudes mentales). La eventual ayuda deber ser accesoria, tangencial. En ningún caso debe constituir el cuerpo principal de la ejecución. Si así fuera, el ejecutante deberá abordar dichos déficits por fuera del par mágico y retornar a él solo cuando los mismos hayan sido saneados.
Puesta en tiempo y espacio de ejecución, la persona debe centrar su atención en la distintas facetas que constituyen la misma asegurándose de sentirse en la plenitud de sus fortalezas (físicas y psíquicas) para iniciar un camino que espera le deje enseñanzas varias además de la natural gratificación de poder hacerla.
Pausa regenerativa
Finalizada la ejecución en forma completa el proceso de la experiencia en persona se libera para darle paso al cierre del primer componente del par mágico: la pausa regenerativa.
La misma debe seguir lo más rápido posible a la ejecución pero no necesariamente en forma inmediata. Las razones pueden llegar a ser obvias. La pausa demanda exigencias emocionales y espaciales. No es posible iniciar la misma en un estado de excitación o exceso de adrenalina tal que impida capitalizarla. Tampoco es posible si el espacio (entendido como medio ambiente) es inadecuado o poco adecuado. Requiere de ciertas “facilidades” entre las que se destacan un lugar amplio, espacioso, iluminado, ventilado, en lo posible con nulo o bajo nivel de ruido e interrupciones. En definitiva, un lugar para recuperar energía.
Cuando estas condiciones están dadas, la pausa regenerativa puede desplegarse con el convencimiento de que su acción “terapéutica” (reponernos del esfuerzo físico y psíquico) será suficiente para recomponer el cuerpo y la mente, primero, y abrir ambos para el paso siguiente, la tarea que complementa el par mágico: la reflexión profunda en primera persona.
La experiencia como proceso
Los puntos 1 a 4 de la experiencia en primera persona integran un proceso completo. Como tal, -deben respetarse-, abortarlo en esta fase no constituye un experiencia en el sentido que el par mágico exige. El mismo se debe desarrollar de principio a fin, de punta a punta, la posibilidad de éxito de la experiencia está puesta en que así lo sea.
Los puntos que integran el proceso están en orden riguroso y si bien los puntos 1 y 2 pueden ser desarrollados en forma simultánea circunstancialmente, seguir el orden es un imperativo del par.
Debe quedar claro que como proceso y desde el punto de vista temporal, hay un antes y un después. El antes podría ser una expresión de deseos, una emoción o, también, una clara vocación orientada a realizar la experiencia en un futuro aproximadamente inmediato.
El después es claro y forma el par en el otro plato de la balanza: la reflexión personal profunda.
El valor de las experiencias
Desde el punto de los activos personales y, también, de las fortalezas que se capitalizan, las experiencias son de vital importancia para la persona. El valor de las mismas depende del tiempo que se considere, en particular del tiempo pasado y del presente referidos al aprendizaje internalizado, del primero, así como el del nivel de competencia de la praxis, del segundo. A pesar de la incertidumbre lógica de las experiencias futuras, la posibilidad de imaginarlo, estimarlo y por qué no generarlo, es un valor agregado de las experiencias de ayer y de las actuales.
Pasado
Las experiencias del pasado deben ser nutritivas desde el punto de vista del aprendizaje. Importa, y mucho, si las mismas fueron positivos desde el juicio de la persona involucrada más si no lo fueron, siempre quedará la posibilidad de reinterpretar qué de positivo tuvo la misma. Es prácticamente imposible que una experiencia no deje elementos de aprendizaje, el desafío –en todo caso- es encontrar la perspectiva correcta que le permita a la persona identificar, primero, y capitalizar, después, cuál o cuáles fueron los agregados de valor de la misma.
Presente
Las experiencias del presente son la frutilla del postre del par, es decir, ponen de manifiesto el nivel de competencia de la persona involucrada en la experiencia respecto a su capacidad de ejecución. Se sabe, ejecutar en forma efectiva es una disciplina en sí misma.
El par mágico ayuda, y mucho, en que cada nueva ejecución se apoye en los hombros de la anterior permitiéndole a la persona levantar el nivel de sus ejecuciones y llevarla hasta el nivel de la excelencia. En tiempo presente es de fundamental importancia que la persona pueda poner al máximo su atención viviendo –y disfrutando- la experiencia en “modo” despierta, es decir, con plena conciencia de sí misma.
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Futuro
La experiencia en primera persona en los tiempos que vendrán son, a la vez que un misterio lógico, una realidad esperada, por venir, bajo un patrón de conocimiento acumulado y fortalecido por la aplicación del par mágico en los tiempos pasados y en los del presente.
Una persona con un trayecto de experiencias en primera persona y reflexión profunda exitosas puede, racionalmente, esperar que el signo de las mismas lo acompañe en los tiempos que vendrán. En este sentido es una persona que desarrolla una alta estima apoyada por un fuerte sentido de autoconfianza y capacidad de aprendizaje profundo.
Reflexión profunda
El segundo concepto integrante del par es también un proceso estrictamente personal en el que la persona se encuentra consigo misma. La figura del encuentro es explícita, se produce un encuentro y, tal vez reencuentro, de la persona con su capacidad de reflexionar sobre sí misma sobre todas sus experiencias sensoriales, en particular, en las elegidas por aplicación del par mágico.
Las historias que nos contamos, las mentiras que nos creemos
Sin una reflexión profunda -realizada a conciencia- surgen las historias que las personas se cuentan a sí mismas y, también, las mentiras que se cuentan a sí mismas y terminan ¡creyendo!
Inevitablemente perdida la posibilidad de recordar y reconstruir algo que sucedió en el pasado en forma fidedigna, el ser humano “tapa” los agujeros de su memoria con elementos racionalmente inventados que le permiten generar algo creíble para sí mismo y para quienes quieran oírlo. De esta manera construye su pasado y lo reinventa en cada oportunidad en que hace el esfuerzo por recordar hechos que van quedando atrás en el tiempo.
A veces en el intento de reconstrucción de las historias que se cuenta incluye “no verdades” en forma involuntaria y, generalmente, inconsciente. De esta forma su propio relato se aleja cada vez más de lo que pudo haber sucedido hasta convertirse literalmente en una mentira que, paradojalmente, la misma persona termina creyendo y convierte en verdad para sí.
Personal
El proceso de reflexión –como el de la ejecución- es en primera persona. Un profesional de la salud mental, un buen amigo y hasta un crítico puede ayudar en el proceso pero es imperativo que el mismo pueda ejecutarse en primera persona y en nombre propio. Cada uno debe poder involucrarse con el análisis holístico de la experiencia vivida, incorporando a la perspectiva inicial de la misma, las que emergieron durante su desarrollo.
En particular se debe considerar el concepto de “agregado de valor” de la experiencia vivida, tanto si fue exitosa en términos de lo planificado como si no lo fue. El objetivo de la reflexión es claro: aprendizaje. Con él en mente, recorrer lo vivido en las dimensiones temporal, espacial, y, sobre todo, emocional le permitirán descubrir las claves de lo que el par mágico le deja definitivamente.
Cuando ya no hay prácticamente más nada para sacar de la experiencia, es posible empezar a salir del proceso de reflexión con la satisfacción de haber cumplido con esta parte del par y ¡prepararse para lo que vendrá con un acervo de conocimiento (y autoconocimiento) incrementado por la experiencia!
Profunda
Además de ser realizada en primera persona y en nombre propio, la reflexión debe ser tan profunda como se pueda sin que ello implique martirizarse. Si en el transcurso de la misma el sufrimiento reemplaza a un razonable dolor, debe ser suspendido inmediatamente para retomarlo, tal vez, en otro momento. Esto suele ocurrir cuando la experiencia desarrollada tiene un claro signo negativo.
¿Cómo darse cuenta de que la reflexión está siendo profunda?
Hay varias pistas entre las que pueden destacarse las siguientes:
Si el proceso dura lo que demora la caída de un rayo, puede decirse que no solo no hay reflexión profunda sino que ni siquiera ha habido un proceso de reflexión.
Lo mismo ocurre si la complacencia o condescendencia impregnan el proceso.
Tampoco si el mismo toma características superficiales, dermatológicas o extravagantes.
La clave de una reflexión profunda –además de evitar lo enunciado más arriba- es que debe “inquietar”, debe provocar un impacto en la persona. Si todo sigue como ayer, entonces la persona no está aprendiendo nada.
Un proceso profundo debe incluir interrogantes, en particular “por qué” y el fundamental “para qué”. En los intentos por responder a éstos y a otros que puedan surgir, la persona puede tener la certeza de que la profundidad de la reflexión es adecuada para su proceso de aprendizaje.
Para una buena vida
Es el objetivo de la aplicación del par. Me refiero a una buena vida en el sentido de que la misma esté alineada con lo que la persona más quiera para su vida en forma consciente liberándose de los mandatos afectivos, profesionales, laborales y sociales, ¡nada más esquizofrénico que vivir la vida que otros quieren que vivamos!
Si la persona logra alinear sus ejecuciones a su propósito deseado, anhelado, soñado y esperado, entonces puede decirse que la buena vida está al alcance de su mano y, con ella, la posibilidad de proyectar un futuro de armonía y tranquilidad personal consigo misma y con quienes la acompañan en el viaje.
¿Qué le da el carácter de mágico a este par?
1. Permite generar y reforzar la autoconfianza
2. Facilita la internalización de aprendizajes profundos
3. Promueve la apertura mental y emocional de la persona
4. Aumenta el nivel de autoconocimiento
5. Permite valorar lo que es importante para la persona
6. Facilita los procesos de toma de decisiones
7. Despeja dudas al momento de priorizar acciones
8. Potencia la competencia de planificación, entre otros.
¿Cuáles son las consecuencias naturales de aplicarlo?
A. Permite que la persona despierte
B. Habilita los caminos que lo llevan a la “buena vida”. El primero: continuar con su modelo de experiencias si el nivel de efectividad del mismo contribuye a lograr lo que más quiere para sí mismo y; el segundo: le permite cambiar las experiencias que elije vivir lo que puede incluir cambiar el patrón mismo de las mismas.
El poder de los modelos mentales
A la hora de involucrarse con cualquier par y particularmente con el par mágico -experiencia personal y reflexión profunda- es fundamental que la persona piense y sienta que puede, que su autoconfianza esté en un nivel tal que lo estimule a involucrarse con lo que el par implica.
Es similar a un depósito en una cuenta bancaria. El saldo crece con una aplicación del par, y luego con otra y con otra, hasta que la autoconfianza se afirma en su carácter y luego cualquier cosa que se proponga puede ser posible, de eso se trata la utopía hecha realidad de construir el futuro.
¿Y vos? ¿conocés el par mágico? ¿lo usás? ¿te resulta de utilidad? ¿te gustaría practicarlo?
Director en Eduardo Press Consultores y Escuela Argentina de Psicología Organizacional
1 añoMuy buena nota y valga la redundancia miy profunda. Un solo comentario pensando que puede ser un aporte, la experiencia personal se siente en el cuerpo (en el concepto mas amplio corporal y emocional), se no se siente algo habría que revisar ahí. Y como experiencia personal, al menos de mi parte incluyo también aquellas que se pueden realizar en equipo, a veces depende de la escala o volumen del objetivo. No necesariamente para que ser una experiencia personal debe ser en solitario. Desde propuestas solidarias hasta proyectos científicos que se hacen con otros son experiencias personales. Un abrazo desde Buenos Aires. Y como siempre...vamos por más.
Consultor de Calidad, Estrategia y Liderazgo
2 añosMuy bueno amigo Omar MUÑOZ. Un fuerte abrazo.