Extremadura digital: belleza desbocada, donde nadie la espera

Imagina un caballo: un caballo muy blanco, desbocado en la noche. Pero no en los lugares ni contextos comunes, sino sobre el asfalto de las céntricas calles de una ciudad cualquiera, una ciudad de tantas, con luces de neón y gente que camina, donde jamás ocurre nada extraño, nada tan asombroso ni tan inexplicable como nuestro caballo imaginario. Así comienza uno de los conocidos poemas del escritor extremeño José Manuel Díez. Y así visualizo yo nuestra región digital, como ese caballo en la noche: belleza desbocada, donde nadie la espera.

Extremadura es ese lugar que atrae al talento digital que huye de la gran ciudad para perderse en un modelo de vida menos complejo y que permite dedicar más tiempo a la conciliación y a los proyectos profesionales.

Extremadura, con sus ciudades de quince minutos, además de ser una región con una alta calidad de vida, es una región que se implica en la ruptura de la brecha de género digital y que marca el paso con grandes proyectos que impactan en toda la península ibérica en su andadura hacia la transición energética y digital.

Según el informe Future of Growth del World Economic Forum, publicado en enero de 2024, cada país debe emprender un viaje único y complejo hacia un crecimiento innovador, inclusivo, sostenible y resiliente. Y ahí, nuestra región, es ese caballo blanco de aquel poema. Una Comunidad tradicionalmente resiliente, preocupada no solamente por cuánto crecer, sino también por cómo hacerlo.

Situados en un contexto económico mundial que el World Economic Forum en su última edición trimestral de Chief Economists Outlook califica como un “optimismo prudente”: donde la incertidumbre persiste, pero la luz asoma por las respuestas de los principales economistas del mundo, tanto del sector público como del privado, Saadia Zahidi afirma que el crecimiento debe pasar por un mejor equilibrio entre calidad y cantidad.

La inversión en infraestructuras digitales y sostenibles, la digitalización de los servicios públicos; el impulso de la formación y la creación de talento, la implantación de la inteligencia artificial responsable y el uso de la nube y los macrodatos en el tejido empresarial, son imperativos que desde Accenture creemos que hay que perseguir y que, además, coinciden con las líneas estratégicas que proponen el WEF y la Brújula Digital 2030.

Para cumplir estas líneas estratégicas, la apuesta por la formación debe ser inquebrantable. El talento digital no solo tiene que volver, sino que debe tener la capacidad de nacer y desarrollarse en la región. Además, como afirma el catedrático de la UPM Juan José Moreno: “No podemos vivir de espaldas a la mitad de la sociedad. Solo un 13% de los titulados en TICs en FP son mujeres”, por lo que es necesario fomentar las titulaciones digitales y carreras STEM, aumentando la visibilidad de mujeres tecnólogas.

Quizá, como explica Ernestina Menasalvas, catedrática de informática de la UPM, debamos simplificar los trámites burocráticos y, como en Dinamarca, dotar a las Universidades e Institutos del poder para validar los títulos oficiales.

Es, además, un hecho que la inversión en infraestructura y la mejora de conectividad en los entornos rurales, nos permitirá acabar con los sesgos de la presencialidad y la centralización del talento. Y que, un territorio rural puede ser la localización ideal para el germen de la innovación.

Además, debido al entorno de incertidumbre que ha venido para quedarse, Extremadura debe ser una región ciber-resiliente. Con los pagos de ransomware alcanzando el récord de 1.100 millones de dólares en 2023, debe ser uno de los focos principales.

Como tecnóloga de una compañía global (con más de setecientos mil empleados en el mundo) trabajando desde Extremadura, a menudo en una de sus ciudades y con frecuencia en sus pueblos, rodeada de naturaleza y tiempos de sosiego, miro con ilusión la frontera de la transformación digital, porque nos permite desarrollar proyectos que transforman vidas, para Extremadura y para el resto del mundo, con el dato como eje principal y todas sus vicisitudes. Si algo han tenido en común las dos revoluciones tecnológicas más importantes en nuestra sociedad, ha sido la democratización de la tecnología emergente. Sucedió con el nacimiento de internet, y ahora lo estamos viviendo con la explosión de la inteligencia artificial generativa.

Si hemos aprendido algo, es que no importa si estás en Trujillo o en Nueva York: la tecnología impulsa, como el viento agita las crines de cualquier caballo blanco que con belleza desbocada es capaz de generar una riqueza sostenible en el entorno rural.