Fanáticos Anónimos

Fanáticos Anónimos

Se suele decir que si se quieren evitar problemas en una reunión se deben excluir de la baraja de temas los relacionados con religión, política y fútbol. Triste afirmación para pleno siglo XXI. Se entiende entre líneas que somos una sociedad con tan poca capacidad de tolerar la pluralidad de gustos y opiniones, que hablar de algún tema que genere diferencias, causará seguramente algún conflicto.

Debería ser todo lo contrario. Deberíamos poder hablar de todo y no por ello generarse un problema. Para que esto sea así, simplemente se deben tener en cuenta tres cosas: (i) Tener clara la diferencia entre datos y opiniones, (ii) respetar la opinión ajena y (iii) estar abierto a la recepción de nuevas opiniones e información, es decir, evitar el fanatismo, no creer ciegamente en algo, para darle a la mente esa oportunidad de conocer nuevas cosas y no simplemente ponerla a trabajar para que encuentre alguna forma de objetar la información recibida.

Este ultimo punto es el que me parece más complicado de combatir en nuestra sociedad pues estamos hablando directamente del fanatismo, un síndrome trágico difícil de reconocer por parte de quien lo padece, con quien por esta condición, se hace muy difícil, por no decir imposible, debatir sobre el tema que lo consume y lo enceguece.

Colombia presenta hoy uno de los momentos con mayor polarización política en muchos años de historia, y si fuera por que simplemente se piensa diferente en ciertos temas el problema no sería tan grave, pues con seguridad todos queriendo el mismo fin, pero no el mismo camino para llegar a él, haría que en algunos puntos coincidiéramos y se pudiera llegar a un buen acuerdo de manera conciliada. Pero no es así, acá la mayoría de personas no es que pensemos diferentes a otras sobre la mejor forma en que se debe dirigir un país; si el fracking se debería permitir, si la canasta familiar debe tener IVA, si la edad de jubilación hay que subirla, si los responsables de la guerra deben pagar con cárcel cuando no han sido capturados, si la educación pública debe tener más inversión, si el presidente puede viajar con toda su familia a conocer al Papa con nuestro dinero, si este mismo debería dedicar más tiempo a revisar los problemas del país y reunirse menos con artistas y famosos, si se deben eliminar cortes, si se debe convocar a una constituyente, si se deben investigar con mayor contundencia los asesinatos de líderes sociales, etc. No, acá no es que pensemos diferente en esos y otros temas. Acá simplemente no pensamos. Acá nos fijamos primero en quien dice equis idea o tesis y después definimos la posición, es decir que no prima el raciocinio, la reflexión o la crítica, prima simplemente el dogmatismo sectario, el fundamentalismo. Acá lo que existe es un fanatismo político sin precedentes, alimentado por la desinformación que facilitan las redes sociales, la mensajería instantánea y los medios de comunicación dependientes del poder, teniendo como su mejor pilar la ignorancia, causada en gran parte por la inequidad en el acceso a la educación y como mejor transmisor a los analfabetos políticos, que no contentos con tragar entero y no cuestionarse nada que venga de su profeta, sí creen todo lo negativo que le digan de su contendor y además se atreven a “evangelizar” a otros semejantes que harán lo mismo, haciendo posible la continuación de este círculo vicioso y virulento. Es tan complicada esta situación en nuestro país que, ante la noticia de una masacre, un atentado o algo similar, el nivel de gravedad con que vemos el hecho, varia de quienes fueron las víctimas y a que corriente política pertenecían y si no es la de nosotros, el tema se puede considerar poco grave, cuando una situación como la mencionada debería tomarse siempre como gravísima y generar un rechazo total y colectivo.

En 2017 se realizó un experimento psicosocial que tenia como objetivo observar los sesgos y prejuicios de los colombianos en cuestiones políticas. Se formo un grupo de ciudadanos, mitad seguidores de Gustavo Petro y mitad seguidores de Álvaro Uribe. Se le dio a cada participante una hoja con cuatro frases. A los petristas les presentaron declaraciones de Uribe pero les dijeron que eran de Petro, y a los uribistas declaraciones de Petro pero les dijeron que eran de Uribe y les preguntaron si estaban de acuerdo o en desacuerdo con ellas. Las tesis eran evidentemente opuestas a las que defienden estos líderes políticos, sin embargo, los resultados fueron desconcertantes y son un fiel reflejo de lo que esta pasando en la actualidad colombiana. El 95% manifestó estar de acuerdo con dichas afirmaciones solo por el hecho de creer que las había dicho su político preferido. Las conclusiones de los participantes una vez conocidos los resultados del experimento fueron, como no y por lo menos, de tipo: “podemos equivocarnos mucho por estar siguiendo a alguien de una manera fanática”, “en el país esta ganando más la pasión que las ideas”, “sentí mucho miedo por el país por estar creyendo simplemente en figuras, sin fijarnos en lo que realmente necesitamos”, entre otras.

Ryszard Kapuściński, periodista y escritor polaco (aunque hoy su ciudad natal pertenece a Bielorrusia), fue considerado como el mejor cronista del mundo en su momento y entre sus grandes afirmaciones nos regaló esta, advirtiendo: “Si entre las muchas verdades eliges una sola y la persigues ciegamente, ella se convertirá en falsedad y tú en un fanático”.

Caer en el radicalismo hará que fácilmente nos veamos defendiendo lo indefendible e incurrir en el absurdo de sustentar algo que posiblemente ni nos convenza. Esto por tener como base para emitir nuestra opinión, la opinión de otro y no el análisis sobre los datos e información de determinada situación.

Mas allá del fanatismo o no, es necesario al momento de expresarnos, como recomendaba Albert Hirschman, “mantener cierto grado de apertura o provisionalidad en nuestras opiniones y estar dispuestos a modificar nuestras convicciones como resultado de los argumentos de las contrapartes o de la nueva información que puede surgir de los debates públicos”. Pensar que no tenemos la verdad absoluta y que como mínimo puede haber diferentes puntos de vista igualmente válidos sobre una misma realidad, pues dependen de la perspectiva, y si hablamos de opiniones, estas dependen además de las creencias, vivencias, valores, entre otros.

Si bien Voltaire afirmaba con razón que cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro la enfermedad es casi incurable, debemos tratar de superarla y para ello el primer paso es reconocerla. Si usted se auto considera o alguien lo ha calificado como uribista, petrista, anti alguno de los dos, santista, etc; o se sintió identificado con la problemática de este texto o con el experimento mencionado; sería bueno hacer una reflexión, un auto análisis y en caso de que confirme que padece características de este síndrome, empiece a actuar inmediatamente: Lea de todo y a varias personas. No solo las que confirman sus ideas. Lea y escuche opiniones, pero no muchas; vaya más al periodismo investigativo, al argumentado, al que da cifras (comprobadas), pruebas, informes, documentos, presenta hechos y datos. Trate de formar su propia opinión con esos insumos. Sea curioso. Recuerde que ningún político, por bueno que le parezca, merece que lo defendamos con uñas y dientes. Desconfíe un poquito. No crea en cadenas de whatsapp o similares, confirme la información. La cuenta en Twitter Colombiacheck (@Colcheck) o el Detector de Mentiras (Whatsapp 3183124521) del medio de comunicación La Silla Vacía le pueden servir para este fin en caso de no encontrar información confiable en la web, pues con pruebas le confirman o le rechazan alguna declaración política. Considere la posibilidad de estar equivocado y cambiar de opinión. Eso es bueno. Piense que puede dejar de ver solo un árbol para empezar a mirar todo un bosque.

PD: Si se sintió enojado o atacado en algún momento de la lectura, se puede ahorrar el auto análisis. Según la psique del fanático, esta es una de las principales características.

Así como existe para el alcoholismo y otras adicciones, se debería considerar la posibilidad de crear una comunidad donde se ayude a combatir este tipo de problemas a través del apoyo grupal, la fortaleza y la conciencia que este genera a través de las diferentes experiencias. Algo así como un Fanáticos Anónimos ¿Por qué no?


Fabian Osorio Mosquera

Twitter: @FabianOsorioM


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