Fanny Mendelssohn, el “ángel musical”
Retrato de Fanny Mendelssohn. Moritz Daniel Oppenheim. Wikimedia Commons

Fanny Mendelssohn, el “ángel musical”

“¿Que quién es Fanny Hensel? No era nada, solo la esposa de un hombre.” Con estas displicentes palabras despachaba, allá por 1979, el musicólogo alemán Rudolf Elvers el interés de una investigadora por la figura de una de las más dotadas y menos reconocidas compositoras de la historia.

Fanny Hensel nació Mendelssohn y, como aún hoy es costumbre en muchos países, al contraer matrimonio cambió su apellido de soltera por el de su marido, el pintor Wilhelm Hensel. Creció en un ambiente cultivado que le proporcionó una excelente educación en todos los ámbitos, algo inusual para una época en la que, caso de tenerla, aquella se limitaba a la lectura, la escritura, y las llamadas “artes de adorno” (danza, música, dibujo…) pues se sobreentendía que el destino natural y único de la mujer era casarse, tener hijos y hacerse cargo de la casa. Hermana del gran compositor Felix Mendelssohn, estaba igualmente dotada para la música que su hermano, sin embargo, su carrera artística nunca pudo levantar el vuelo.

Dedicó toda su vida a la música desde una posición “doméstica”, llegando a componer más de cuatrocientas piezas (apenas una decena fueron publicadas en vida), no pocas de las cuales fueron durante muchos años atribuidas a su hermano Felix. Fanny fue además una gran pianista, si bien su talento no pudo ser disfrutado por el público de la época: tan solo en una ocasión ofreció un recital público, fue con motivo del estreno del Concierto para Piano nº 1 de su hermano.

Sus obras son en general luminosas, íntimas, de fraseo dulce, con melodías en su mayoría “cantables” y dotadas de una exquisita delicadeza que exigen lo mejor del intérprete para brillar en todo su esplendor. Es artista de su tiempo, el romanticismo, y en ella se pueden reconocer ecos de Beethoven y Schubert, este último especialmente en sus lieder (más de un centenar) y en sus “Canciones sin palabras”, un género del que, junto a su hermano, bien puede considerársele precursora.

Murió joven, a la edad de 41 años, sentada al piano mientras interpretaba una obra de Felix quien, impresionado con la muerte de su amada hermana, nunca se recuperó de su pérdida: murió apenas seis meses después. Su última obra fue un cuarteto de cuerda dedicado a Fanny.

Como ocurrió con tantas otras mujeres, su valor artístico fue larga e injustamente infravalorado por el mero hecho de no ser hombres. Se las consideraba “ángeles”, se reconocía su carácter talentoso, pero no su tesón creador ni la posibilidad de desarrollar una carrera profesional, lo que no solo es terriblemente injusto, sino que además ha supuesto -aún supone- una enorme pérdida de valor y talento que, como sociedad, como seres humanos, no podemos ni debemos permitirnos.

Dedicado con reconocimiento y respeto a todas las Fanny de la historia: músicas, pintoras, escritoras, arquitectas, taxistas, médicas, juezas, científicas, ejecutivas, futbolistas, ingenieras, equilibristas, astronautas… que quisieron y merecieron ser, pero no fueron.

Piedad Castellanos

Facilitadora de habilidades SOFT en los ámbitos empresarial, educativo y personal. Me encanta ayudar a los demás siendo fiel a mi misma.

3 años

Gracias Agus por tener esa mirada para cada Fanny. Maravilloso artículo, por cierto, que enlaza lo mejor de ti con tu mayor pasión.

Isabel Peña Segura

Leadership | Culture Transformation & Talent Development | Learning & Collaborative Culture | Agile Talent | TalentTech

3 años

Por ellas!

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