¿FELICIDAD EN EL TRABAJO, UNA CAJA DE PANDORA?
Qué tema más relevante para este siglo XXI. Por mucho tiempo los empresarios han sentido que no son responsables de la felicidad de sus empleados, lo cual no debería de llevarlos a desatender este tema en particular, pues como lo declaró el Foro Internacional de Davos, el siglo que estamos transitando se denomina Human Age, en la que el humanismo en las organizaciones debe llevar a considerar la calidad del trabajo y su ambiente, por la importancia que ocupa en la vida de los seres humanos y en el uso de sus fortalezas, en un espacio para ser feliz. Pues en ese espacio viviremos fácilmente 30 o más años. ¿Es posible ser feliz en la vida sin ser feliz en el trabajo?
El concepto desarrollado por Aristóteles de felicidad, la relaciona con la satisfacción ante el trabajo bien hecho a través del esfuerzo y el uso de nuestras fortalezas y habilidades. Esta perspectiva la llamó eudaimónica, la cual no se tiene en cuenta en las empresas, se confunde con la perspectiva hedonista de la felicidad, referida al bienestar subjetivo de la persona, en búsqueda de placer permanente, haciéndole el quite máximo a lo que genere dolor físico o emocional.
El concepto hedonista de felicidad lleva a rechazar en los empresarios la consideración que en el trabajo hay cabida para intentar crear niveles de felicidad. De esta manera fácilmente consideran que la felicidad de los trabajadores no es una estrategia adecuada para aumentar los niveles de rendimiento.
Más allá de los conceptos de la felicidad, lo que se requiere en las empresas y en las relaciones humanas es que el humanismo, término que ha sufrido grandes transformaciones y sujeto a otras tantas, se lleve a su lugar más simple, que es ver al otro sujeto, como un ser igual a uno, con fallas, talentos, limitaciones etc. Igual que yo. En ese punto podemos dar cabida a la conexión emocional, la empatía y el fluir de las arterias claves de las organizaciones, para resolver, crecer y lograr el mejor nivel de competitividad.
En mi experiencia como consultor empresarial, en cientos de empresas de diversos sectores y tamaños, puedo decir que este concepto de humanismo que planteo, simple, no insulso, por el contrario poderoso, es el que genera cohesión de equipo, trabajo colaborativo, posibilidad de co-creación, todos elementos que sostenibilidad para las empresas.
Vivimos en una tendencia de sociedades igualitarias y esto incluye a las empresas, donde no caben los discursos agresivos, autoritarios e irrespetuosos, solo existe la posibilidad de un trato igualitario, un solo principio, la dignidad.
Desde este sentido, hay que plantear que lograr equipos en un estado de felicidad, entendida desde la eudaimónica que plantea Aristóteles, en el trabajo, inicia con una tarea nada fácil que es considerar el Yo conmigo, por parte del líder, donde es importante trabajar a partir del autoconocimiento y la autogestión como aspectos fundamentales de la inteligencia emocional, que impactan nuestro nivel de liderazgo en una gran proporción. El liderazgo ha cambiado con las grandes trasformaciones que vive la humanidad en las últimas décadas; lamentablemente el reto no se ha asumido en la mayoría de los líderes de las empresas. No han comprendido que pasamos del paradigma “Ver para creer” al de “Creer para ver”.
Ahora, frente a este tema tan espinoso en las empresas, cabe la pregunta, ¿esto es compatible con la competitividad?, yo creo que ser competitivos, es decir sostenibles en el tiempo es necesario para cualquier empresa, acá es importante entender que esto depende al final de la sociedad, pues ella decide que exista una empresa, y para lograr esto requerimos que el cliente nos valore, nos compre, nos defienda y recomiende, para lo cual requerimos crear valor para el cliente. Para esto, es importante que nuestro sistema de producción del producto o servicio se haga con eficacia, rentablemente y sostenible en el tiempo. En últimas, lograrlo en tiempos actuales necesita un equipo conectado emocionalmente con la empresa y el producto, motivado, equipos que vean un propósito y una transcendencia en su labor. Que haya una comunión entre lo que quiere alcanzar cada empleado con el propósito de la empresa y una sociedad que vea una contribución de la empresa para con la sociedad, y en este proceso el humanismo entendido con la simpleza, pero profundidad acá planteado es la clave, que junto a la estrategia empresarial logre la sostenibilidad.
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No tengo duda que, a partir de las experiencias vividas en las empresas en esta adversidad global, entrarán de lleno a nuevas dinámicas, donde se comprende que la satisfacción de nuestros colaboradores con su trabajo es vital y que esta es encendida por acciones auténticas del liderazgo con enfoque humanista, que genera confianza, lealtad, contribución y realización personal y colectiva. Se comprenderá que procurar la felicidad de los trabajadores en las empresas no es algo de moda, es una mega tendencia que marca la transformación al nuevo sistema donde se le da luz a un siamés que junta lo humano con lo técnico.
El primer paso para que la felicidad en las empresas deje de ser una caja de pandora es considerar que la comunicación gritando o insultando debe eliminarse, pues es comunicación violenta, estilo muy común en el liderazgo tradicional en nuestras culturas. Hablar desde la crítica y el enfado a los empleados ya no es la opción en las empresas. Por el contrario, hablar de los que nos pasa, sentimos, que no nos gusta, por qué nos disgusta algo y de cuáles son nuestras necesidades, desde un estilo asertivo, generará una comunicación conectiva, que vincula nuestras necesidades con las del otro. Esto abre las posibilidades al humanismo empresarial.
La nueva era, que emerge en la década de los años 60 del siglo pasado, como un movimiento espiritual, claramente significó un despertar en todas las dimensiones de la vida y ha llevado en los últimos 50 años el ser humano a asistir a los más grandes y rápidos cambios en la historia de la humanidad y esto ha generado desasosiego en las personas al tratar de adaptarse al nuevo mundo, le lleva al Ser esencial a un callejón sin salida. Y acá es donde las empresas deben actuar para lograr que este Ser realmente se conecte con su trabajo, encuentre valía en lo que hace y se goce este espacio en el que va a vivir por décadas, que es el trabajo.
En últimas, el gran desafío de la empresa es ser capaz de construir una visión que convoque a sus equipos, una misión que transcienda en la sociedad por el valor que entrega y un acuerdo de valores que cohesione y de origen a una cultura organizacional capaz de enfrentar los desafíos en la travesía de la competitividad.
El entendimiento que los líderes empresariales deberán amalgamar más pronto que tarde es, la racionalidad estratégica con el sentido humano en las organizaciones. Trabajadores felices, llevan a la innovación natural, a la creación de ventajas competitivas, a la excelencia operacional, a la contribución a una la sociedad sana y todo esto desemboca en países más fortalecidos. Es una cadena de bienestar para todos, una empresa no gana si todos no ganamos.