Felicidad, Practicar actos de bondad
En su gran libro “The How of #Happiness”, Sonia #Lyubomirsky (2007), haciendo recomendaciones prácticas, continúa explicando, lo que con sus investigaciones ha determinado que son acciones óptimas para producir “#Felicidad”.
Esta actividad se enmarca en su recomendación de “Invertir en las conexiones sociales”. Coincido, en que “las relaciones sociales constituyen el factor más importante, responsable de supervivencia del homo sapiens”.
Sus dos recomendaciones para crear relaciones sociales saludables que generen felicidad son: practicar actos de bondad y nutrir las relaciones. En este artículo, que no deberías dejar de leer porque te perderías interesantes conceptos, reflexiono sobre la práctica de actos de bondad.
No me cabe duda de que la sabiduría popular que nos afirma que es “más feliz quien da que quien recibe” y que “nadie es tan pobre que no pueda dar algo”, son dos guías interesantísimas llenas de sentido cognitivo, psicológico y emocional que podemos rescatar.
A propósito de esto, y como un aporte de interés, el profesor de Harvard #TalBenShahar utiliza de ejemplo el palíndromo hebreo “NATAN” (se lee derecho al revés igual), que significa dar. Esta doble acción de Natan muestra que la acción de dar se devuelve en recibir, es un acto de acción doble, se recibe al dar, aunque el acto de dar se crea que solo es de una dirección, pero vemos que no lo es. Esta hermosa ironía de que el más beneficiado al “dar” no sea el que recibe sino el que da, está demostrado por los estudios de la doctora Lyubomirsky. Ella utilizó dos grupos de prueba, pidiéndole a un grupo hacer actos de bondad cualquier día de la semana y como fuese de su gusto; al otro grupo de control, les pidió realizar 5 actos de bondad un día a la semana. Los actos de bondad podían ser “simples” agradecimientos, sea consciente o no el receptor del acto tal como comprarle un helado a un amigo, hacerle un favor a una amiga como revisarle la computadora, visitar un hogar para adultos mayores o felicitar a un profesor por su esfuerzo diario de trabajo.
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Los resultados fueron lo que ella esperaba: siendo más generosos y hacer a la gente feliz, se experimentaba felicidad, pero quienes realizaban 5 actos de bondad un día a la semana, experimentaron un significativo aumento de su felicidad, comparado con los que no. Pese a que ambos grupos realizaron actos de bondad y se sintieron útiles y felices, realizar actos de bondad distribuidos en todo un período al parecer los diluye por ser actos pequeños, disminuyeron notoriedad y prominencia, haciéndolos menos distinguibles de sus hábitos usuales o habituales de amabilidad. Después de todo, la mayoría de nosotros hacemos cosas pequeñas, reflexivas y útiles de forma regular, y es posible que ni siquiera nos demos cuenta.
Esto lleva a la conclusión que los actos de bondad, también tiene un momento óptimo para que la felicidad se efectiva. No estaría invitando a dejar de hacer actos de bondad pequeños y habituales, lejos de ello. Sino más bien, tener claro que es muy relevante, determinar con precisión cómo, cuándo y con qué frecuencia nos comprometemos con una práctica que aumente la felicidad para maximizar su éxito, haciéndola consciente y con la determinación de impactar realmente a los otros, más allá de una costumbre o un hábito.
Esta conclusión es crucial, porque nos orienta a que los actos de bondad los realicemos con cierto nivel de premeditación, de planeación y de verdadero interés en ejercitar algo tan hermoso como el “dar” y hasta “darse” a los demás. Con esto, ciertamente podremos obtener devuelta niveles altos de felicidad, pero con ello podemos también construir fortalezas como sentido y propósito que son elementos vitales para tener una felicidad sostenible a más largo plazo. Y si al fin y al cabo, nos levantamos cada día con el deseo de encontrar condiciones de bienestar para nosotros y los que amamos, podríamos realizar actos de bondad par impactar a otros que nos devolverá hermosas recompensas.
Un gran saludo.