Feliz 2018

Feliz 2018

Entramos en 2018 y nos deseamos unos a otros suerte, paz, amor y felicidad. Es preciso convocar a la diosa Fortuna para que incremente nuestros recursos monetarios y al dios Cupido para que la pareja, amigos y compañeros nos amen o sigan amando, sin olvidar a Hipócrates, al que invocamos en su búsqueda de nuevas vocaciones sanitarias que sepan curar las dolencias y enfermedades que nos asaltan.

El exceso de mensajes, videos y mensajes de felicitación, unido a la entrega de regalos perfila nuestro mundo occidental, que ha redefinido la tradición religiosa y pagana adaptándola a la producción industrial y tecnológica. Todo está bien, sin embargo, si sirve para dedicar algo de nuestro dinero a ofrecer un presente a los seres queridos.

Pero cada nuevo año tiene también un componente personal de introspección muy importante. Es el momento de meditar y afrontar nuevos retos, nuevos propósitos, nuevos compromisos personales, que querríamos fueran comunes a la sociedad, por añadidura. Tal vez apostando por los propios, podemos trabajar por los sociales, ya que nada va a caer llovido del cielo. Incluso la lotería toca a quien juega, no a quien se abandona a la pereza de evitarla.

La fuerza y alegría del inicio de un nuevo año, así como el ímpetu que proporciona la fiesta recién compartida (y recién cocinada en banquetes de familia), sumada a otras fuerzas individuales del mismo calibre, pueden hacer de enero un mes de grandes iniciativas. No quiero hablar de cuesta ni de resaca o de inercia, porque la queja del hartazgo no lleva a ninguna parte.

En este primer mes del año es posible estrenar hábitos saludables que convienen, y lo sabemos, a nuestro cuerpo y a nuestro espíritu. Para ello es necesario reconocer individualmente la realidad que nos rodea, las posibilidades, el potencial que acarreamos para crecer como personas, lo que, sin duda, unido al de otros muchos individuos, mejorará nuestro entorno social.

Creo que dicha tarea puede realizarse con cierta meditación en el silencio, no en medio del bullicio. Y seguramente nuestros propósitos personales, unidos a otros semejantes, aporten soluciones sociales a medio y corto plazo.

En verdad vivimos en una sociedad hedonista y no igualitaria, pero sí informada de cualquier acontecimiento, ya sea a través de las noticias generales de los medios o a través de documentales específicos. Dicha sociedad es solidaria también, con gran sentido de la dignidad de sus individuos, ya que la formación en derechos y deberes se transmite a la infancia como constante universal. El progreso no nos ha vuelto perfectos, desde luego, pero nos ha señalado el camino para serlo.

Conocemos de primera mano quién padece la guerra, el hambre, la corrupción o el crimen, así como dónde se producen los desastres naturales. Ello sirve para aportar ayuda, remedio, críticas y evitar males semejantes en el futuro, debido a que por muchos errores que cometa una y otra vez, el ser humano aprende una lección en cada batacazo: caer y levantarse siempre es posible. Esta rectificación lo define como especie.

De tal manera suceden las cosas que siendo jóvenes o mayores, cada nuevo día y cada enero sacamos nuevas fuerzas para comprometernos en algo distinto, maravilloso, definitivo. Es como si dormir o pasar página nos recargara las pilas y diera brillo a las prácticas y anhelos que la rutina ha embarrado, apartándolas de nuestra vista.

Aquí llegan mis sueños para este día de enero: deseo para 2018 más lectores y más horas de lectura, ya sea en papel o en formato digital. Más artículos de opinión, más narrativa, más libros como regalo de Reyes y cumpleaños, más poemas y cartas de amor, más interés gubernamental por la literatura, más voluntad de fomentar la adoración a los libros en niños y adolescentes, más aportación de novelas y obras de teatro en las residencias de mayores, más descuentos y ofertas en la sección de libros de los centros comerciales.

Me encantaría que se reabrieran todas o algunas de las librerías físicas cerradas por falta de negocio, y que las abiertas siguieran fomentando actividades formativas. Que bibliotecas y centros culturales aceleraran su programación de eventos literarios en cada fiesta local y nacional, para llevar los libros, y no solo la gastronomía o el espectáculo, a la calle y a la sociedad en cada festejo.

Sueño mensajes de felicitación con citas de autores, programas televisivos comentando novelas, más premios literarios y  mejor dotados  que promocionen escritores y más debates radiofónicos sobre filosofía, ciencia y humanidades. Quiero cerrar los ojos en el autobús y abrirlos para encontrarme a todos los viajeros leyendo en cualquier soporte.

No sueño: sé que todos los padres y madres de niñas y niños leen cuentos para que sus hijos se duerman. Al pie de sus camas declaman cuentos de hadas, fábulas o relatos fantásticos que las mentes infantiles procesan en la frontera de la duermevela. Me han leído cuentos y yo los he contado. A partir de ahí he imaginado un mundo mejor con los mismos personajes que me rodean. Un mundo más justo, con los bienes repartidos por igual. Un planeta sin amenazas apocalípticas, con absoluto respeto a la naturaleza. Una humanidad feliz, pacífica, asentada en su diversidad.

Echa a andar un año nuevo. Abordemos propósitos. Afrontemos pequeños compromisos. Con los mimbres y tintas que tengamos al alcance escribamos el libro que siempre hemos soñado.

Feliz, intenso y próspero 2018.


Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Otros usuarios han visto

Ver temas