Feo

Días atrás, una cantante dijo que Uyuni era feo. Más fea ha sido la actitud de la opinión pública que se ha indignado por esta declaración en lugar de encolerizarse por la violación en manada a una jovencita de 14 años, precisamente en Uyuni.

Peor de fea es la desidia de los habitantes de Uyuni, quienes en lugar de pedir cuentas al Alcalde para que haga bien su trabajo, prefieren ofenderse por esa declaración; y es más deslucida la indolencia de los vecinos, que prefieren vivir en lodazales en lugar de cambiar el aspecto de su ciudad.

Fuera de fronteras uyunenses, es grotesco que la sociedad civil ayude a escolares de escasos recursos donándoles celulares, y tabletas en desuso, para que puedan asistir a clases virtuales, cuando las computadoras Kua, del anterior gobierno central, están guardadas quién sabe dónde, sin uso, en lugar de estar en manos de esos mismos escolares.

Más grosero es hablar de Tiquipaya como si fuera la capital de las flores, cuando en realidad es un botín de guerra político-partidaria que sirve para tráfico de tierras y su posterior loteamiento.

Así de horroroso es el ingreso ilegal de grupos supuestamente afines al MAS a áreas protegidas cruceñas, lo que podría provocar el retorno de conflictos por la tenencia de tierras en Santa Cruz.

Es ofensivo vivir en Cochabamba y pelear por tener árboles vivos, sin que sean talados, mutilados, o envenenados.

Sin embargo, dentro del concurso de fealdades, cae en lo repugnante la inacción del gobierno central para vacunar a la población y combatir la pandemia de Covid -19. Al momento, sólo 10.167 salubristas recibieron la vacuna en Bolivia. Esta cifra representa menos del 0,1 por ciento de la población general. Hay el compromiso de inmunizar a gran parte de la población, pero no hay fechas, planes, ni el arribo de las mentadas 15 millones de dosis.

Al final del día, "feo" pareciera ser el primer adjetivo calificativo que se nos viene a la cabeza para describir el desacuerdo ante la estética que no acompaña nuestros sentido, pero el término es más profundo, y el video de esta artista/youtuber terminó por destapar lo evidente: Bolivia dedica grandes esfuerzos a la construcción de la propaganda y al aparato comunicacional para hacer ver que "estamos trabajando y que la anterior gestión no hacía nada", pero en el fondo, es pintura que se sale con la primera rascada, o en la primera lluvia.

La fealdad se esgrime por instalar esa línea divisoria entre "ellos y nosotros", desde la arena política, y que la propia gente es la más perjudicada. Un ejemplo basta: filas a las 4 de la madrugada para un servicio de salud mientras gastan millones en anuncios en TV mostrando que las vacunas ya llegaron. Ese no es el buen vivir. Es un mal vivir y la propaganda no da de comer ni educa.

La autora es ferviente defensora de los árboles

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