Francisco, una luz fraternal en la oscuridad global
Desde hace tiempo reflexiono sobre mi educación. Recuerdo como mis padres y mis abuelos se esforzaron en transmitirme ciertos valores cristianos asociados con el perdón, la generosidad, la humildad y la honradez personal.
Principios que a decir verdad no siempre cumplía, lo que conllevaba algún azote de mis progenitores (entiéndase esto de forma humorística, no vaya a ser que mis queridos padres reciban ahora una denuncia por maltrato infantil).
Sin embargo, con el paso del tiempo he comprendido que esos mismos valores que mis padres me intentaron transmitir con cierto ímpetu no están muy relacionados con el mundo en el que vivimos.
Si no me creen simplemente miren a su alrededor. Observen, por ejemplo, a algunos de nuestros líderes mundiales o empresariales ¿Son Putin, Trump, Xi Jinping o Bolsonaro un ejemplo de conducta? ¿Lo son Francisco González, Elon Musk o Sam Bankman-Fried?
No les culpen (o si, hagan lo que quieran) pero entiendan que estos personajes son víctimas del sistema. Un modus vivendi que hace realmente difícil comportarse de acuerdo a los valores que nos enseñaron nuestros padres o profesores cuando éramos pequeños.
Si no me creen (al fin y al cabo, soy una simple pluma iluminada), háganse ustedes las siguientes preguntas: ¿Cuántas veces he renunciado a la verdad? ¿He mirado para otro lado cuando no debía? ¿He sido testigo de una injusticia que no debería haber tolerado?
Lo cierto es que es realmente difícil vivir acorde a los valores morales que nuestros padres nos enseñaron. Más aún si nuestro sistema económico se basa en la competitividad, la productividad y en un consumismo exacerbado que nos esclaviza y que nos hace querer más cada día.
Es por eso que, a pesar de ser ateo, me llena de ilusión escuchar al Papa Francisco. Un hombre bueno que nos hace reflexionar sobre nuestro modo de vida acelerado y nos anima a ser valientes y luchar contra las injusticias de este mundo.
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Con sus palabras y actos, Francisco se ha convertido en el referente moral de esta última década (con permiso del expresidente de Uruguay Pepe Mujica).
Y es que, encontrarse con un hombre que vive como piensa y que basa su prestigio internacional en la humildad y la coherencia no es nada sencillo en los tiempos en los que nos encontramos.
El Papa, con su cristianismo bien entendido, ha conseguido que muchas personas piensen que es posible cambiar el sistema para hacerlo más justo, más inclusivo y más respetuoso con la naturaleza.
Con su definición del hombre como cuidador y no como dueño de la Madre Tierra, Francisco pone de manifiesto la urgencia climática en la que se encuentra nuestro planeta como consecuencia del calentamiento global y nos devuelve una ilusión que no se veía desde los orígenes del movimiento pacifista de 1960.
Una esperanza que nos invita a creer en un mundo diferente. Un mundo donde la tecnología se encuentre al servicio del hombre, la riqueza se distribuya equitativamente y en el que se afronten los desafíos globales desde la humildad, el respeto y el amor fraternal.
Ojalá llegue el día en el que pueda educar a mis hijos acorde a unos valores morales y cristianos que les sean útiles cuando sean adultos. Eso significaría que hemos dejado de ser sordos y que hemos conseguido elevarnos como seres humanos. Mientras tanto, me queda el consuelo de poder escuchar al Papa Francisco.
Daniel Gamarra Peñalver, periodista