Gerente por un día
Por Kejov
Gregorio era el oficinista de una importante empresa que soñaba en convertirse en un gran gerente como los de las películas; con un gran escritorio, lujos y poder.
Para Gregorio la capacitación “era cosa del pasado”. Decía que gerenciar era “sólo cuestión de tiempo, costumbre y que Google haría el resto”. Confiaba que su picardía lo llevaría a usar un costoso traje, corbata, tener un maletín y ostentar un importante cargo.
Un día, un alto representante de la empresa llegó a la oficina con una especie de experimento. Se trataba de “Gerente por un día” que consistía en que cualquier empleado, de cualquier jerarquía, estaría en la capacidad de llevar las riendas de la organización durante 8 horas de trabajo, incluso tomar decisiones financieras. Tras un sorteo, Gregorio resultó el ganador de aquel experimento corporativo.
Luego de celebrar dicho nombramiento, el afortunado gerente general decretó un aumento salarial del 150% a pesar que el área de finanzas le dictó que aquella decisión era inviable. También eliminó los correos corporativos, pues los consideraba innecesarios o aburridos, muy distante de las recomendaciones del área de comunicaciones. Pero no fue todo, aprovechó para despedir a los que en algún momento le marcaron oportunidades de mejora y nombró directivos al azar.
Cuando la jornada laboral llegó a su fin, Gregorio se mostraba feliz asegurando que su gestión “sería imitada por el próximo candidato”.
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Al día siguiente, el directivo de la empresa llamó a Gregorio, y le presentó los resultados de su gestión; un verdadero desastre. Manejó la empresa a su antojo, eliminó las comunicaciones y tomó decisiones sin revisar informaciones vitales para la subsistencia del negocio. Esta experiencia le permitió a Gregorio conocer y entender la importancia de las comunicaciones corporativas su impacto en la gestión empresarial.
La historia de Gregorio ocurre como una especie de boomerang dentro de muchas corporaciones o empresas que consideran la comunicación corporativa como “una pérdida de tiempo y dinero”. Sin comunicación, las informaciones no llegan a sus públicos y éstos entran en conflicto.
La comunicación según Capriotti (1999) significa hacer las cosas bien y darlas a conocer. El comunicar está enlazado con el cumplimiento efectivo de las políticas gerenciales de la empresa. Consiste en transmitir a los públicos, de forma creativa y diferenciada, los mensajes creados de forma voluntaria, directa y organizada, acerca de las actividades de la organización.
En las empresas no sólo las finanzas, la producción y el ramo administrativo son vitales, las comunicaciones van y deben ir alineadas a la Política-Misión-Visión para así, transmitir estos principios a sus públicos (interno-externo-mixto) o grupos de interés. Esto permite mejorar la confianza, empatía y sobre todo conocer los aspectos emocionales y mentales que experimentan los miembros de la organización. Muchas veces, cuando los públicos no son atendidos, motivados, considerados ni estimulados, éstos generan distorsiones dentro de las instituciones.
Aunque Gregorio (por ahora) no volverá a ser gerente, comprendió con dicho ejercicio que todo dentro de la empresa y en la vida misma, tiene su importancia y valor.