The going gets tough

MIS PRIMEROS 25 AÑOS EN LLYC . CAPÍTULO 7.

A finales de 2022 diagnosticaron cáncer a José Antonio Llorente Herrero . Si bien el pronóstico inicial era bueno, JALL no dudó ni un momento en que había que poner en marcha el plan de sucesión que ya teníamos diseñado y aprobado por el Consejo de LLYC y nombrar a Alejandro Romero Paniagua como CEO global de la firma. Con la serenidad, transparencia y generosidad por la que siempre será recordado, quería estar seguro de que la enfermedad y su tratamiento tuvieran el menor impacto posible en la compañía. 

A José Antonio le reportábamos en aquel momento los CEOs de los negocios (Alejandro, Adolfo Corujo y yo) y los líderes de las áreas corporativas (finanzas, talento e IT, legal y nuestra propia área de marketing, comunicación y ESG). Decidimos crear la posición de COO global para coordinar esos departamentos y JALL y Alejandro me propusieron ocupar la posición. Ya os imaginais mi respuesta. Sí. Claro. 

Cuando anunciamos estos cambios, hubo quien me preguntó si salirme del trabajo con clientes, del “front” de una empresa de servicios profesionales era un buen movimiento para mí, sobre todo cuando estaba en una posición tan visible como la de CEO para Europa. Honestamente, ni lo había pensado cuando dije que sí y me puse en marcha (the tough get going). Y no es porque sea una inconsciente o no me importe, sino porque creo que cuando eres parte del equipo directivo de una organización, aunque sin duda cuides tu carrera profesional, lo que tienes que hacer sobre todo es estar donde la compañía te necesite en cada momento, donde puedas aportar más, siempre que otras circunstancias no te lo impidan. Y eso siempre trae cosas buenas de vuelta. 

Tampoco soy naif. Esa buena disposición no te garantiza nada. Las organizaciones avanzan y, sobre todo en aquellas de gran tamaño, se toman a veces decisiones que no pueden considerar los casos particulares de las personas. Por eso, estar donde hace uno falta no puede ser sinónimo de acomodarse, despistarse o, en mi caso ahora, alejarte de la profesión y perder vigencia. Al contrario, todas las oportunidades de movilidad interna lo son para aprender y adquirir nuevas habilidades. 

¿Qué estoy aprendiendo en esta función? Por ejemplo, a dirigir equipos expertos en temas en los que yo no lo soy. No soy financiera pero me tengo que esforzar en aportar valor a Marta Guisasola , nuestra CFO. No soy abogada pero necesito entender los temas que me plantea Juan Pablo Ocaña , nuestro director legal. Para hacerlo, es fundamental partir de la confianza recíproca: mía en sus capacidades técnicas y suya en mi visión más general o de conjunto. Y, por encima de eso y más importante, la calidad personal, los valores sólidos y el compromiso compartido por hacerlo siempre lo mejor que podemos y sabemos. 

Aunque nos tuvimos que poner en marcha como equipo en un tiempo record, teníamos doble ventaja. La primera, conocernos bien. Además de con Marta y con Juan Pablo, ya había trabajado de cerca también con Tiago Vidal , quien también cambió de rol para asumir la dirección global de talento (y supervisar el trabajo al frente de IT de Jose Manuel Casillas Moreno ) y con Albert Medrán . Estar casi todos en Madrid, aunque no es lo ideal por el riesgo de “hispanocentrismo” que siempre intentamos evitar, nos ayudó mucho en los primeros meses. La segunda suerte es que teníamos muy cerca a JALL, quien confiando en nuestro criterio, resolvía cualquier duda y nos aconsejaba incluso cuando la enfermedad y los tratamientos le dejaban agotado. 

José Antonio falleció el 31 de diciembre del año pasado. Como escribió Iñaki Ortega Cachón , los ejercicios hay que pelearlos hasta el último día. O como diría Amalio Moratalla Anguas , los partidos hasta el último segundo. Y, como decía siempre el propio JALL, en LLYC todos somos importantes, pero nadie debe ser imprescindible. 

Y en eso ando ahora, aprendiendo de ese ejemplo para intentar que, en esta etapa y desde esta posición, yo sea pronto prescindible y yo pueda, cuando sea necesario, volver a decir “sí, claro” cuando me pregunten si estoy dispuesta a asumir otro reto porque ahora la empresa me necesita haciendo otra cosa.

Esta serie de posts empezó contando lo que pasó en agosto de 1999 y ya he llegado hoy, veinticinco años después. Antes de terminar con un resumen de lo que he aprendido y lo que está por venir, me gustaría compartir mis ideas sobre el impacto (o no) que ha podido tener ser mujer y por qué soy ahora, como he escrito en algún lado, más feminista que nunca. 

Así que mañana, ya en la penúltima entrega “Ser mujer y no desfallecer en el intento”